Miércoles 15 de noviembre – AMAR A LOS DEMÁS COMO A UNO MISMO – MISIÓN EN FAVOR DEL PRÓJIMO

MISIÓN EN FAVOR DEL PRÓJIMO “Él respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,…

 Miércoles 15 de noviembre – AMAR A LOS DEMÁS COMO A UNO MISMO – MISIÓN EN FAVOR DEL PRÓJIMO

MISIÓN EN FAVOR DEL PRÓJIMO

“Él respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo’ ” (Luc. 10:27).

Miércoles: 15 de noviembre

AMAR A LOS DEMÁS COMO A UNO MISMO

Lee Mateo 22:37 al 40. ¿Qué comparación existe entre lo que Jesús mismo dijo aquí y su respuesta al experto de la Ley, en Lucas 10:27 y 28?

 

Mateo 22:37-40

37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

 

Lucas 10:27-28

27 Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.

Según Mateo 22:37 al 40, Jesús dejó en claro que la expresión cotidiana de la fe verdadera depende de estos dos mandamientos. Y Lucas 10:27 y 28 destaca que, si una persona hace estas dos cosas, entonces tendrá vida eterna.

“El amor es el principio fundamental del gobierno de Dios en los Cielos y la Tierra, y debe ser el fundamento del carácter del cristiano. Solo esto puede hacerlo y mantenerlo estable. Solo esto puede habilitarlo para resistir la prueba y la tentación” (Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 30).

Lee Gálatas 5:14; Miqueas 6:6 al 8; y 1 Juan 4:20 y 21. ¿Cómo refuerzan estos versículos lo que Jesús nos había dicho?

 

Gálatas 5:14

14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

 

Miqueas 6:6-8

¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

 

1 Juan 4:20-21

20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

Según Pablo, “toda la ley se cumple en este solo precepto: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’ ” (Gál. 5:14). Para Pablo, el amor a Dios solo se puede ver en la práctica cuando ese amor se ejemplifica en la forma en que tratamos a los demás. Aunque afirmó que “el justo vivirá por la fe” (Rom. 1:17), vivir por la fe no es algo oculto, desconocido o que los demás no puedan ver. Pablo, Miqueas y Juan dejan en claro que las obras prácticas demuestran la realidad de la fe que proclamamos.

En 1 Corintios 13, Pablo declara enérgicamente que si uno afirma tener gran conocimiento, o hacer grandes obras, o tener una gran fe o incluso entregar la vida, pero no tiene amor, entonces esa persona ha llegado a ser como “bronce que resuena o címbalo que retiñe” (1 Cor. 13:1).

Repasa la cita de Elena de White. Fíjate en lo que dice acerca de que solo en el amor pueden las personas permanecer firmes y soportar la tentación. ¿De qué manera esta idea muestra que el mandamiento de amar no es salvación por obras, sino una expresión de la fe que tenemos en Jesús?

Comentarios Elena G.W

Dejar a un vecino sufriente sin atender a sus necesidades, equivale a abrir una brecha en la ley de Dios… El que ama a Dios no solamente amará a sus semejantes, sino que considerará con tierna compasión las criaturas que Dios ha hecho. Cuando el Espíritu de Dios está en el hombre, induce a prestar alivio en lugar de producir sufrimiento… Debemos cuidar cada caso de sufrimiento, y considerarnos instrumentos de Dios para aliviar al necesitado hasta donde nos lo permita nuestra habilidad. Debemos ser colaboradores de Dios… Interroguémonos con corazón fervoroso: «¿Quién es mi prójimo?» Nuestro prójimo no es meramente nuestro vecino o nuestro amigo particular; no son sencillamente los que pertenecen a nuestra iglesia y piensan como nosotros. Nuestro prójimo es toda la familia humana. Debemos ser buenos con todos los hombres y especialmente con aquellos que son de la familia de la fe. Debemos dar al mundo una demostración de lo que significa cumplir la ley de Dios. Debemos amar a Dios por sobre todo y a nuestros prójimos como a nosotros mismos (Sons and Daughters of God, p. 52; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 54).

Algunos falsos maestros habían presentado a los Gálatas doctrinas opuestas al evangelio de Cristo. Pablo trataba de exponer y corregir estos errores… Por lo tanto trataba de hacer ver a sus hermanos la importancia de ayudarse unos a otros con amor. Declaró que todas las demandas de la ley que presentan nuestros deberes hacia nuestros semejantes se cumplen al amarnos unos a otros… Mediante constante oración debían buscar la dirección del Espíritu Santo, que los conduciría al amor y la unidad (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 225).

Cuando la ley de Dios está escrita en el corazón, se manifiesta mediante una vida pura y santa. Los mandamientos de Dios no son letra muerta. Son espíritu y son vida, y someten la imaginación y hasta los pensamientos a la voluntad de Cristo. El corazón en el cual estén escritos será guardado con toda diligencia porque de él mana la vida. Todos los que amen a Jesús y guarden sus mandamientos tratarán de evitar hasta la misma apariencia del mal, no porque estén obligados a hacerlo, sino porque estarán copiando un modelo puro y sentirán aversión por todo lo que no esté de acuerdo con la ley escrita en sus corazones. No manifestarán suficiencia propia, sino que confiarán en Dios, el único que puede librarlos del pecado y la impureza. La atmósfera que los rodee será pura; no contaminarán sus propias almas’ ni la de los demás. Se complacerán en obrar con justicia, en amar misericordia y en humillarse para andar con Dios (Cada día con Dios, p. 144).

Elena G.W

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