- octubre 16, 2024
Miércoles 16 de octubre – TEMAS QUE REAPARECEN: CREER/NO CREER – LA HISTORIA DE FONDO: EL PRÓLOGO
LA HISTORIA DE FONDO: EL PRÓLOGO “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el…
LA HISTORIA DE FONDO: EL PRÓLOGO
“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1).
Miércoles: 16 de octubre
TEMAS QUE REAPARECEN: CREER/NO CREER
Lee Juan 3:16 al 21; 9:35 al 41; 12:36 al 46. ¿De qué manera repiten estos textos el tema de la antítesis creer/no creer que aparece en el prólogo?
Juan 3:16-21
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
Juan 9:35-4135 Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. 38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. 39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. 40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.
Juan 12:36-4636 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. 37 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? 39 Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane. 41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. 42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 44 Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
En el Evangelio de Juan, la humanidad parece dividirse en dos grandes grupos: los que creen en Jesús y lo aceptan como Mesías y los que, teniendo la oportunidad de creer, deciden no hacerlo.
Los discípulos pertenecen al primer grupo, al igual que otros como Nicodemo (que llega a la fe lentamente), la mujer del pozo y el ciego de nacimiento. En el segundo grupo están los fariseos y los sumosacerdotes, la gente en el milagro de la alimentación de los cinco mil, e incluso uno de los discípulos, Judas.
Es interesante que la palabra, el sustantivo, fe/creencia (griego pistis) nunca aparece en el Evangelio de Juan. Sin embargo, el verbo creer (pisteuō) aparece 98 veces, ¡en comparación con las 241 veces que aparece en todo el Nuevo Testamento! Este verbo es, de hecho, un tema muy importante en Juan. Este uso del verbo en lugar del sustantivo puede apuntar a un sentido muy activo de convertirse en cristiano. Ser creyente en Jesús es algo que hacemos, y esto se expresa en cómo vivimos y no solo en un conjunto de creencias. Como sabemos, el diablo también cree en Dios (ver Sant. 2:19).
En Juan, la principal diferencia entre los dos grupos es la forma en que se relacionan con Jesús. Los creyentes, o quienes llegan a creer, tienen una actitud abierta hacia él, incluso cuando los confronta o reprende. Vienen a Jesús y no huyen. Él es la Luz que los ilumina. Y, por la fe, creyendo, se convierten en hijos de Dios.
Los incrédulos, por otro lado, típicamente vienen a Jesús para polemizar con él. Se caracterizan por amar más las tinieblas que la luz. Les cuesta aceptar sus palabras o ven que rompe viejas tradiciones y no cumple sus expectativas. Lo juzgan en lugar de dejar que su luz los mida y los juzgue. Esta actitud, por supuesto, se había visto una y otra vez en los líderes religiosos, que idealmente, como guías espirituales de la nación, deberían haber sido los primeros en aceptar a Jesús.
¿De qué manera vives tu fe en Jesús, en lugar de limitarte a asentir intelectualmente que es el Mesías? ¿Por qué es importante conocer la diferencia? (Ver Mat. 7:21-23).
Comentarios Elena G.W
«¿Cree usted en el Hijo de Dios?» Usted depende de Cristo para todo lo que recibe, tanto como la persona más débil, más pobre y más humilde. «¿Cree usted en el Hijo de Dios?» Una creencia meramente especulativa no sirve de nada. ¿Cree usted en el Hijo de Dios como su Salvador personal? Si lo hace de todo corazón, entonces Dios mora en el alma, y el alma en Dios. Usted representa a Jesús. Los que ocupan posiciones de confianza están siendo probados, para demostrar si son hombres sabios en posiciones de confianza, para revelar si Cristo está obrando en ellos y mediante ellos de tal manera que él pueda representar su carácter y expresarse en sus palabras y acciones frente a sus seguidores, por quienes él mismo dio su preciosa vida (Exaltad a Jesús, p. 142).
El pueblo de Dios no perece actualmente por falta de conocimiento. No serán condenados por no conocer el camino, la verdad y la vida. La verdad que no ha llegado a su comprensión, la luz que no ha brillado en el alma, sino que ha sido descuidada y rechazada, los condenará. Los que jamás han tenido la luz que rechazar, no se hallan bajo condenación. ¿Qué más se podía hacer por la viña del Señor que no haya sido hecho? La luz, una preciosa luz, ilumina al pueblo de Dios; pero no los salvará, a menos que permitan que esta los salve, vivan plenamente de acuerdo con ella y la transmitan a otros que se encuentran en tinieblas. Dios pide que su pueblo obre. Lo que se necesita es una obra individual de confesión y abandono del pecado, y de regreso a Dios. Nadie puede hacer esta obra por los demás. El conocimiento de la religión ha aumentado, y proporcionalmente han aumentado las obligaciones. Una gran luz ha estado resplandeciendo sobre la iglesia, y los condena porque no quieren andar de acuerdo con ella. Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero han visto la luz y han oído mucho de la verdad, y sin embargo no son sabios ni santos. Muchos, por años no han progresado nada en conocimiento y verdadera santidad. Son enanos espirituales. En lugar de avanzar hacia la perfección, están retrocediendo hacia las tinieblas y la esclavitud de Egipto. Sus mentes no están entrenadas para practicar la piedad y la verdadera santidad (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 112, 1 13).
Es nuestro privilegio estar con la luz del Cielo sobre nosotros. Así fue como Enoc caminó con Dios. No era más fácil para Enoc vivir una vida justa de lo que lo es para nosotros en nuestros días. El mundo de su tiempo no era más favorable para el crecimiento en gracia y santidad de lo que lo es ahora.
Mediante la oración y la comunión con Dios Enoc pudo escapar de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Estamos viviendo en los peligros de los últimos días, y debemos recibir nuestra fuerza de la misma Fuente. Debemos caminar con Dios. Se nos pide una separación del mundo, porque no podemos quedar libres de su contaminación a menos que sigamos el ejemplo del fiel Enoc (En los lugares celestiales, p. 72).