Miércoles 17 de julio – HISTORIA SÁNDWICH: PARTE 1 – CONTROVERSIAS

CONTROVERSIAS “También les dijo: ‘El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado. Así, el Hijo…

 Miércoles 17 de julio – HISTORIA SÁNDWICH: PARTE 1 – CONTROVERSIAS

CONTROVERSIAS

“También les dijo: ‘El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado. Así, el Hijo del hombre es también Señor del sábado’ ” (Mar. 2:27, 28).

Miércoles: 17 de julio

HISTORIA SÁNDWICH: PARTE 1

Lee Marcos 3:20 al 35. ¿Qué conexión ves entre las dos historias entrelazadas en este pasaje?

 

Marcos 3:20-35

20 Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. 21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí. 22 Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. 23 Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? 24 Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. 25 Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. 26 Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin. 27 Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa. 28 De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; 29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. 30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo. 31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle. 32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. 33 Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? 34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

Este pasaje es la primera “historia sándwich” en Marcos, donde se inicia una historia, se la interrumpe con otra, y se completa luego la primera.

La historia externa es la que se refiere a los parientes de Jesús tratando de hacerse cargo de él porque piensan que está fuera de sí (Mar. 3:21). La historia interior (el contenido del sándwich) es la de los escribas procedentes de Jerusalén que acusan a Jesús de ser cómplice del diablo. Nuestro estudio de hoy se centra en la historia interior, que se encuentra en Marcos 3:22 al 30.

En Marcos 3:22, los escribas presentan la acusación de que el poder sanador de Jesús proviene del diablo. Jesús responde primero con una pregunta general: “¿Cómo puede Satanás echar a Satanás?” No tiene sentido que Satanás obre en contra de sí mismo. Jesús procede luego a hablar de la división dentro de un reino, de una casa y de Satanás mismo, mostrando cuán absurda sería una división tal con miras al éxito. Pero, luego, el Señor cambia súbitamente de ilustración y habla de atar a un hombre fuerte a fin de saquear su casa. En este último ejemplo, Jesús es el ladrón que entra en la casa de Satanás y quien ata al príncipe de las tinieblas para poner en libertad a sus cautivos.

Lee Marcos 3:28 al 30. ¿En qué consiste el pecado imperdonable?

El pecado imperdonable es el pecado contra el Espíritu Santo y consiste en atribuir al diablo la obra del Espíritu. Pon atención a Marcos 3:30: la razón por la que Jesús hace la declaración de los versículos 28 y 29 es que los escribas dicen que él tiene un espíritu inmundo cuando, en realidad, tiene al Espíritu Santo. Si llamas a la obra del Espíritu Santo la obra del diablo, no escucharás al Espíritu Santo, pues nadie en su sano juicio quiere ser guiado por el diablo.

¿Por qué el hecho de temer haber cometido el pecado imperdonable es en sí una evidencia de que no se lo ha cometido?

Comentarios Elena G.W

Cuando Cristo estaba sobre la tierra la gente se agolpaba para escucharlo. Sus palabras eran tan sencillas y claras que aun los menos ilustrados podían entenderle, y sus oyentes lo escuchaban embelesados. Esto enfurecía a los escribas y fariseos. Estaban llenos de envidia porque la gente escuchaba tan atentamente las palabras de este nuevo Maestro, y se propusieron quebrar su poder sobre la multitud. Comenzaron atacando su carácter, diciendo que había nacido en pecado, y que echaba fuera los demonios por medio del príncipe de los demonios. Así se cumplieron las palabras: «Me aborrecen sin causa». Salmo 69:4; Véase Juan 15:25. Los dirigentes judíos difamaron y persiguieron a Aquel que es «señalado entre diez mil y todo él codiciable» (Alza tus ojos, p. 323).

Nadie se endurece tanto como aquellos que han despreciado la invitación de la misericordia y mostrado aversión al Espíritu de gracia. La manifestación más común del pecado contra el Espíritu Santo consiste en despreciar persistentemente la invitación del Cielo a arrepentirse. Cada paso dado hacia el rechazamiento de Cristo, es un paso hacia el rechazamiento de la salvación y hacia el pecado contra el Espíritu Santo.

Al rechazar a Cristo, el pueblo judío cometió el pecado imperdonable, y desoyendo la invitación de la misericordia, podemos cometer el mismo error. Insultamos al Príncipe de la vida, y le avergonzamos delante de la sinagoga de Satanás y ante el universo celestial cuando nos negamos a escuchar a sus mensajeros, escuchando en su lugar a los agentes de Satanás que quisieran apartar de Cristo nuestra alma. Mientras uno hace esto, no puede hallar esperanza ni perdón y perderá finalmente todo deseo de reconciliarse con Dios (El Deseado de todas las gentes, pp. 291, 292).

¿En qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo? En atribuir voluntariamente a Satanás la obra del Espíritu Santo. Supongamos, por ejemplo, que uno presencie la obra especial del Espíritu de Dios. Tiene evidencia convincente de que la obra está en armonía con las Escrituras, y el Espíritu testifica a su espíritu que es de Dios. Pero más tarde, cae bajo la tentación; lo domina el orgullo, la suficiencia propia, o alguna otra característica mala; y rechazando toda la evidencia de su carácter divino, declara que lo que antes reconoció como ser del Espíritu Santo era poder de Satanás. Por medio de su Espíritu es cómo Dios obra en el corazón humano; y cuando los hombres rechazan voluntariosamente al Espíritu, y declaran que es de Satanás, cortan el conducto por medio del cual Dios puede comunicarse con ellos. Al negar la evidencia que Dios le agradó darles, apagan la luz que había resplandecido en sus corazones, y como resultado son dejados en tinieblas. Así se cumplen las palabras de Cristo: «Mira _pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas». Lucas 11:35. Por un tiempo, las personas que han cometido este pecado pueden aparentar ser hijos de Dios; pero cuando se presenten circunstancias que han de desarrollar el carácter, y manifestar qué clase de espíritu las posee, se descubrirá que están en el terreno del enemigo (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 596, 597).

Elena G.W

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