Miércoles 23 de octubre – FELIPE Y NATANAEL – TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS

TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS “Jesús respondió: ‘Te aseguro, el que no nace de nuevo no puede ver el reino…

 Miércoles 23 de octubre – FELIPE Y NATANAEL – TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS

TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS

“Jesús respondió: ‘Te aseguro, el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios’ ” (Juan 3:3).

Miércoles: 23 de octubre

FELIPE Y NATANAEL

Lee Juan 1:43 al 46. ¿Qué revelaba ya el mensaje de Felipe acerca de su fe en Jesús?

 

Juan 1:43-46

43 El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. 44 Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. 46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.

Felipe era de Betsaida, al igual que Andrés y Pedro. Encontró a su amigo Natanael y le habló de Jesús. Juan el Bautista había llamado a Jesús “el Cordero de Dios”. Andrés dijo a Pedro que había encontrado “al Mesías”. Pero Felipe llama a Jesús “aquel de quien escribieron Moisés y los profetas” y añade el nombre “Jesús de Nazaret”. Su referencia a Nazaret provoca una aguda reacción en su amigo.

Natanael tenía prejuicios acerca de la pequeña ciudad de Nazaret. Seguramente un rey no vendría de un lugar tan apartado. Los prejuicios impiden ver lo que las personas valen realmente. Felipe parece haber reconocido, posiblemente por conversaciones anteriores con Natanael, que la forma adecuada de tratar los prejuicios no es una exaltada argumentación filosófica o teológica, sino más bien invitar al individuo a experimentar la verdad personalmente. Simplemente, dijo: “Ven y ve”. Y eso es exactamente lo que hizo. Fue y vio.

Lee Juan 1:47 al 51. ¿Cómo convenció Jesús a Natanael de quién era, y cuál fue la respuesta de Natanael?

 

Juan 1:47-51

47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. 48 Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. 49 Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 50 Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. 51 Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

Entre los versículos 46 y 47 se encuentra el detalle crucial de cómo respondió Natanael a la invitación de Felipe. Se levantó y fue a verlo. Su amistad con Felipe fue más fuerte que sus prejuicios, y su vida cambió a partir de ese momento.

Jesús pronuncia palabras halagadoras acerca de Natanael, llamándolo israelita en quien no hay engaño (Juan 1:47), un gran contraste con lo que Natanael había dicho acerca de Jesús (Juan 1:46). Natanael responde sorprendido, pues no había visto antes a Jesús.

Entonces Jesús refiere haberlo visto bajo una higuera, y esta pequeña afirmación convence a Natanael. Jesús había visto por iluminación divina a Natanael orando, buscando la verdad bajo aquel árbol (ver Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 114). Natanael hace entonces una exaltada confesión y llama a Jesús Rabí, Hijo de Dios y Rey de Israel. Observa cómo aquella revelación aparentemente pequeña de parte de Jesús conduce a la más grandiosa confesión de fe.

Comentarios Elena G.W

«El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halla Felipe, al cual dijo: Sígueme». Felipe obedeció al mandato, y en seguida se puso también a trabajar para Cristo (El Deseado de todas las gentes, p. 1 13).

Felipe llamó a Natanael. Este último había estado entre la muchedumbre cuando el Bautista señaló a Jesús como el Cordero de Dios. Al mirar a Jesús, Natanael quedó desilusionado. ¿Podía ser el Mesías este hombre que llevaba señales de pobreza y de trabajo? Sin embargo, Natanael no podía decidirse a rechazar a Jesús, porque el mensaje de Juan le había convencido en su corazón.

Cuando Felipe lo llamó, Natanael se había retirado a un tranquilo huerto para meditar sobre el anunció de Juan y las profecías concernientes al Mesías. Estaba rogando a Dios que si el que había sido anunciado por Juan era el Libertador, se lo diese a conocer, y el Espíritu Santo descendió para impartirle la seguridad de que Dios había visitado a su pueblo y le había suscitado un cuerno de salvación…

El mensaje: «Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas», pareció a Natanael una respuesta directa a su oración. Pero la fe de Felipe era aún vacilante. Añadió con cierta duda: «Jesús, el hijo de José, de Nazaret». Los prejuicios volvieron a levantarse en el corazón de Natanael. Exclamó: «¿De Nazaret puede haber algo de bueno?»

Felipe no entró en controversia. Dijo: «Ven y ve. Jesús vio venir a sí a Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en el cual no hay engaño». Sorprendido, Natanael exclamó: «¿De dónde me conoces? Respondió Jesús, y díjole: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi»

Esto fue suficiente. El Espíritu divino que había dado testimonio a Natanael en su oración solitaria debajo de la higuera, le habló ahora en las palabras de Jesús. Aunque presa de la duda, y cediendo en algo al prejuicio, Natanael había venido a Cristo con un sincero deseo de oír la verdad, y ahora su deseo estaba satisfecho. Su fe superó a la de aquel que le había traído a Jesús. Respondió y dijo: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel» (El Deseado de todas las gentes, pp. 1 13, 1 14).

Si Natanael hubiese confiado en los rabinos para ser dirigido, nunca habría hallado a Jesús. Viendo y juzgando por sí mismo, fue como llegó a ser discípulo. Así sucede hoy día en el caso de muchos a quienes los prejuicios apartan de lo bueno. ¡Cuán diferentes serían los resultados si ellos quisieran venir y ver!

Ninguno llegará a un conocimiento salvador de la verdad mientras confíe en la dirección de la autoridad humana. Como Natanael, necesitamos estudiar la Palabra de Dios por nosotros mismos, y pedir la iluminación del Espíritu Santo. Aquel que vio a Natanael debajo de la higuera, nos verá en el lugar secreto de oración. Los ángeles del mundo de luz están cerca de aquellos que con humildad solicitan la dirección divina (El Deseado de todas las gentes, p. 114).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *