- noviembre 27, 2024
Miércoles 27 de noviembre – RECHAZAR LA FUENTE DE LA VIDA – LA FUENTE DE LA VIDA
LA FUENTE DE LA VIDA “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por…
LA FUENTE DE LA VIDA
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
Miércoles: 27 de noviembre
RECHAZAR LA FUENTE DE LA VIDA
Algunos de los relatos más tristes de toda la Escritura aparecen en el Evangelio de Juan. “La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la extinguieron. […] En el mundo estaba [aquel que es la Luz], y aunque el mundo fue hecho por él, el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, y los suyos no lo recibieron” (Juan 1:5, 10, 11). El “YO SOY” fue rechazado por muchos de los suyos.
No es de extrañar que Pablo advirtiera más tarde: “No pierdan, pues, su confianza” (Heb. 10:35). Como hemos visto una y otra vez, Cristo fue rechazado porque la gente no aceptó su Palabra.
“El modo de pensar humanista contemporáneo comienza con la duda. Las personas cuestionan todo para así poder determinar lo qué es verdad. Aceptan como conocimiento seguro aquello que sobrevive al fuego de la interrogación rigurosa: algo en lo cual tener fe. Algunos aplican el mismo método a la Biblia, sometiéndola a interrogatorio desde puntos de vista científicos, históricos, psicológicos, filosóficos, arqueológicos, o geológicos, para así determinar qué es verdadero o falso en la Biblia. El método en sí mismo se inicia y construye sobre la desconfianza en la veracidad de las Escrituras. Cristo preguntó: ‘Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?’ (Luc. 18:8)” (E. Edward Zinke y Roland Hegstad, La certeza de la Segunda Venida [Florida: ACES, 2000], pp. 82, 83).
Lee Números 13:23 al 33. ¿Cuál fue la diferencia entre los dos informes de los espías acerca de Canaán?
Números 13:23-33
23 Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo, y de las granadas y de los higos. 24 Y se llamó aquel lugar el Valle de Escol,[a] por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel. 25 Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días. 26 Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. 27 Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. 28 Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. 29 Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán. 30 Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. 31 Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. 32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.
El pecado de los hebreos en Cades Barnea fue dudar de la Palabra de Dios, quien les había ordenado que subieran y tomaran posesión de la tierra. Doce espías fueron enviados a Canaán para observar la tierra. Regresaron con dos informes. La mayoría dio un informe negativo: “Hay gigantes en la tierra, ciudades amuralladas, armas que nunca antes habíamos visto y ejércitos bien entrenados. Por el contrario, hemos sido esclavos en la tierra de Egipto, con poca experiencia militar”. Diez espías votaron que no debían avanzar, basándose en la abrumadora evidencia desde el punto de vista humano. Dos espías votaron que sí, basándose en su fe en el poder abrumador de la palabra de Dios.
¿Cómo podemos evitar cometer el mismo tipo de error? Por otra parte, ¿cómo evitamos caer en la presunción de hacer algo insensato creyendo que es la voluntad de Dios y que, por lo tanto, no podemos fracasar?
Comentarios Elena G.W
Cuando Cristo estaba sobre la tierra la gente se agolpaba para escucharlo. Sus palabras eran tan sencillas y claras que aun los menos ilustrados podían entenderle, y sus oyentes lo escuchaban embelesados. Esto enfurecía a los escribas y fariseos. Estaban llenos de envidia porque la gente escuchaba tan atentamente las palabras de este nuevo Maestro, y se propusieron quebrar su poder sobre la multitud. Comenzaron atacando su carácter, diciendo que había nacido en pecado, y que echaba fuera los demonios por medio del príncipe de los demonios. Así se cumplieron las palabras: «Me aborrecen sin causa». Salmo 69:4; véase Juan 15:25. Los dirigentes judíos difamaron y persiguieron a Aquel que es «señalado entre diez mil y todo él codiciable» (Alza tus ojos, p. 323).
Vivimos en un tiempo cuando con toda justicia puede preguntarse: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?» Lucas 18:8.
Oscuridad espiritual ha cubierto la tierra y densas tinieblas a las gentes. Hay escepticismo e incredulidad en muchas iglesias en cuanto a la interpretación de las Escrituras. Muchos, muchísimos, ponen en duda la veracidad y verdad de las Escrituras. El razonamiento humano y las imaginaciones del corazón humano están socavando la inspiración de la Palabra de Dios, y lo que debiera darse por sentado está rodeado con una nube de misticismo. Nada es claro, nítido e inamovible. Esta es una de las señales distintivas de los últimos días (Mensajes selectos, t. 1, p. 17).
Caleb y Josué, los dos que de entre los doce espías habían confiado en la palabra de Dios, se rasgaron las vestiduras en señal de duelo cuando se dieron cuenta de que los informes desfavorables habían causado el desaliento de todo el campamento. Se esforzaron por razonar con los israelitas; pero estos habían enloquecido y habían caído presa del desencanto y no quisieron escuchar a esos dos hombres. Finalmente Caleb se abrió paso hasta el frente y su clara y bien timbrada voz se oyó por encima del clamor de la multitud. Se opuso a la visión cobarde de sus compañeros espías que habían debilitado la fe y el coraje de todo Israel… Habló de la tierra que había visitado. Dijo: «Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos» Números 13:30. Pero los espías infieles lo interrumpieron, diciendo: «No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros». Números 13:31.
Esos hombres emprendieron un camino equivocado, dispusieron sus corazones contra Dios, contra Moisés y Aarón y contra Caleb y Josué. Cada paso que daban en la dirección equivocada los hacía más firmes en la decisión de desalentar al pueblo de cualquier intento de poseer la tierra de Canaán. Distorsionaron la verdad para llevar a cabo sus mortíferos propósitos…
Cuando el corazón de los hombres que ocupan posiciones de responsabilidad es vencido por la falta de fe ya no hay límites para su progreso en las malas acciones. Pocos son los que se dan cuenta, al iniciar este peligroso viaje, hasta qué punto los guiará Satanás (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 150, 151).