Miércoles 30 de octubre – LA REVELACIÓN DE JESÚS – EL TESTIMONIO DE LOS SAMARITANOS

EL TESTIMONIO DE LOS SAMARITANOS “Y decían a la mujer: ‘Ya no creemos solo por tu palabra, sino porque nosotros…

 Miércoles 30 de octubre – LA REVELACIÓN DE JESÚS – EL TESTIMONIO DE LOS SAMARITANOS

EL TESTIMONIO DE LOS SAMARITANOS

“Y decían a la mujer: ‘Ya no creemos solo por tu palabra, sino porque nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que en verdad este es el Salvador del mundo’ ” (Juan 4:42).

Miércoles: 30 de octubre

LA REVELACIÓN DE JESÚS

Lee Juan 4:16 al 24. ¿Qué hizo Jesús para mostrar a esta mujer que conocía sus secretos más profundos, y cómo respondió ella?

 

Juan 4:16-24

16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

La luz era demasiado cegadora para mirarla directamente. Aunque reconoce a Jesús como profeta, la mujer vuelve a practicar la evasión. Plantea a Jesús una cuestión de controversia religiosa entre judíos y samaritanos: el lugar adecuado para el culto.

En respuesta, Jesús señaló que los samaritanos no sabían lo que adoraban. Su culto era una síntesis de judaísmo y paganismo. Los judíos adoraban al Dios que se revela a sí mismo, otra admisión importante para un samaritano.

El culto al Dios verdadero no está ligado a un lugar. La discusión, por lo tanto, acerca del lugar de adoración era irrelevante. Puesto que Dios es espíritu, quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. La mujer aceptó la pura verdad transmitida por Jesús y estuvo dispuesta a recibir más luz.

Lee Juan 4:25 y 26. ¿Cómo le reveló Jesús su identidad?

 

Juan 4:25-26

25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

Este es el único pasaje en los cuatro evangelios donde Jesús dijo claramente a alguien que él era el Mesías antes de su juicio. No lo hizo a una gran multitud o a un personaje importante, sino a una anónima y solitaria mujer samaritana junto al pozo de Jacob. Él se interesa por cualquier alma que se siente apartada y sola.

Así, Jesús revela abiertamente quién es a esta mujer extranjera y de condición moral cuestionable. Y, tras mostrarle que conoce sus secretos más oscuros, le dio una gran razón para creer en él.

¿Qué debería decirnos esta historia acerca de por qué el evangelio debe derribar las barreras que los humanos creamos entre nosotros?

Comentarios Elena G.W

Jesús había empezado a derribar el muro de separación existente entre judíos y gentiles, y a predicar la salvación al mundo. Aunque era judío, trataba libremente con los samaritanos, y anulaba así las costumbres farisaicas de su nación. Frente a sus prejuicios, aceptaba la hospitalidad de este pueblo despreciado. Dormía bajo sus techos, comía en sus mesas —participando de los alimentos preparados y servidos por sus manos— enseñaba en sus calles, y lo trataba con la mayor bondad y cortesía (El Deseado de todas las gentes, p. 164).

La estada de Jesús en Samaria estaba destinada a ser una bendición para sus discípulos, que estaban todavía bajo la influencia del fanatismo judío. Creían que la lealtad a su propia nación requería de ellos que albergasen enemistad hacia los samaritanos. Les admiraba la conducta de Jesús. No podían negarse a seguir su ejemplo, y durante los dos días que pasaron en Samaria, la fidelidad a él dominó sus prejuicios; pero en su corazón no se conformaban. Tardaron mucho en aprender que su desprecio y odio debían ser reemplazados por la piedad y la simpatía. Pero después de la ascensión del Señor, recordaron sus lecciones con nuevo significado. Después del derramamiento del Espíritu Santo, recordaron la mirada del Salvador, sus palabras, el respeto y la ternura de su conducta hacia estos extraños despreciados. Cuando Pedro fue a predicar en Samaria, manifestó el mismo espíritu en su obra. Cuando Juan fue llamado a Éfeso y Esmirna, recordó el incidente de Siquem, y se llenó de gratitud hacia el divino Maestro, quien, previendo las dificultades que deberían arrostrar, les había ayudado por su propio ejemplo (El Deseado de todas las gentes, pp. 164, 165).

Tan pronto como halló al Salvador, la mujer samaritana trajo otros a él. Demostró ser una misionera más eficaz que los propios discípulos. Ellos no vieron en Samaria indicios de que era un campo alentador. Tenían sus pensamientos fijos en una gran obra futura, y no vieron que en derredor de sí había una mies que segar. Pero por medio de la mujer a quien ellos despreciaron, toda una ciudad llegó a oír del Salvador. Ella llevó enseguida la luz a sus compatriotas.

Esta mujer representa la obra de una fe práctica en Cristo. Cada verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero. El que bebe del agua viva, llega a ser una fuente de vida. El que recibe llega a ser un dador. La gracia de Cristo en el alma es como un manantial en el desierto, cuyas aguas surgen para refrescar a todos, y da a quienes están por perecer avidez de beber el agua de la vida (El Deseado de todas las gentes, p. 166).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *