- mayo 31, 2023
Miércoles 31 de mayo – LOS ENGAÑOS FINALES DE SATANÁS
LOS ENGAÑOS FINALES DE SATANÁS “Santifícalos en la verdad. Tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Miércoles: 31 mayo UN LLAMADO…
LOS ENGAÑOS FINALES DE SATANÁS
“Santifícalos en la verdad. Tu palabra es verdad” (Juan 17:17).
Miércoles: 31 mayo
UN LLAMADO A LA FIDELIDAD
El mensaje del segundo ángel en Apocalipsis 14 es: “ ‘¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia!’ ” En Apocalipsis 17, la mujer identificada como la Babilonia espiritual, vestida de púrpura y escarlata, cabalga sobre una bestia de color escarlata, hace circular su copa de vino y embriaga al mundo con el error. Iglesia y Estado se unen. La falsedad prevalece. Los demonios hacen sus milagros para engañar. El mundo se lanza a su conflicto final.
Al mismo tiempo, el pueblo de Dios es difamado, ridiculizado, oprimido y perseguido, pero en Cristo y por el poder de su Espíritu Santo, es firme en su compromiso. Todos los poderes del infierno y las fuerzas del mal no pueden quebrar su lealtad a Cristo. Está seguro en él. Él es su “amparo y fortaleza”, su “pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal. 46:1).
Dios está llamando a un pueblo del tiempo del fin a volver a ser fiel a su Palabra. Jesús oró: “Santifícalos en la verdad. Tu palabra es verdad” (Juan 17:17). La verdad de la Palabra de Dios, no la opinión humana ni la tradición, es la Estrella del Norte para guiarnos en esta hora crítica de la historia de la Tierra.
Esta es una declaración notable del Dr. Edward T. Hiscox, autor del Standard Manual for Baptist Churches [Manual de referencia para las Iglesias Bautistas]. En 1893, habló ante un grupo de cientos de pastores bautistas y los sorprendió con la explicación de cómo llegó el domingo a la iglesia cristiana.
“¡Qué lástima que [el domingo] venga etiquetado con la marca del paganismo, y bautizado con el nombre del dios Sol, luego adoptado y sancionado por la apostasía papal, y cedido como un legado sagrado al protestantismo!” (E. Hiscox, ante un congreso de pastores de Nueva York, 13 de noviembre de 1893).
Lee Ezequiel 20:1 al 20. ¿Cuál es la esencia del mensaje de Ezequiel aquí, y cómo encaja el sábado con este llamado a la fidelidad?
Ezequiel 20:1-20
1 Aconteció en el año séptimo, en el mes quinto, a los diez días del mes, que vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Jehová, y se sentaron delante de mí. 2 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 3 Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: ¿A consultarme venís vosotros? Vivo yo, que no os responderé, dice Jehová el Señor. 4 ¿Quieres tú juzgarlos? ¿Los quieres juzgar tú, hijo de hombre? Hazles conocer las abominaciones de sus padres, 5 y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: El día que escogí a Israel, y que alcé mi mano para jurar a la descendencia de la casa de Jacob, cuando me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, cuando alcé mi mano y les juré diciendo: Yo soy Jehová vuestro Dios; 6 aquel día que les alcé mi mano, jurando así que los sacaría de la tierra de Egipto a la tierra que les había provisto, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras; 7 entonces les dije: Cada uno eche de sí las abominaciones de delante de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy Jehová vuestro Dios. 8 Mas ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron obedecerme; no echó de sí cada uno las abominaciones de delante de sus ojos, ni dejaron los ídolos de Egipto; y dije que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en medio de la tierra de Egipto. 9 Con todo, a causa de mi nombre, para que no se infamase ante los ojos de las naciones en medio de las cuales estaban, en cuyos ojos fui conocido, actué para sacarlos de la tierra de Egipto. 10 Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto, 11 y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá. 12 Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. 13 Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá; y mis días de reposo profanaron en gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto para exterminarlos. 14 Pero actué a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado. 15 También yo les alcé mi mano en el desierto, jurando que no los traería a la tierra que les había dado, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras; 16 porque desecharon mis decretos, y no anduvieron en mis estatutos, y mis días de reposo profanaron, porque tras sus ídolos iba su corazón. 17 Con todo, los perdonó mi ojo, pues no los maté, ni los exterminé en el desierto; 18 antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos. 19 Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis estatutos, y guardad mis preceptos, y ponedlos por obra; 20 y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.
Ezequiel 20 es un llamado ferviente para que Israel abandone las prácticas paganas y adore al Creador y no a sus dioses falsos; en este caso, los “ídolos de Egipto”. En el mensaje de los tres ángeles, Dios hace un llamado similar a “adorar al Creador”, porque “ha caído Babilonia”. Y también, como sabemos, el sábado, y la fidelidad a él, jugarán un papel importante en los acontecimientos finales.
¿Qué lecciones podemos extraer para nosotros de lo que está escrito en Ezequiel 20:1 al 20? (Ver también 1 Cor. 10:11).
Comentarios Elena G.W
El tiempo presente es un momento de solemne privilegio y sagrada confianza. Si los siervos de Dios cumplen fielmente el cometido a ellos confiado, grande será su recompensa… La ferviente labor, el trabajo abnegado, el esfuerzo paciente y perseverante, serán recompensados abundantemente. Jesús dirá: Ya no os llamo siervos, sino amigos. Juan 15:15. El Maestro no concede su aprobación por la magnitud de la obra hecha, sino por la fidelidad manifestada en todo lo que se ha hecho. No son los resultados que alcanzamos, sino los motivos por los cuales obramos, lo que más importa a Dios. El aprecia sobre todo la bondad y la fidelidad (Obreros evangélicos, p. 282).
El fiel embajador de Cristo no se avergüenza de la bandera de la cruz. No deja de proclamar la verdad por impopular que sea. En todo lugar, a tiempo y fuera de tiempo, proclama las buenas nuevas de la salvación. Los misioneros de Dios son llamados a enfrentar peligros, a soportar privaciones y a sufrir vituperio por causa de la verdad. Pero en medio de los peligros, de las privaciones y del vituperio, aun deben mantener en alto la bandera.
El tercer ángel no proclama su mensaje en forma vacilante, ni susurrándolo. Clama con potente voz mientras vuela velozmente por el cielo. Esto demuestra que la obra de los siervos de Dios debe realizarse ferviente y rápidamente. Deben ser valientes testigos de la verdad. Sin nada que ensombrezca sus semblantes, con las cabezas levantadas, iluminados con los rayos del Sol de justicia que brilla sobre ellos, regocijándose de que la redención está cerca, salen proclamando el último mensaje de misericordia al mundo (Reflejemos a Jesús, p. 339).
Cada habitante de este mundo está sujeto a las leyes del gobierno de Dios. El Señor ha puesto el sábado en el centro del Decálogo y ha hecho de él la norma de la obediencia. Por su intermedio podemos aprender acerca del poder divino según está manifestado en sus obras y en su Palabra…
Los cristianos profesos que menosprecian el santo día de reposo de Dios y aceptan en cambio uno falso, hacen alarde de santidad. Pero el Señor declara que la santificación proveniente de él se concede solo a los que lo honran obedeciendo sus mandamientos. La santidad que aseveran poseer quienes permanecen en la transgresión es una santidad espuria. De esta manera el mundo religioso es engañado por el enemigo de Dios y del hombre…
Los hombres han buscado muchas mentiras. Han tomado un día común, al cual Dios no ha santificado, y lo han investido de características sagradas. Lo han proclamado como día santo, pero este hecho no le confiere la menor señal de santidad. Deshonran a Dios aceptando instituciones humanas y presentando al mundo como día de reposo cristiano un día cuya observancia no está avalada por la autoridad de un «Así dice Jehová» (Maranata: el Señor viene, p. 236).