- octubre 9, 2024
Miércoles 9 de octubre – LA CURACIÓN DEL CIEGO: PARTE 2 – SIGNOS DE DIVINIDAD
SIGNOS DE DIVINIDAD “Jesús respondió: ‘Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.…
SIGNOS DE DIVINIDAD
“Jesús respondió: ‘Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?’ ” (Juan 11:25, 26).
Miércoles: 9 de octubre
LA CURACIÓN DEL CIEGO: PARTE 2
Lee Juan 9:17 al 34. ¿Qué preguntas hicieron los líderes al ciego y cómo respondió él?
Juan 9:17-34
17 Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. 18 Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 20 Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació ciego; 21 pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. 22 Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él. 24 Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. 25 Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. 26 Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 27 Él les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? 28 Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. 29 Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ese, no sabemos de dónde sea. 30 Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. 31 Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye. 32 Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. 33 Si este no viniera de Dios, nada podría hacer. 34 Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron.
Esta larga sección de Juan 9 es la única parte del Evangelio en la que Jesús no es el actor principal, aunque ciertamente es el tema de discusión. Así como la cuestión del pecado dio inicio a la historia (Juan 9:2), los fariseos piensan que Jesús es un pecador porque sanó al ciego en sábado (Juan 9:16, 24), y calumnian al hombre sanado diciéndole: “En pecado eres nacido del todo” (Juan 9:34).
Se produce una curiosa inversión. El ciego ve cada vez más, no solo físicamente, sino también espiritualmente, a medida que crece su aprecio por Jesús y su fe en él. Los fariseos, por el contrario, se vuelven cada vez más ciegos en su entendimiento: primero, divididos acerca de Jesús (Juan 9:16); y luego, sin saber de dónde vino (Juan 9:29).
Mientras tanto, su relato de este milagro da a Juan la oportunidad de decirnos quién es Jesús. El tema de las señales en Juan 9 se entrecruza con otros temas del Evangelio. Juan reafirma que Jesús es la Luz del mundo (Juan 9:5; comparar con Juan 8:12). El relato también aborda el misterioso origen de Jesús. ¿Quién es? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su misión? (Juan 9:12, 29; comparar con Juan 1:14). La figura de Moisés, a la que se hace referencia en anteriores relatos de milagros, también aparece en este capítulo (Juan 9:28, 29; comparar con Juan 5:45, 46 y Juan 6:32). Por último, está el tema de la respuesta de la multitud. Algunos aman más las tinieblas que la luz, mientras que otros responden con fe (Juan 9:16-18, 35-41; comparar con Juan 1:9-16; 3:16-21; 6:60-71).
Lo que asusta aquí es la ceguera espiritual de los líderes religiosos. Un mendigo antes ciego puede declarar: “Desde el principio del mundo no se ha oído que nadie abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si este no fuera de Dios, nada podría hacer” (Juan 9:32, 33). Sin embargo, los líderes religiosos, los guías espirituales de la nación, quienes debieron ser los primeros en reconocer a Jesús y aceptarlo como el Mesías, no pueden verlo a pesar de toda la poderosa evidencia. En realidad, no quieren verlo. ¡Qué poderosa advertencia acerca de cómo nuestros corazones pueden engañarnos!
Lee 1 Corintios 1:26 al 29. ¿Cómo armoniza lo que Pablo escribe allí con lo que sucedió en esta escena, y cómo se aplica el mismo principio incluso ahora?
Comentarios Elena G.W
Todos los milagros que [Cristo] realizaba en sábado eran para aliviar al afligido, pero los fariseos habían procurado condenarlo como violador del sábado. Habían tratado de incitar a los herodianos contra él. Presentándoselo como procurando establecer un reino rival, consultaron con ellos en cuanto a cómo matarlo. Para excitar a los romanos contra él, se lo habían representado como tratando de subvertir su autoridad. Habían ensayado todos los recursos para impedir que influyera en el pueblo. Pero hasta entonces sus tentativas habían fracasado. Las multitudes que habían presenciado sus obras de misericordia y oído sus enseñanzas puras y santas, sabían que los suyos no eran los hechos y palabras de un violador del sábado o blasfemo. Aun los oficiales enviados por los fariseos habían sentido tanto la influencia de sus palabras que no pudieron echar mano de él. En su desesperación, los judíos habían publicado finalmente un edicto decretando que cualquiera que profesase fe en Jesús fuera expulsado de la sinagoga (El Deseado de todas las gentes, p. 496).
Debido al orgullo y la ambición de los hijos de los hombres, Dios ha preferido realizar sus grandiosas obras por medio de los instrumentos más sencillos y humildes. Dios no elige a los hombres a quienes el mundo honra como grandes, talentosos o brillantes. Elige a los que desean trabajar en humildad y sencillez, reconociéndolo como su Guía y la fuente de su fortaleza. El anhela que lo convirtamos en nuestro Protector y Guía en todos los deberes y asuntos de la vida…
El apóstol Pablo podía hacer frente a la elocuencia con la elocuencia, a la lógica con la lógica; podía participar inteligentemente en todas las controversias; pero, ¿estaba satisfecho con ese conocimiento mundanal? El escribe: «Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado» (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1083).
Cristo eligió lo insensato del mundo, a los que este consideraba indoctos e ignorantes, para confundir a los sabios. Los discípulos no conocían las tradiciones de los rabinos, pero con el ejemplo de Cristo, su Maestro, obtuvieron una educación de primer orden, porque tenían ante sí un Ejemplo divino. Cristo les fue presentando las verdades más elevadas.
A los que Dios emplea en su servicio, los prepara a su manera con el fin de que lo sirvan. Los que predican a Cristo deben aprender de él diariamente, para comprender el misterio de salvar y servir a las almas por las cuales él murió… Deben seguir su ejemplo en todo, para compartir con otros su tierna compasión, y su decidida oposición a toda obra mala (Cada día con Dios, p. 39).