Noviembre 12 – La revolución de los corazones – Virtuosa

«Aún no somos lo que seremos, pero estamos creciendo hacia él. Todavía no brillamos en gloria, pero todo se está…

 Noviembre 12 – La revolución de los corazones – Virtuosa

«Aún no somos lo que seremos, pero estamos creciendo hacia él. Todavía no brillamos en gloria, pero todo se está purificando».

Muchos historiadores, teólogos y biblistas han insistido en presentar a Jesús como un revolucionario político de su tiempo. Para ello se basaron en pasajes como la purificación del Templo (ver Juan 2:13-22).

Jesús fue acusado por los sacerdotes judíos de rebelde y agitador político contra Roma tras haber atacado violentamente el recinto del Templo, que era un edificio custodiado por la guardia romana.

Pero eso no significa que Jesús fuera un agitador político contra un yugo opresor; significa que así lo interpretaron aquellos dirigentes religiosos, que vieron en esa acusación su única vía para lograr hacer desaparecer al “molesto” Jesús. Permíteme desviarme del mensaje al que quiero llegar, para hacerte unas preguntas:

Si eres líder de iglesia, ¿cómo percibes a las personas que son críticas con ella?¿Interpretas sus comentarios como ataques violentos contra la iglesia?¿Abres tu mente para pensar que puede ser el amor lo que los mueve; el celo que los consume por la causa del evangelio (ver Juan 2:17)?

¿Actúas contra ellos, para perder de vista a esas personas molestas? ¿O les muestras amor?Observando la figura de Jesús a la luz de los Evangelios en su conjunto, parece evidente que no fue un revolucionario político, sino un revolucionario de los corazones a través del poder de la convicción. Su vida, su ministerio y sus palabras señalan a su deseo de que tengamos un mayor nivel de consciencia de quiénes somos, quién es Dios, para qué y por qué estamos aquí y, en función de estas convicciones profundas, vivamos una vida que dé testimonio del Padre.

Dos mil años después, cuánta falta nos sigue haciendo experimentar una revolución profunda del corazón. No se trata de posicionarnos políticamente ni de polarizarnos respecto a enfoques de liderazgo en la iglesia; se sigue tratando de tener ese conocimiento íntimo de Jesús que cambie la esencia de lo que somos, nos libere de ideas preconcebidas y nos lleve a albergar convicciones que nos permitan “amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente […] y a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:37-39). Por cierto, palabras de Jesús.

“[Jesús] no necesitaba que nadie le dijera nada acerca de la gente, pues él mismo conocía el corazón del hombre” (Juan 2:25).

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