El 12 de julio de 2017 apareció el siguiente titular en la prensa: “La neurociencia encuentra el vínculo entre generosidad y felicidad”. No fue nada nuevo para mí, que por experiencia hace años descubrí la satisfacción de dar sin que te pidan y sin esperar nada a cambio. Pero sí me pareció una gran noticia.
Según una investigación de la Universidad de Lubeck, en Alemania, publicada en la revista Nature, existe una interacción directa entre las zonas del cerebro responsables de la generosidad y las zonas responsables de la felicidad. Esto explicaría por qué, aun a veces a costa de alguna pérdida económica o personal, podemos sentirnos felices renunciando a algo propio para beneficio ajeno.
Me pregunto si esta noticia pondrá de moda el altruismo. Ojalá sea así. El estudio, dirigido por la profesora de Psicología Soyoung Park, analizó el cerebro de cincuenta personas. Cada una de ellas recibió una suma de dinero durante cuatro semanas. A la mitad de los participantes, se les dio la instrucción de que debían gastarlo en ellos mismos; a la otra, se les indicó que debían darlo o gastarlo en otra persona.
Transcurrido el tiempo, se sometió a los cincuenta a una resonancia magnética, que es una imagen de la actividad del cerebro. Los que habían gastado el dinero en los demás mostraron una actividad cerebral mucho mayor en la zona vinculada a los cambios en la felicidad. Dicho en otras palabras: ser generoso provoca cambios en nuestro estado de ánimo. Cambios a mejor, obviamente; cambios hacia ser más felices.
Me pregunto por qué nuestra sociedad no promueve más las actitudes de generosidad, desprendimiento, liberalidad y altruismo, y prefiere potenciar las motivaciones egoístas, la individualidad y el materialismo. Ahora que lo pienso, eso explica por qué abunda tanto la infelicidad. Menos pastillas y más generosidad me parece un lema interesante para el día de hoy, el de mañana y para cada día. Porque yo —lo tengo claro— quiero ser feliz y hacer felices a las personas que me rodean.
De épocas y tierras lejanas, traigo a colación las palabras de Jesús: “Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta” (Luc. 6:38).
Y eso que nos dará no serán fajos de billetes, serán toneladas de plenitud mental, salud espiritual, satisfacción personal y felicidad. Eso es, claro está, si damos a los demás con generosidad (y sin que nos pidan).
“El que es generoso, prospera” (Proverbios 11:25).