Cuenta un chiste que un hijo le dice a su madre: “Mamá, papá dice que venimos del mono y tú dices que hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza, ¿qué debo creer?”. La mamá le responde: “Hijo, papá te habla de su lado de la familia, yo te hablo del mío”.
A veces el humor nos ayuda a entender algo muy serio. Hoy sábado, celebramos la creación de Dios descansando en el día que él creó para nosotros, y te propongo reflexionar sobre nuestro origen. Porque existe una inmensa diferencia entre considerarse a una misma como la obra maestra de Dios o como una mera descendiente del mono; resultado de la cuidadosa planificación de un Padre de amor o fruto del puro azar y la evolución natural de las especies; privilegiada por poder acercarnos al Señor para alabarlo o abandonada a la soledad por un mono distante que ni siquiera se hubiera podido comunicar mediante palabras.
Comprender que venimos de las manos del Creador es, de hecho, el fundamento de la verdadera autoestima (tenemos un valor infinito) y del respeto hacia el prójimo (que tiene exactamente el mismo valor que yo).
Así como una pareja desea tener hijos como manifestación natural del amor que sienten el uno hacia el otro, Dios, que es amor (1 Juan 4:8), deseó manifestar ese amor a través de su creación. Es por su amor que existimos; es en su amor que nos movemos y somos (Hech. 17:28).
Por creación, tú tienes un valor infinito, los demás seres humanos son tus hermanos, y el planeta es digno de ser conservado para que las futuras generaciones tengan el entorno más parecido al Edén posible.
“El relato de la creación revela que, en vez de llegar a la existencia por evolución ciega, todo fue creado con un propósito. […] Si comprendemos que fuimos creados con una razón específica, la vida se convierte en algo lleno de riqueza y significado, y se desvanece el doloroso vacío y descontento que tantos expresan, siendo reemplazado por el amor de Dios”.180
Feliz sábado.
“Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre. Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho” (Salmos 139:13, 14).
180 Creencias de los adventistas del séptimo día (Boise, Idaho: Pacific Press, 2006), p. 83.