Cuenta una anécdota que una mujer está mirando por la ventana de su casa cómo su vecina cuelga a secar la ropa de sus hijos, a pesar de que aún tiene grandes manchas. “Mira qué mal lava la vecina la ropa de sus niños; qué mala madre es”, le comenta a su esposo.
Al día siguiente, mira de nuevo por la ventana y ve a la vecina colgando unas sábanas también llenas de manchas. “Qué manera de lavar, pero mira que la vecina es sucia”, le comenta a su esposo. Al otro día, de nuevo mira por la ventana y ve la ropa de la vecina colgada, pero esta vez impecablemente limpia. “Vaya, parece que por fin la vecina aprendió a lavar”, le comenta a su esposo. A lo que él responde: “No, amor, yo limpié nuestra ventana”.
Con qué facilidad señalamos defectos ajenos cuando lo que está fallando es nuestra percepción, ese filtro mental que nos lleva a conclusiones duras cuando de juzgar a otros se trata. ¡Y con qué facilidad comentamos esas conclusiones sin pasarlas primero por otro filtro! El problema en realidad es sencillo: necesitamos limpiar nuestra propia ventana. ¿Cómo?
Empezando por no colocarnos a nosotras mismas por encima de los demás, como si fuéramos superiores cuando, en realidad, comparativamente hablando, el problema del otro es apenas una mota de polvo respecto a la viga que hay en nuestro ojo. Y es que creernos más que los demás es vivir tras un cristal terrible. Necesitamos que alguien nos lo limpie. Ese alguien es Jesús.
Precisamente Jesús nos advierte: “¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano” (Mat. 7:3-5, LBLA).
¡Este sí es un buen filtro! “La cuestión aquí no es que dejemos de evaluar si algo está bien o mal, sino que no asumamos una actitud de superioridad hacia nadie”.183 Porque, como dijo el mismo Jesucristo: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. La cuestión aquí es que, cuanto más se juzga, menos se ama.184
“¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7:3, LBLA).
183 Comentario bíblico de Andrews, nota a Mateo 7:1-6. 184 Frase de Honoré de Balzac.