Noviembre 28 – CON LA PAZ – Mi Vida Hoy

Nos embarcamos en una nave pequeña que nos conduciría por el canal y nos llevaría hasta la costa de Dinamarca. Allí me destinaron un camarote con dos sofás, cerrado por pesados cortinados, comodidades estas que me parecieron innecesarias para un viaje de sólo seis horas. Sin embargo tuvimos ocasión de cambiar de parecer antes de llegar a destino. La primera hora la pasamos sobre cubierta en el camarote destinado a las damas, que era muy bonito y bien amueblado. El tiempo era bueno, el mar, sereno, y esperábamos gozar de un viaje agradable. Pero poco después el capitán pasó por el camarote, y nos aconsejó que bajáramos inmediatamente y nos acostáramos, porque íbamos a entrar en mar picado. Obedecimos muy a pesar nuestro. Al poco tiempo el barco empezó a balancearse violentamente; apenas podíamos mantenernos sobre el sofá. Yo me sentía muy mal; de pronto transpiraba profusamente, como si todo el organismo luchara por librarse del terrible malestar, y luego me sentía dominada por un mareo inmortal…

La muerte parecía estar a un paso; pero sentí que podía aferrarme de la mano de Jesús con la firme mano de la fe. El que sostiene las aguas en el hueco de su palma podía sostenernos en medio de la tempestad. Las olas del abismo obedecen su voz: “Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante, y ahí parará la hinchazón de tus ondas.” Recordé cómo Jesús calmó los temores de sus discípulos al apaciguar el tormentoso mar de Galilea; ¿tendría temor por lo tanto de confiar en la protección del que me había asignado mí tarea? Mi corazón se mantuvo en perfecta paz porque confió en él. La lección de confianza que aprendí en esas breves horas fue preciosísima. He descubierto que todas las pruebas de la vida me enseñan una nueva lección en cuanto a mi necesidad de sostenerme y confiar en el Padre celestial. Podemos creer que Dios estará con nosotros en todas partes, y en todos los momentos de prueba podemos asirnos de esa mano todopoderosa. (Historical Sketches:221) (347)