Sábado 1 de julio – EL GRAN PLAN CRISTOCÉNTRICO DE DIOS

EL GRAN PLAN CRISTOCÉNTRICO DE DIOS “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos…

 Sábado 1 de julio – EL GRAN PLAN CRISTOCÉNTRICO DE DIOS

EL GRAN PLAN CRISTOCÉNTRICO DE DIOS

“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda bendición espiritual en los cielos” (Efe. 1:3).

Sábado: 1 de julio

EL GRAN PLAN CRISTOCÉNTRICO DE DIOS

Veinticinco años después de convertirse en la primera persona en caminar sobre la Luna, Neil Armstrong escribió una nota de agradecimiento al equipo creativo que diseñó el traje espacial, la Unidad de Movilidad Extravehicular (EMU, por las siglas en inglés), en el que dio esos pasos históricos. Armstrong lo llamó “el diseño espacial más fotografiado de la historia”, y bromeó con que logró ocultar a “su feo ocupante”, y agradeció al “equipo EMU”, en el Centro Espacial Johnson, por el traje “resistente, confiable, y hasta se podría decir encantador” que le preservó la vida, y les envió “un cuarto de siglo de agradecimientos y felicitaciones”.

Pablo comienza su carta a los Efesios con una majestuosa nota de agradecimiento, alabando a Dios por las bendiciones que ha derramado; bendiciones tan esenciales para la vida de los creyentes como lo es un traje espacial para alguien que camina sobre la Luna. Pablo argumenta que Dios ha estado obrando en estas bendiciones esenciales desde “antes de la creación del mundo” (Efe. 1:4), y alaba a Dios por obrar a lo largo de los siglos en favor de los creyentes.

Esta introducción de Pablo hace que Efesios sea especialmente valiosa para ilustrar cómo adorar y alabar a Dios por las tantas bendiciones que él ha provisto.

Comentarios Elena G.W

En las bendiciones que nuestro Padre celestial nos ha otorgado podemos discernir innumerables pruebas de un amor que es infinito y una tierna compasión que sobrepasa el amor suspirante de una madre por su hijo descarriado. Cuando estudiemos el carácter divino a la luz de la cruz veremos misericordia, ternura y perdón mezcladas con equidad y justicia. Como el apóstol Juan exclamaremos: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios». 1 Juan 3:1. En medio del trono veremos las marcas en las manos, en los pies y en el costado del sufrimiento que reconcilió al hombre con Dios y a Dios con el hombre. La misericordia inigualable nos revela un Padre infinito, que mora en una luz inalcanzable, y sin embargo, nos recibe por los méritos de su hijo. La nube de venganza que solo amenazaba con miseria y desesperación, a la luz reflejada de la cruz revela la escritura de Dios: «Vive, pecador, vive. Almas penitentes y creyentes, vivid. He pagado el rescate» (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 452).

El Señor Jesús. los ama. Si dudan de su amor, miren al Calvario. La luz que refleja la cruz muestra la magnitud de ese amor que ninguna lengua puede expresar.

Las mercedes de Dios os rodean a cada momento; y os sería provechoso considerar cómo y de dónde os vienen las bendiciones cada día. Permitid que las preciosas bendiciones de Dios despierten gratitud en vosotros. No podéis enumerar las bendiciones de Dios, la constante bondad amorosa de que os hace objeto, porque son tan abundantes como las refrescantes gotas de la lluvia. Hay nubes de gracia suspendidas, listas para derramarse sobre vosotros. Si apreciarais el valioso don de la salvación, seríais sensibles a la diaria vivificación de la protección y el amor de Jesús; seríais guiados por los caminos de la paz (Sons and Daughters of God, p. 340, parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p 342).

La religión que proviene de Dios es la única que conducirá a Dios. A fin de servirle debidamente, debemos nacer del Espíritu divino. Esto purificará el corazón y renovará la mente, dándonos una nueva capacidad para conocer y amar a Dios. Nos inspirará una obediencia voluntaria a todos sus requerimientos. Tal es el verdadero culto. Es el fruto de la obra del Espíritu Santo. Por el Espíritu es formulada toda oración sincera, y una oración tal es aceptable para Dios. Siempre que un alma anhela a Dios, se manifiesta la obra del Espíritu, y Dios se revelará a esa alma. Él busca adoradores tales. Espera para recibirlos y hacerlos sus hijos e hijas (El Deseado de todas las gentes, pp. 159, 160).

Elena G.W

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