El 26 de noviembre de 1885, la Sra. White salió de Basilea rumbo a Torre Péllice, Italia… La Sra. White permaneció en Torre Péllice por tres semanas, habló a la gente diez veces y visitó algunos de los lugares donde los valdenses, huyendo de sus perseguidores, habían sido seguidos y capturados, torturados y muertos. Refiriéndose a estos incidentes, ella escribió:
«Si sus voces [de los valdenses] pudieran escucharse, ¡qué historia contarían las montañas eternas que rodean estos valles, acerca de los sufrimientos del pueblo de Dios, debido a su fe! ¡Qué historia de la visita de ángeles no reconocidos por estos fugitivos cristianos! Una y otra vez los ángeles han hablado con hombres, como un hombre habla con su amigo, y los han guiado a lugares de seguridad. Repetidamente las palabras animadoras de ángeles han renovado los espíritus caídos de los fieles, y conducido sus mentes por encima de las cumbres de las más elevadas montañas, haciéndoles contemplar por la fe los mantos blancos, las coronas y las palmas de victoria que los vencedores recibirán cuando rodeen el gran trono blanco» (Notas biográficas de Elena G. de White, pp. 318, 319).
Siempre que por la fe en el Cordero de Dios, un alma renuncie a servir al pecado, se enciende la ira de Satanás. La vida santa de Abel desmentía el aserto de Satanás de que es imposible para el hombre guardar la ley de Dios.
Cuando Caín, movido por el espíritu malo, vio que no podía dominar a Abel, se enfureció tanto que le quitó la vida. Y dondequiera haya quienes se levanten para vindicar la justicia de la ley de Dios, el mismo espíritu se manifestará contra ellos. Es el espíritu que a través de las edades ha levantado la estaca y encendido la hoguera para los discípulos de Cristo. Pero las crueldades perpetradas contra ellos son instigadas por Satanás y su hueste porque no pueden obligarlos a que se sometan a su dominio. Es la ira de un enemigo vencido. Todo mártir de Jesús murió vencedor. El profeta dice: «Ellos le han vencido [«la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás»] por la sangre del Cordero, y por la palabra de su testimonio; y no han amado sus vidas hasta la muerte». Apocalipsis 12:11, 9 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 62, 63).
Entre los habitantes de la tierra hay, dispersos en todo país, quienes no han doblado la rodilla ante Baal. Como las estrellas del cielo, que solo se ven de noche, estos fieles brillarán cuando las tinieblas cubran la tierra y densa oscuridad los pueblos. En la hora de la más profunda apostasía, cuando se esté realizando el supremo esfuerzo de Satanás para que «todos… pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos» Apocalipsis 13:16 reciban, so pena de muerte, la señal de lealtad a un falso día de reposo, estos fieles… resplandecerán «como luminares en el mundo». Filipenses 2:15. Cuanto más oscura sea la noche, mayor será el esplendor con que brillarán (Maranata: el Señor viene, p. 194).