Sábado 12 de abril – IMÁGENES TOMADAS DEL MATRIMONIO

IMÁGENES TOMADAS DEL MATRIMONIO “Y él me dijo: ‘Escribe: “¡Bienaventurados los llamados a la cena de bodas del Cordero!” ’…

 Sábado 12 de abril – IMÁGENES TOMADAS DEL MATRIMONIO

IMÁGENES TOMADAS DEL MATRIMONIO

“Y él me dijo: ‘Escribe: “¡Bienaventurados los llamados a la cena de bodas del Cordero!” ’ Además me dijo: ‘Estas son palabras verdaderas de Dios’ ” (Apoc. 19:9).

Sábado: 12 de abril

IMÁGENES TOMADAS DEL MATRIMONIO

La Biblia contiene muchas historias de amor que revelan poderosamente diversos aspectos de la salvación y del amor de Dios hacia su pueblo. El matrimonio, la más íntima de las relaciones, es una escuela en la que, si

participamos de ella de acuerdo con el modelo original de Dios, podemos descubrir profundas lecciones acerca de su amor por nosotros, de nuestra relación con él y de lo que ha hecho para redimirnos.

Las ideas modernas acerca del amor y del matrimonio han distorsionado nuestra capacidad de apreciar lo que Dios intenta enseñarnos por medio de la unión matrimonial. Aunque la pecaminosidad humana ha pervertido enormemente el matrimonio, aún es un poderoso vehículo para comunicar la verdad, incluso la verdad profética. Además de promover la dicha humana, el matrimonio debería ser una escuela en la que aprendamos profundas lecciones acerca de nosotros mismos y de nuestra relación con Dios.

Esta semana veremos lo que la Palabra de Dios dice acerca del matrimonio y analizaremos ejemplos de matrimonios bíblicos adecuados e inadecuados. Esto nos ayudará a comprender cómo se relaciona Dios con su pueblo, incluso cuando este lo decepciona. Además, aprenderemos algunas lecciones acerca de su amor que nos servirán para entender mejor los eventos de los últimos días.

Comentarios Elena G.W

El amor verdadero es un principio santo y elevado, por completo diferente en su carácter del amor despertado por el impulso, que muere de repente cuando es severamente probado. Mediante la fidelidad al deber en la casa paterna, los jóvenes deben prepararse para formar su propio hogar. Practiquen allí la abnegación propia, la amabilidad, la cortesía y la compasión del cristianismo. El amor se conservará vivo en el corazón, y los que salgan de tal hogar para ponerse al frente de su propia familia, sabrán aumentar la felicidad de la persona a quien hayan escogido por compañero o compañera de su vida. Entonces el matrimonio, en vez de ser el fin del amor, será su verdadero principio (Historia de los patriarcas y profetas, p. 174).

El amor es un precioso don que recibimos de Jesús. El afecto puro y santo no es un sentimiento, sino un principio. Los que son movidos por el amor verdadero no carecen de juicio ni son ciegos. Enseñados por el Espíritu Santo, aman supremamente a Dios y a su prójimo como a sí mismos.

Los que piensan en casarse deben pesar cada sentimiento y cada manifestación del carácter de la persona con quien se proponen unir su suerte. Cada paso dado hacia el matrimonio debe ser acompañado de modestia, sencillez y sinceridad, así como del serio propósito de agradar y honrar a Dios. El matrimonio afecta la vida ulterior en este mundo y en el venidero. El cristiano sincero no hará planes que Dios no pueda aprobar.

Si gozáis de la bendición de tener padres temerosos de Dios, consultadlos. Comunicadles vuestras esperanzas e intenciones, aprended las lecciones que la vida les enseñó y os ahorraréis no pocas penas. Sobre todo, haced de Cristo vuestro consejero. Estudiad su Palabra con oración (El ministerio de curación, pp. 276, 277).

Cristo vino a nuestro mundo para hacer brillar la luz del cielo en medio de las tinieblas morales. Vino a hacer comprender a hombres y mujeres que la institución del matrimonio es sagrada. Su presencia en Caná dio un alto respaldo a esta ordenanza. La mujer debe respetar a su marido. El esposo debe amar y cuidar a su esposa; y así como su voto matrimonial los une como uno solo, así su creencia en Cristo debe hacerlos uno en él. ¿Qué puede agradar más a Dios que ver a los que entran en la relación matrimonial procurar aprender juntos de Jesús e imbuirse cada vez más de su Espíritu? (Manuscript Releases, t. 14, «The Marriage at Cana», párr. 6).

Elena G.W

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