Satanás está presentando constantemente incentivos al pueblo escogido de Dios para desviar su atención de la obra solemne de prepararse para las escenas que le esperan en el futuro cercano. El es, en todo sentido de la palabra, un engañador, un hábil seductor. Cubre sus planes y trampas con mantos de luz sacados del cielo. Tentó a Eva a comer de la fruta prohibida, haciéndole creer que con ello obtendría grandes ventajas… Satanás tiene muchas redes peligrosas de fina trama, que parecen inocentes, pero con las cuales se prepara hábilmente para engañar al pueblo de Dios (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 480).
Cuando los hombres, tentados por Satanás, cometen faltas, y sus palabras y comportamiento no son cristianos, tal vez no vean su condición, porque el pecado es engañador, y tiende a amortecer las percepciones morales. Pero mediante el examen de sí mismos, la investigación de las Escrituras y la humilde oración, con la ayuda del Espíritu Santo, serán capacitados para ver su error. Si entonces confiesan sus pecados y los abandonan, el tentador no les parecerá como ángel de luz, sino como un engañador.
Los que reciben el reproche y la corrección como de Dios, y así pueden ver y corregir sus errores, están aprendiendo preciosas lecciones aun de sus errores. Su fracaso aparente se vuelve victoria. Se levantan, no confiando en su propia fuerza sino en el poder de Dios. Tienen seriedad, celo y afecto, unidos a la humildad y regulados por los preceptos de la Palabra de Dios. No caminan tambaleantes, sino seguros, por un sendero donde brilla la luz del cielo (That I May Knovv Him, p. 239; parcialmente en A fin de conocerle, 21 de agosto, p. 238).
Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida. Juan 8:12.
Todos aquellos que viajan por el camino al cielo, necesitan un guía seguro. Nosotros no debemos andar en la sabiduría humana. Es nuestro privilegio escuchar a la voz de Cristo hablándonos a medida que realizamos el viaje, y sus palabras son siempre palabras de sabiduría…
Satanás está trabajando con gran diligencia para labrar la ruina de las almas de los hombres. Ha descendido con gran poder, sabiendo que le queda poco tiempo. Nuestra única seguridad está en seguir estrechamente junto a Cristo, caminando en su sabiduría y practicando su verdad. Nosotros no siempre podemos detectar rápidamente la obra satánica; no sabemos adónde coloca sus trampas. Pero Jesús comprende las sutiles artes del enemigo, y puede mantener nuestros pies por el camino seguro… «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida» (Juan 14:6), declara Cristo (Nuestra elevada vocación, 10 de enero, p. 18).