Sábado 21 de octubre – COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS

COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros. Que se amen así…

 Sábado 21 de octubre – COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS

COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS

“Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros. Que se amen así como yo los he amado. En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros” (Juan 13:34, 35).

Sábado: 21 de octubre

COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS

Desde el comienzo, Abraham quiso que Dios lo utilizara para la misión. Esta verdad se hace evidente, por ejemplo, en Génesis 18, cuando Dios le advirtió lo que sucedería con Sodoma y Gomorra. “Nada hace Dios, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Y en la historia de Sodoma y Gomorra, “su siervo el profeta” era Abraham.

Abraham estaba descansando durante el calor del día cuando vio a tres viajeros. “Abraham no había visto en sus huéspedes más que tres viajeros cansados, sin imaginarse que entre ellos había Uno a quien podía adorar sin cometer pecado” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 133). No obstante, Abraham pronto se comprometió personalmente con la misión de Dios, al orar e interceder por el pueblo de Sodoma y Gomorra, procurando su salvación. En cierto sentido, si la misión no consiste en eso, ¿en qué consiste?

A lo largo de este capítulo, se revelan tres grandes cualidades espirituales de Abraham: la hospitalidad, el amor y la oración, cualidades que también pueden ser de gran ayuda en la misión.

Comentarios Elena G.W

El que proclama ser cristiano debería examinarse a sí mismo y ver si es tan bueno y considerado con sus semejantes como desea que estos lo sean con él… Cristo enseñó que la posición social o la riqueza no deberían hacer diferencia en nuestro trato mutuo y que a la vista del Cielo todos somos hermanos. Las posesiones terrenales o el honor mundanal no cuentan en la valuación que Dios hace del hombre. Creó a todos los hombres iguales. No hace acepción de personas. Valora a un hombre de acuerdo con la virtud de su carácter.

El poseer verdadera piedad significa amarse uno al otro, ayudar el uno al otro, manifestar la religión de Jesús en nuestras vidas. Debemos ser conductos santificados a través de los cuales fluya el amor de Cristo hacia los que necesitan ayuda. El que se aproxima más a la obediencia de la ley divina prestará un mayor servicio a Dios. El que sigue a Cristo, obrando de acuerdo con su bondad, su compasión, su amor por la familia humana, será aceptado por Dios como un obrero juntamente con él (In Heavenly Places, p. 287; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 289).

El fundamento de nuestra esperanza en Cristo es el hecho de que nos reconozcamos a nosotros mismos como pecadores necesitados de restauración y redención. Porque somos pecadores tenemos ánimo para reclamarlo como nuestro Salvador. Por lo tanto, prestemos atención, no sea que tratemos a los que yerran en forma tal que manifieste que no tenemos necesidad de redención. No delatemos, condenemos y destruyamos como si nosotros fuéramos perfectos. La obra de Cristo es reparar, curar, restaurar. Dios es amor en sí mismo, en su misma esencia. El… no da a Satanás ocasión de triunfo por presentar la peor apariencia o por exponer nuestras debilidades a nuestros enemigos (En los lugares celestiales, p. 293).

Dios ha dado a sus siervos un conocimiento precioso de su verdad y desea que se unan estrechamente a Jesús y, con compasión, se acerquen a sus hermanos para poder hacer con ellos todo el bien que esté en su poder. El Redentor del mundo no buscó su propio placer, sino que anduvo de aquí para allá haciendo el bien. Se vinculó estrechamente con el Padre para poder unir sus fuerzas y así cargar con las almas de los hombres para salvarlos de la ruina eterna. De manera similar, sus siervos deberían cultivar la espiritualidad si esperan tener éxito en su labor.

Jesús se apiadó tanto de los pobres pecadores que abandonó los atrios celestiales y puso a un lado las vestiduras reales, humillándose a sí mismo hasta la humanidad, para poder familiarizarse con las necesidades del hombre y ayudarlo a levantarse sobre la degradación de la caída. Puesto que ha dado al hombre una evidencia tan incuestionable de su amor y su compasión más tierna, ¡cuán importante es que sus representantes imiten su ejemplo al acercarse a sus compañeros y ayudarlos a formar un verdadero carácter cristiano! (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 264, 265).

Elena G.W

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