Sábado 29 de julio – EL MISTERIO DEL EVANGELIO

EL MISTERIO DEL EVANGELIO “A aquel que es poderoso para hacer infinitamente más que todo cuanto pedimos o entendemos, por…

 Sábado 29 de julio – EL MISTERIO DEL EVANGELIO

EL MISTERIO DEL EVANGELIO

“A aquel que es poderoso para hacer infinitamente más que todo cuanto pedimos o entendemos, por el poder que actúa en nosotros; a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones y por los siglos de los siglos. Amén” (Efe. 3:20, 21).

Sábado: 29 de julio

EL MISTERIO DEL EVANGELIO

En Efesios 3, Pablo comienza con un tema que ya había mencionado anteriormente: “que los gentiles sean coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio” (Efe. 3:6). Y, aunque eso podría no ser una gran sorpresa para la iglesia de hoy, compuesta en su mayoría por gentiles, era algo que parecía radicalmente nuevo para muchos de sus lectores de aquel entonces.

 Luego, el apóstol Pablo continúa con sus palabras inspiradas, mientras reflexiona sobre su pasión por predicar el evangelio de Jesús a los gentiles.

 También estudiamos acerca de las dificultades que imperaban en ese entonces para extender ese ministerio; dificultades que abarcan un período en una prisión romana.

 Y además oímos de su compromiso con el misterio central del evangelio: en la iglesia, los gentiles están en pie de igualdad con sus hermanos judíos. Sentimos su entusiasmo por la iglesia y la misión cósmica que esta tiene. Lo escuchamos orar, alabando a Dios por expresar su gracia mediante la iglesia.

 En síntesis, nos unimos a Pablo en su pasión por el evangelio.

Comentarios Elena G.W

Jesús anhelaba revelar los profundos misterios de la verdad que habían quedado ocultos durante siglos, a fin de que los gentiles fuesen coherederos con los judíos y «consortes de su promesa en Cristo por el evangelio». Efesios 3:6. Los discípulos tardaron mucho en aprender esta verdad, y el Maestro divino les dio lección tras lección. Al recompensar la fe del centurión en Capernaúm y al predicar el evangelio a los habitantes de Sicar, había demostrado ya que no compartía la intolerancia de los judíos. Pero los samaritanos tenían cierto conocimiento de Dios; y el centurión había manifestado bondad hacia Israel. Ahora Jesús relacionó a los discípulos con una pagana a quien ellos consideraban tan desprovista como cualquiera de su pueblo de motivos para esperar favores de él. Quiso dar un ejemplo de cómo debía tratarse a una persona tal. Los discípulos habían pensado que él dispensaba demasiado libremente los dones de su gracia. Quería mostrarles que su amor no había de limitarse a raza o nación alguna…

Este acto reveló con mayor plenitud a los discípulos la labor que les esperaba entre los gentiles. Vieron un amplio campo de utilidad fuera de Judea. Vieron almas que sobrellevaban tristezas desconocidas para los que eran más favorecidos. Entre aquellos a quienes se les había enseñado a despreciar, había almas que anhelaban la ayuda del gran Médico y que tenían hambre por la luz de la verdad que había sido dada en tanta abundancia a los judíos (El Deseado de todas las gentes, pp. 368, 369).

Los siervos de Dios no reciben honores ni reconocimiento del mundo. Esteban fue apedreado porque predicaba a Cristo y Cristo crucificado. Pablo fue encarcelado, azotado, apedreado y finalmente muerto, porque era un fiel mensajero de Dios a los gentiles. El apóstol Juan fue desterrado a la isla de Patmos, «por la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo». Apocalipsis 1:9. Estos ejemplos humanos de constancia en la fuerza del poder divino, son para el mundo un testimonio de la fidelidad de Dios a sus promesas, de su constante presencia y gracia sostenedora…

Los héroes de Dios, poseídos de la fe, reciben una herencia de mayor valor que cualesquiera riquezas terrenas, una herencia que satisfará los anhelos del alma. Pueden ser desconocidos e ignorados por el mundo, pero en los libros del cielo están anotados como ciudadanos del reino de Dios, y serán objeto de una excelsa grandeza, de un eterno peso de gloria.

La obra mayor, el esfuerzo más noble a que puedan dedicarse los hombres, es mostrar el Cordero de Dios a los pecadores (Obreros evangélicos, pp. 18, 19).

Elena G.W

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