Sábado 29 de junio – EL COMIENZO DEL EVANGELIO

EL COMIENZO DEL EVANGELIO “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios.…

 Sábado 29 de junio – EL COMIENZO DEL EVANGELIO

EL COMIENZO DEL EVANGELIO

“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios. Decía: ‘El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse, y crean al evangelio!’ ” (Mar. 1:14, 15).

Sábado: 29 de junio

EL COMIENZO DEL EVANGELIO

¿Quién escribió el Evangelio de Marcos y por qué fue escrito? Ninguno de los e los evangelios registra el nombre de su autor. El que más se acerca a ello es el de Juan, que hace referencia al discípulo amado (Juan 21:20, 24). Sin embargo, desde la antigüedad, cada evangelio fue asociado con un apóstol (Mateo, Juan) o con un compañero de algún apóstol. Por ejemplo, al Evangelio de Lucas se lo asocia con Pablo (ver Col. 4:14; 2 Tim. 4:11; File. 1:24); al Evangelio de Marcos se lo vincula con Pedro (1 Ped. 5:13).

Aunque el autor del Evangelio de Marcos nunca da su nombre en el texto, la tradición de la iglesia primitiva indica que se trató de Juan Marcos, un compañero ocasional de viaje de Pablo y Bernabé (Hech. 13:2, 5), y luego un asociado de Pedro (1 Ped. 5:13).

En primer lugar, aprenderemos acerca de Marcos a la luz de lo que la Escritura dice de él. Observaremos su fracaso inicial y su posterior recuperación. Luego, el estudio se desplazará hacia la sección inicial de Marcos. Desde allí, mirando hacia adelante, anticiparemos hacia dónde se encamina la historia; luego, mirando hacia atrás, consideremos por qué un misionero inicialmente fracasado y finalmente restaurado habría escrito un texto como el del Evangelio de Marcos.

Comentarios Elena G.W

¿Por qué necesitamos un Mateo, un Marcos, un Lucas, un Juan, un Pablo, y todos los escritores que han dado testimonio acerca de la vida y ministerio del Salvador?; Por qué no podía uno de los discípulos haber escrito un relato completo, y así habernos dado una relación bien hilvanada de la vida terrenal de Cristo?; Por qué presenta un escritor puntos que otro no menciona?; Por qué, si estos puntos son esenciales, no los mencionaron todos estos autores? Se debe a que las mentes humanas difieren. No todos comprenden las cosas exactamente de la misma manera. Para algunos, ciertas verdades bíblicas atraen mucho más la atención que otras.

El mismo principio se aplica a los oradores. Uno se espacia considerablemente en puntos que otros pasarían por alto o los mencionarían brevemente. Toda la verdad queda presentada más claramente por varios hombres que por uno solo. Los Evangelios difieren, pero los relatos de todos se fusionan en un conjunto armonioso (Consejos para los maestros, p.418).

La madre de Marcos se había convertido a la religión cristiana, y su casa en Jerusalén era un asilo para los discípulos. Alí estaban siempre seguros de ser bienvenidos y de gozar de un período de descanso. Fue en una de esas visitas de los apóstoles a la casa de su madre, cuando Marcos propuso a Pablo y Bernabé acompañarlos en su viaje misionero. Sentía la gracia de Dios en su corazón, y anhelaba dedicarse enteramente a la obra del ministerio evangélico (Los hechos de los apóstoles, p.135).

[F]ue [en Panfilia] donde Marcos, abrumado por el temor y el desaliento, vaciló por un tiempo en su propósito de entregarse de todo corazón a la obra del Señor. No acostumbrado a las penurias, se desalentó por los peligros y las privaciones del camino. Había trabajad con éxito en circunstancias favorables; pero ahora, en medio de la oposición y los peligros que con tanta frecuencia asedian al obrero de avanzada, no supo soportar las durezas como buen soldado de la cruz. Tenía todavía que aprender a arrostrar el peligro, la persecución y la adversidad con corazón valiente. Al avanzar los apóstoles, y al sentir la aprensión de dificultades aun mayores, Marcos se intimidó, y perdiendo todo valor, se negó a avanzar, y volvió a Jerusalén (Los hechos de los apóstoles, pp.137, 138).

La vida cristiana es más de lo que muchos se la representan. No consiste toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y benevolencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita valor, fuerza, energía y perseverancia. La senda que Cristo señala es estrecha y requiere abnegación. Para internarse en ella e ir al encuentro de dificultades y desalientos, se requieren hombres y no seres débiles…

Los que anhelen éxito [en el servicio misionero] deben ser animosos y optimistas. Deben cultivar no solo las virtudes pasivas, sino también las activas. Han de dar la blanda respuesta que aplaca la ira, pero también han de tener valor heroico para resistir al mal. Con la caridad que todo lo soporta, necesitan la fuerza de carácter que hará de su influencia un poder positivo (El ministerio de curación, p. 397).

Elena G.W

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