• septiembre 5, 2024

Septiembre 05 – CRISTO SE SANTIFICÓ POR MI – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA SANTIFICADA MI VIDA HOY Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos…

 Septiembre 05 – CRISTO SE SANTIFICÓ POR MI – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA SANTIFICADA

MI VIDA HOY

Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en verdad. (Juan 17:19)

Cristo declaró que se santificaría a sí mismo para que todos pudiéramos ser igualmente santificados. Tomó nuestra naturaleza sobre sí, y se convirtió en un modelo inmaculado para los hombres. No cometió error alguno, para que también pudiéramos ser vencedores, y entrar en su reino corno triunfadores. Rogó que pudiéramos ser santificados por medio de la verdad. ¿Qué es verdad? El dijo: “Tu palabra es verdad.” Sus discípulos debían santificarse por medio de la obediencia a la verdad. Dijo así: “No ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.” Esta oración se refería a nosotros, pues hemos creído en el testimonio de los discípulos de Cristo. El ora pidiendo que sus discípulos sean una cosa, tal como él y su Padre lo son, y esta unión de los creyentes será un testimonio ante el inundo de que él nos ha enviado, y de que damos evidencias de su gracia.

Debemos llegar a una sagrada proximidad junto al Redentor del mundo. Debemos ser uno con Cristo como el es uno con el Padre. ¡Qué extraordinaria transformación experimentaría el pueblo de Dios si llegara a formar esta unidad con el Hijo de Dios! Debemos dominar nuestros gustos y tendencias, ambiciones y pasiones, y ponerlas en armonía con el ánimo y espíritu de Cristo. Esta es precisamente la obra que el Señor quiere hacer por todos los que creen en él. Nuestra vida y comportamiento deben tener poder para reformar el mundo. El Espíritu de Cristo debe tener una influencia dominante en la vida de sus seguidores, de modo que éstos puedan hablar y obrar como Jesucristo dice: “La gloria que me diste les he dado…

La gracia de Cristo debe efectuar una maravillosa transformación en la vida y el carácter de quien la recibe; y si somos verdaderamente los discípulos de Cristo, el mundo verá que el poder divino ha hecho algo en nuestro beneficio. Porque si bien estamos en el mundo, no debemos pertenecer a él. (RH, 02-07-1889) (261)

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