Es generalizado el hecho de que las personas albergamos creencias irracionales sobre la vida, sobre los otros y sobre nosotras mismas, que son totalmente antibíblicas. Estas creencias profundamente arraigadas condicionan mucho nuestra vida, dificultándonos ver las cosas por lo que son, superar las dificultades, amar al prójimo, mantener la alegría, relacionarnos sin juzgar y actuar con el filtro de la salvación de los otros y la nuestra.
El autor y psicólogo Albert Ellis clasifica estas creencias irracionales en tres grupos: 1) debo hacer las cosas siempre bien; 2) la gente debe tratarme siempre bien; 3) el mundo debe funcionar de la manera correcta.146 O sea: las cosas “deben”; la gente “debe”; el mundo “debe”; exigencias absolutistas que niegan las realidades que con tanto amor Dios nos ha presentado en la Biblia para que entendamos la realidad del conflicto entre el bien y el mal, y sepamos posicionarnos en el bando del Redentor de toda la humanidad.
Exigirse a una misma hacer las cosas siempre bien es negar la existencia del pecado y cegarnos ante la realidad de que nadie es perfecto. No se trata de hacerlo todo bien, lo cual es teológicamente imposible, sino de hacerlo todo con amor, por amor, y dejar en manos de Dios el resto. Esperar que la gente nos trate siempre bien es una expectativa no solo imposible de cumplir sino negativa para nuestro crecimiento espiritual.
¿No son acaso las decepciones y los desencuentros, la humanidad con la que entramos a las relaciones interpersonales, las mayores y mejores fuentes de aprendizaje? ¿De qué otra manera descubrimos qué es el amor sino a través de relacionarnos con personas tan imperfectas como lo somos nosotras? No es por ciencia infusa; es por un proceso de perdón, aceptación y reconciliación.
Desde que entró el pecado al mundo, todo dejó de funcionar de la manera correcta, así que no esperemos lo contrario. Y sí, es triste, y ojalá se pudiera dar marcha atrás hasta aquel momento y quitarle el fruto de la mano a Eva. Pero entonces no se hubiera manifestado Cristo como lo hizo.
Alcanzar la madurez espiritual pasa por el hecho de cuestionar las creencias irracionales que nos alejan del mensaje de la Biblia y empaparnos de una fe racional que acepta el mundo como es y nos conduce a la fe, la esperanza y el amor.
“Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida” (Proverbios 4:23, PDT).
146 Rafael Santandreu, Los lentes de la felicidad (México D. F.: Grijalbo, 2015), p. 39.