• septiembre 30, 2024

Septiembre 30 – FUERZAS DE LO ALTO – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA SANTIFICADA MI VIDA HOY Mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como…

 Septiembre 30 – FUERZAS DE LO ALTO – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA SANTIFICADA

MI VIDA HOY

Mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isa. 40:31)

Maravillosas son las posibilidades que se presentan ante los jóvenes en el orden de posesionarse de las promesas de la Palabra divina. Apenas puede la mente humana vislumbrar las obras espirituales que aquéllos pueden alcanzar al llegar a ser participantes de la naturaleza divina. Corrigiendo errores y ganando victorias todos los días, crecen hasta convertirse en hombres y mujeres sabios y fuertes en Cristo. (YI, 13-02-1902)

El que ha llegado a ser participante de la naturaleza divina sabe que su ciudadanía pertenece al cielo. Capta la inspiración del Espíritu de Cristo. Su alma está escondida con Cristo en Dios. Satanás no puede emplear más a un hombre tal como instrumento suyo para penetrar en el santuario mismo de Dios y contaminar su templo. Gana victorias a cada paso. Está henchido de pensamientos ennoblecedores. Considera que cada ser humano es valioso porque Cristo murió por todos.

“Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas.” El hombre que espera a Jehová es fuerte con la fuerza de Dios como para mantenerse firme bajo las dificultades. Con todo fácilmente entra en el terreno de la misericordia y la compasión, que es el terreno de Cristo. El alma que se somete a Dios está dispuesta a hacer la voluntad del Señor; y con diligencia y humildad trata de conocer esa voluntad. Acepta la disciplina y teme andar de acuerdo con su propio criterio finito. Comulga con Dios, y su conversación se refiere al cielo. (Carta 58, 1894)

Unido al Infinito, el hombre participa de la naturaleza divina. Sobre él no tienen efecto los dardos del mal, porque está cubierto con la armadura de la justicia de Cristo. (CPT:51-52) (287)

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