Está por sobrecogernos la lucha final del gran conflicto, cuando con «grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, y con todo engaño de iniquidad», Satanás obrará para representar falsamente el carácter de Dios, a fin de seducir, «si es posible, aun a los escogidos’. Mateo 24:24. Si hubo alguna vez un pueblo que necesitase un aumento constante de la luz del cielo, es el pueblo que, en este tiempo de peligro, Dios llamó a ser depositario de su santa ley y a vindicar su carácter delante del mundo. Aquellos a quienes se confió un cometido tan sagrado deben ser espiritualizados y elevados por las verdades que profesan creer (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 696).
Jesús dijo: «Yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad». Juan 17:19. «Tu palabra es verdad». Por lo tanto, necesitamos familiarizarnos con la Palabra de Dios, estudiarla y practicarla en la vida. Negamos a Jesús como al que quita los pecados del mundo si, después de aceptar la verdad, no revelamos al mundo los efectos santificadores de la verdad en nuestro propio carácter. Si no somos hombres y mujeres mejores, si no somos más bondadosos, más compasivos, más corteses, más llenos de ternura y amor; si no manifestamos a otros el amor que indujo a Jesús a venir al mundo en misión de misericordia, no somos testigos ante el mundo del poder de Cristo…
Cristo es nuestro modelo, pero a menos que lo contemplemos, que nos espaciemos en su carácter, no lo reflejaremos en nuestra vida práctica. Fue manso y humilde de corazón. Nunca cometió una acción ruda, nunca pronunció una palabra descortés. El Señor no se complace con nuestra conducta ruda y carente de simpatía manifestada hacia los demás. Debemos sacar de nuestro carácter todo egoísmo, y debemos llevar el yugo de Cristo. Entonces… Estaremos listos para vivir en compañía de los ángeles. Debemos estar en el mundo pero no debemos ser del mundo. Tal como el Señor de la vida y de la gloria vino a nuestro mundo para representar al Padre, así debemos ir al mundo para representar a Jesús (That I May Know Him, p. 306; parcialmente en A fin de conocerle, p. 308).
Corred la carrera cristiana con paciencia, y revelaos superiores a toda tentación que os sobrevenga, por gravosa que sea. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios; y si estáis deseoso de dar el primer paso hacia arriba, encontraréis su mano extendida para ayudaros. Depende de vosotros, individualmente, si camináis a la luz del Sol de Justicia, o en las tinieblas del error. La verdad de Dios puede ser una bendición para vosotros solo si permitáis que vuestra influencia purifique y refine vuestra alma (Sons and Daughters of God, p. 79; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 81).