Lee Elena de White, Los hechos de los apóstoles, “La Gran Comisión”, pp. 21-28; y “Un buscador de la verdad”, pp. 108-117.
“Antes de ascender al Cielo, Cristo dio a los discípulos su comisión. Les dijo que debían ser los ejecutores del testamento por el cual él legaba al mundo los tesoros de la vida eterna. Ustedes han sido testigos de mi vida de sacrificio en favor del mundo, les dijo. Han visto mis labores por Israel. Y, aunque mi pueblo no quiso acudir a mí para poder tener vida, a pesar de que los sacerdotes y los gobernantes han hecho conmigo lo que querían, aunque me han rechazado, tendrán todavía otra oportunidad de aceptar al Hijo de Dios. Han visto que recibo libremente a todos los que acuden a mí confesando sus pecados. Al que a mí viene no lo echaré fuera de ninguna manera. Les encomiendo a ustedes, mis discípulos, este mensaje de misericordia. Ha de darse tanto a los judíos como a los gentiles: primero a Israel y entonces a todas las naciones, lenguas y pueblos. Todos los que crean integrarán una iglesia” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 23).
La Gran Comisión es clara: “Por tanto, vayan a todas las naciones, hagan discípulos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19). Por lo tanto, sin duda tiene que ver con alcanzar a otros, especialmente a otras naciones.
“La Comisión Evangélica es la magna carta misionera del Reino de Cristo. Los discípulos habían de trabajar fervorosamente por las almas, dando a todos la invitación de misericordia. No debían esperar que la gente viniera a ellos; sino que debían ir ellos a la gente con su mensaje” (ibíd.)
“En este oscuro mundo de pecado, el Señor tiene muchas joyas preciosas, hacia las que él guiará a sus mensajeros. Por doquiera hay quienes se decidirán por Cristo. Muchos apreciarán la sabiduría de Dios más que cualquier ventaja terrenal, y llegarán a ser fieles portaluces. […] Convencidos de que la conducta de Pedro estaba de acuerdo con el cumplimiento directo del plan de Dios, y de que sus prejuicios y espíritu exclusivo eran totalmente contrarios al espíritu del evangelio, glorificaron a Dios, diciendo: ‘De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida’. Así, sin discusión, los prejuicios fueron quebrantados, se abandonó el espíritu exclusivista establecido por la costumbre secular, y quedó expedito el camino para la proclamación del evangelio a los gentiles” (ibíd., pp. 116, 117).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
¿Cómo definirías la palabra “misión” al aplicarla a tu propia vida?
¿De qué manera podrías expresar la misión a diario en tu actitud y tu comportamiento? ¿Cómo puedes tener más en cuenta la misión en tus tareas cotidianas?
¿Qué importancia tiene que examinemos nuestro corazón y busquemos el poder de lo Alto para librarnos de los prejuicios contra los que no son como nosotros?