Martes 25 de abril – LA BUENA NOTICIA DEL JUICIO

LA BUENA NOTICIA DEL JUICIO “Decía a gran voz: ‘¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora…

 Martes 25 de abril – LA BUENA NOTICIA DEL  JUICIO

LA BUENA NOTICIA DEL JUICIO

“Decía a gran voz: ‘¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adoren al que hizo el Cielo y la Tierra, el mar y las fuentes de las aguas’ ” (Apoc. 14:7).

Martes: 25 de Abril

UNA ESCENA MAGNÍFICA

Los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis son complementarios, y nos señalan los acontecimientos que se desarrollarán en los últimos días de la historia de la humanidad. El libro de Apocalipsis anuncia que la hora del Juicio de Dios ha llegado. El libro de Daniel revela cuándo comenzó el Juicio.

En Daniel 7, Dios reveló la historia del mundo al profeta. Las naciones surgen y caen. Los poderes perseguidores oprimen al pueblo de Dios. Después de describir a Babilonia, Medopersia, Grecia, Roma, la desintegración del Imperio Romano y la persecución de la iglesia durante los 1.260 años descritos en el texto (Dan. 7:25; ver también Apoc. 12:14), Dios llama la atención de Daniel a un glorioso acontecimiento celestial que pondrá todas las cosas en su sitio. La atención del profeta se dirige desde el surgimiento y la caída de las naciones y los poderes opresivos de la Tierra, hasta el Trono del Universo y el Juicio Final de Dios, cuando él corregirá todo mal y establecerá su Reino eterno de justicia.

Dios llevó a Daniel en visión profética desde el caos y el conflicto de la Tierra hasta las glorias del Santuario celestial y el Trono de la corte suprema del Universo, donde Cristo, el Gobernante legítimo de este mundo, recibiría de su Padre el Reino que era legítimamente suyo.

Lee Daniel 7:9, 10 y 13, y describe lo que Daniel vio en estos versículos. ¿Cuál es también el resultado final de este juicio? Ver Daniel 7:14, 26 y 27.

 

Daniel 7:9-10 y 13

Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.

13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.

 

Daniel 7:14, 26-27

14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

26 Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, 27 y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.

El destino de toda la humanidad se decide en el tribunal celestial. El derecho prevalece. La verdad triunfa. La justicia reina. Esta es una de las escenas más asombrosas, maravillosas y espectaculares de toda la Escritura. Y lo bueno es que termina muy bien para el pueblo fiel de Dios, revestido de la justicia de Cristo.

Jesús se acerca a su Padre celestial en presencia de todo el Universo. Los seres celestiales se aglomeran alrededor del Trono de Dios. Todo el Universo de seres no caídos se asombra de esta escena del Juicio. El largo conflicto que se ha librado durante milenios pronto habrá terminado. La batalla por el Trono del Universo está completamente resuelta.

Daniel tenía razón acerca de los imperios que surgieron y cayeron, tal como estaba predicho. ¿Por qué, entonces, tiene tanto sentido confiar en la Palabra de Dios sobre lo que dice con respecto al Reino final, “un reino eterno” que nunca “pasará”?

Comentarios Elena G.W

Aquellos que se coloquen bajo el control de Dios, para ser guiados por él, captarán el paso continuo de los eventos que él ha dispuesto que ocurran.

Debemos ver en la historia el cumplimiento de la profecía, para estudiar las operaciones de la Providencia en los grandes movimientos de reforma, y para comprender el progreso de los eventos en el ordenamiento de las naciones para el conflicto final de la gran controversia.

Se necesita un estudio mucho más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes. La luz que Daniel recibió de Dios fue dada especialmente para estos postreros días.

Pronto se cumplirán las predicciones Incumplidas del libro de Apocalipsis. Ahora el pueblo de Dios debe estudiar con diligencia esta profecía y entenderla claramente. No encubre la verdad; nos advierte con claridad, diciéndonos lo que sucederá en el futuro.

Los solemnes mensajes que en el Apocalipsis se dieron en su orden deben ocupar el primer lugar en el pensamiento de los hijos de Dios (Eventos de los últimos días, pp. 15, 16).

Un estudio cuidadoso de cómo se cumple el propósito de Dios en la historia de las naciones y en la revelación de las cosas venideras, nos ayudará a estimar en su verdadero valor las cosas que se ven y las que no se ven, y a comprender cuál es el verdadero objeto de la vida. Considerando así las cosas de este tiempo a la luz de la eternidad, podremos, como Daniel y sus compañeros, vivir por lo que es verdadero, noble y perdurable. Y al aprender en esta vida a reconocer los principios del reino de nuestro Señor y Salvador, el reino bienaventurado que ha de durar para siempre, podemos ser preparados para entrar con él a poseerlo cuando venga (Profetas y reyes, p. 403).

Por el hecho de que no pueden sondear todos los misterios de la Palabra de Dios, los escépticos y los incrédulos la rechazan; y no todos los que profesan creer en ella están exentos de este peligro. El apóstol dice: «Mirad, pues, hermanos, no sea que acaso haya en alguno de vosotros, un corazón malo de incredulidad, en el apartarse del Dios vivo». Hebreos 3:12. Es bueno estudiar detenidamente las enseñanzas de la Escritura e investigar «las profundidades de Dios» hasta donde se revelan en ella, porque si bien «las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios las reveladas nos pertenecen a nosotros». Deuteronomio 29:29. Pero Satanás obra para pervertir las facultades de investigación del entendimiento…

El quiere que aun en esta vida las verdades de su Palabra se vayan revelando de continuo a su pueblo. Y hay solamente un modo por el cual se obtiene este conocimiento. No podemos llegar a entender la Palabra de Dios sino por la iluminación del Espíritu por el cual ella fue dada… Y la promesa del Salvador a sus discípulos fue: «Mas cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de toda la verdad… porque tomará de lo mío, y os lo anunciará». Juan 16:13, 14 (El camino a Cristo, pp. 108, 109).

Elena G.W

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