Lunes 24 de abril – LA BUENA NOTICIA DEL JUICIO

LA BUENA NOTICIA DEL JUICIO “Decía a gran voz: ‘¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora…

 Lunes 24 de abril – LA BUENA NOTICIA DEL  JUICIO

LA BUENA NOTICIA DEL JUICIO

“Decía a gran voz: ‘¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adoren al que hizo el Cielo y la Tierra, el mar y las fuentes de las aguas’ ” (Apoc. 14:7).

Lunes: 24 de Abril

LA MISERICORDIA Y EL JUICIO DE DIOS

La Cruz y el Juicio revelan que Dios es justo y misericordioso. La transgresión de la Ley exige la muerte del pecador. La justicia declara: “La paga del pecado es la muerte”. La misericordia responde: “El don gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 6:23). Si la Ley de Dios pudiera haberse cambiado o abolido, o abolirse, habría sido totalmente innecesario que Jesús muriera. La muerte de Cristo establece la naturaleza eterna de la Ley, y la Ley es la base del Juicio.

Lee Apocalipsis 20:12. ¿Cómo se nos juzga? ¿Qué relación tienen nuestras buenas obras con nuestra salvación?

 

Apocalipsis 20:12

12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.

Las obras revelan nuestras decisiones y nuestra lealtad a Dios. Según Efesios 2:8 y 9, “por gracia han sido salvados por la fe. […] No por obras, para que nadie se gloríe”. Pero, cuando Cristo nos salva, él nos cambia. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efe. 2:10).

Nuestras buenas obras, empoderadas por el Espíritu Santo, no nos salvan, pero testifican que nuestra fe es auténtica. El Juicio Final de Dios quita toda pretensión, toda hipocresía, toda falsedad, y penetra hasta el fondo de nuestro ser. Al describir nuestra posición delante de Dios en el Juicio, Elena de White ofrece esta poderosa perspectiva de cómo el evangelio y el Juicio van de la mano.

“El hecho de que los hijos reconocidos de Dios están representados como de pie delante del Señor con ropas inmundas debe inducir a todos los que profesan su nombre a sentir humildad y a escudriñar profundamente su corazón. Los que están de veras purificando su alma y obedeciendo a la verdad, tendrán una muy humilde opinión de sí mismos. Cuanto más de cerca vean el carácter sin mancha de Cristo, mayor será su deseo de ser transformados a su imagen, y menos pureza y santidad verán en sí mismos. Pero, aunque debemos comprender nuestra condición pecaminosa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra santificación y redención. No podemos contestar las acusaciones de Satanás contra nosotros. Solo Cristo puede presentar una intercesión eficaz en nuestro favor. Él puede hacer callar al acusador con argumentos que no se basan en nuestros méritos, sino en los suyos” (TI 5:446).

¿Cómo percibes, en palabras de Elena de White, que el evangelio es inseparable del Juicio? ¿Qué esperanza puedes inferir de este vínculo entre el evangelio y el Juicio?

Comentarios Elena G.W

Aquellos que no captan la pecaminosidad del pecado no están en condiciones de apreciar el valor de la expiación y la necesidad de ser limpiados de todo pecado. El pecador se mide a sí mismo por sí mismo y por aquellos que, como él, son pecadores. No contempla la pureza y la santidad de Cristo. Pero, cuando la ley de Dios impone convicción a su corazón, dice con Pablo: «Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí». Romanos 7:9…

Dios creó al hombre para su gloria. No soportará, no puede soportar la presencia del pecado en su dominio…

Miren hacia arriba, mis hermanos. ¿Ha perdido el evangelio su poder para impresionar los corazones? ¿Es debido a que la influencia regeneradora del Espíritu de Cristo ha muerto, que los corazones no son purificados, santificados y preparados por el Espíritu Santo? No, la espada del Espíritu, la Palabra del Dios viviente, está todavía con nosotros; pero debe ser esgrimida con ahínco. Usémosla como lo hicieron antaño los santos de Dios. Mediante su poder viviente y vivificante se abrirá camino a los corazones (Alza tus ojos, p. 14).

A qué terrible sentencia tendrá que hacer frente la humanidad el día final, puesto que la vasta mayoría de los hombres ha rechazado el ofrecimiento inapreciable, el más rico don que Dios podía conceder al mundo. Todas nuestras bendiciones nos llegan por medio del don inestimable de Cristo. La vida, la salud, los amigos, la razón, la felicidad, son nuestros gracias a los méritos de Cristo. 1011, que los jóvenes y los ancianos comprendan que todo nos viene por medio de la virtud de la vida y de la muerte de Cristo, y reconozcan la propiedad de Dios! (Hijos e hijas de Dios, p. 240).

El carácter que cultivamos y las actitudes que asumimos hoy están fijando nuestro destino futuro. Todos estamos haciendo elecciones, ya sea para estar con los benditos dentro de la ciudad de luz, o estar con los malvados, fuera de la ciudad. Los principios que gobiernan nuestros actos sobre la tierra son conocidos en el cielo, y nuestros hechos son fielmente anotados en los libros de registro. Allí se sabe si nuestros caracteres son como el de Cristo…

Ser perdonados como Cristo perdona no es solo ser perdonados sino ser renovados en el espíritu de nuestra mente. El Señor dice: «Os daré corazón nuevo». Ezequiel 36:26. La imagen de Cristo ha de estar grabada en la mente, el corazón y el alma. El apóstol dice: «Nosotros tenemos la mente de Cristo». 1 Corintios 2:16. Sin el proceso transformador que solo puede producirse por medio del poder divino, las propensiones pecaminosas originales quedan en el corazón con toda su fuerza, para forjar nuevas cadenas, para imponer una esclavitud que nunca puede ser quebrada por el poder humano (Reflejemos a Jesús, p. 295).

Elena G.W

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