Lunes 31 de julio – EL MISTERIO DEL EVANGELIO

EL MISTERIO DEL EVANGELIO “A aquel que es poderoso para hacer infinitamente más que todo cuanto pedimos o entendemos, por…

 Lunes 31 de julio – EL MISTERIO DEL EVANGELIO

EL MISTERIO DEL EVANGELIO

“A aquel que es poderoso para hacer infinitamente más que todo cuanto pedimos o entendemos, por el poder que actúa en nosotros; a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones y por los siglos de los siglos. Amén” (Efe. 3:20, 21).

Lunes: 31 de julio

EL MISTERIO DEL EVANGELIO POR LARGO TIEMPO ESCONDIDO

¿Cuál es el misterio que se le confió a Pablo? Efesios 3:1–6.

 

Efesios 3:1–6

1 Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio,

Al estudiar Efesios 3:1 al 6, ten en cuenta lo siguiente:

En primer lugar, Pablo escribe esta parte de la carta específicamente a los creyentes gentiles de los hogares-iglesias de Éfeso (Efe. 3:1).

En segundo lugar, Pablo dice ser el destinatario de algo que denomina “la administración de la gracia de Dios”, que se le concedió “para beneficio de ustedes”, los creyentes gentiles (Efe. 3:2). Esta administración, o este ministerio de gracia, es la forma en que Pablo describe la comisión que recibió de predicar el evangelio (“la gracia de Dios”) a los gentiles (comparar con Efe. 3:7, 8).

En tercer lugar, Pablo afirma que se le ha revelado un misterio, un tema sobre el que ya ha escrito en la carta (ver especialmente Efe. 1:9, 10; 2:11-22), el “misterio de Cristo” (Efe. 3:3, 4). Pablo no desea que se lo considere el inventor del evangelio, pero sí reivindica un ministerio dado por Dios para proclamarlo.

En cuarto lugar, Pablo no es el único que ha recibido una revelación avanzada sobre este misterio, ya que el Espíritu también se lo ha revelado a los “santos apóstoles y profetas” de Cristo de una manera que supera la revelación del plan de Dios a las generaciones anteriores (Efe. 3:5). El término profetas, aquí, probablemente se refiera a quienes poseían y ejercían el don de profecía entre los hogares-iglesias cristianos primitivos, no a los profetas del Antiguo Testamento. El misterio que en otro tiempo estuvo oculto ahora se ha convertido en lo que podríamos llamar un “secreto a voces”.

Finalmente, declara: “Ese misterio consiste en que los gentiles sean coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio” (Efe. 3:6).

Pablo es un apasionado del evangelio y especialmente de la forma en que este se expresa en la iglesia, que está compuesta por judíos y gentiles. Estos dos grupos se han convertido en los bloques de construcción de la nueva comunidad de Dios, su nueva marca humana, la iglesia (ver Efe. 2:14–16). Podríamos decir que ahora han pasado de ser enemigos a ser “coherederos”, “cocuerpos” (incluidos en un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo) y “copartícipes” de la promesa del evangelio (ver Efe. 3:6).

¿Qué actitudes, incluso ocultas debajo de la superficie, podrías tener que contradigan la inclusividad que enseña el evangelio? ¿Cómo deshacerte de ellas?

Comentarios Elena G.W

El corazón de Pablo ardía de amor por los pecadores, y dedicaba todas sus energías a la obra de ganar almas. Nunca vivió un obrero más abnegado y perseverante. Las bendiciones que recibía las consideraba otras tantas ventajas que debía usar para bendición de otros. No perdía ninguna oportunidad de hablar del Salvador o ayudar a los que estaban en dificultad. Iba de lugar en lugar predicando el evangelio de Cristo y estableciendo iglesias. Dondequiera podía encontrar oyentes, procuraba contrarrestar el mal y tornar los hombres y mujeres a la senda de la justicia (Los hechos de los apóstoles, p. 295).

El Señor no quiere que su pueblo sea exclusivista. Los mensajeros delegados de Cristo han de proclamar el evangelio de su gracia a todas las naciones, las lenguas y los pueblos. Debemos dar a conocer el hecho de que el gran Abogado está dando audiencia a todo el mundo. La iglesia judía fue llamada como representante de Dios ante un mundo apóstata, y a fin de cumplir esta misión el pueblo judío debía mantener su propia existencia como nación distinta de todos los pueblos idólatras de la tierra. Habían de mantenerse en el mundo conservando su carácter peculiar y santo. Habían de mantener su propia espiritualidad realizando lo que Adán y Eva dejaron de hacer: rendir obediencia a todos los mandamientos de Dios, y en su carácter representar la misericordia, la bondad, la compasión y el amor de Dios. De este modo habían de estar por encima de todas las otras naciones en excelencia de carácter; para que por medio de un pueblo puro y obediente el Señor pudiera manifestar sus ricas bendiciones. De esta manera se exaltarían en todo el mundo los principios de las leyes que gobiernan su reino. Con la misma seguridad con la que respondieron a la misericordia, a la luz, a la gracia concedida, se convertirían en la luz del mundo. Estarían constantemente dirigiendo la atención a Dios, como Gobernante Supremo, sabio, intachable, y la alabanza de Dios llenaría toda la tierra. El Señor es nuestro Dios, y tiene el mismo propósito con respecto a su pueblo creyente y leal hoy en día (Sons and Daughters of God, p. 44; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 46)

No hay, en la vida de Cristo, ejemplo de… fanatismo de justicia propia; su carácter era amable y bondadoso… En toda denominación religiosa, y en casi toda iglesia, se pueden encontrar maniáticos que lo habrían censurado por sus liberales mercedes. Lo habrían criticado por comer con los publicanos y pecadores…

Aquellos a quienes Dios ha confiado su verdad, deben poseer el mismo espíritu benéfico que manifestó Cristo. Deben adoptar los mismos amplios planes de acción. Deben demostrar un espíritu bondadoso y generoso hacia los pobres, y en un sentido especial sentir que son mayordomos de Dios… Como Cristo, no deben rehuir la sociedad de sus semejantes, sino que deben buscarla con el propósito de otorgar a otros los beneficios que han recibido de Dios (Obreros evangélicos, p. 350).

Elena G.W

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