Después de la crucifixión y resurrección de Cristo, sus discípulos escucharon sus lecciones de verdad con admiración y asombro, pues les parecían como nuevas ideas para ellos. Pero él les dijo: “Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros… Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras”. Lucas 24:44, 45. La verdad se está desplegando constantemente, y presenta nuevos aspectos a las diferentes mentes. Todos los que cavan en las minas de la verdad descubrirán constantemente ricas y preciosas gemas. Estamos ansiosos de que todos los que pretenden creer la verdad que ahora se presenta ante nosotros, y especialmente los que tienen la responsabilidad de enseñar la verdad a otros, posean un concepto más claro ellos mismos del importantísimo significado de los temas de la Biblia (Mensajes selectos, t. 1, pp. 472, 473).
La comunión con la naturaleza y con Dios, el cuidado diligente de sus rebaños, los peligros y libramientos, los dolores y regocijos de su humilde suerte, no sólo habían de moldear el carácter de David e influir en su vida futura, sino que también por medio de los salmos del dulce cantor de Israel, en todas las edades venideras, habrían de comunicar amor y fe al corazón de los hijos de Dios, acercándolos al corazón siempre amoroso de Aquel en quien viven todas sus criaturas (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 694, 695).
La Biblia nos muestra a Dios autor de ella; y sin embargo fue escrita por manos humanas, y la diversidad de estilo de sus diferentes libros muestra la individualidad de cada uno de sus escritores. Las verdades reveladas son todas inspiradas en palabras humanas. Y es que el Ser supremo e infinito ha iluminado con su Espíritu la inteligencia y el corazón de sus siervos. Les ha dado sueños y visiones, les ha mostrado símbolos y figuras; y aquellos a quienes la verdad fuera así revelada, han revestido el pensamiento divino con palabras humanas…
Dios se había propuesto hacer de la Biblia un libro de instrucción para toda la humanidad, en la niñez, en la juventud y en la edad adulta y que fuese estudiada en todo tiempo. El dio su palabra a los hombres como una revelación de él mismo… Es el medio de comunicación entre Dios y el hombre (La fe por la cual vivo, p. 12).
Cuando se lee la Biblia con disposición humilde y deseos de aprender, se está en trato con Dios mismo. Los pensamientos expresados, los preceptos especificados, las doctrinas reveladas son una voz del Dios del cielo…
El salmista oró: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”. Salmos 119:18. El Señor lo escuchó, porque David dijo: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Más que la miel a mi boca!”. Salmos 119:103. “Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que la miel, y que la que destila del panal”. Salmos 19:10. Y así como Dios escuchó a David y le contestó, así también nos escuchará y nos contestará, llenando nuestro corazón de gozo y felicidad (A fin de conocerle, p. 198).