Domingo 24 de diciembre – EL APOCALIPSIS: LA MISIÓN DE DIOS PARA LOS ÚLTIMOS DÍAS – EL FIN DE LA MISIÓN DE DIOS

EL FIN DE LA MISIÓN DE DIOS “Siendo que todo será destruido, ¿qué clase de personas deben ser ustedes en…

 Domingo 24 de diciembre – EL APOCALIPSIS: LA MISIÓN DE DIOS PARA LOS ÚLTIMOS DÍAS – EL FIN DE LA MISIÓN DE DIOS

EL FIN DE LA MISIÓN DE DIOS

“Siendo que todo será destruido, ¿qué clase de personas deben ser ustedes en santa y piadosa conducta, esperando y apresurándose para la venida del día de Dios? En ese día los cielos serán encendidos y deshechos, y los elementos se fundirán abrasados por el fuego” (2 Ped. 3:11, 12).

Domingo: 24 de diciembre

EL APOCALIPSIS: LA MISIÓN DE DIOS PARA LOS ÚLTIMOS DÍAS

Las primeras líneas del Apocalipsis le indican al lector que este libro se enfoca en la misión de Dios.

Lee Apocalipsis 1:1 al 7. ¿En qué medida ves evidencias de que el Apocalipsis se centra en la misión de Dios de los últimos días?

 

Apocalipsis 1:1-7

1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

Después de revelar en los primeros versículos que Jesús es la fuente y el centro del Apocalipsis, Apocalipsis 1:4 y 5 alude a los tres miembros de la Deidad, que trabajan unidos para salvar a los seres humanos. El Padre es el eterno que era, es y ha de venir. Se nombra al Espíritu Santo, que actúa poderosamente entre las iglesias del siglo I. A continuación, Juan recuerda la condición de Jesucristo: el “Testigo Fiel”, “el primogénito (principal) de los muertos” (Apoc. 1:5), quien posee doblemente la propiedad legal de este planeta. El intento de Satanás de utilizar esta Tierra para establecer su reino fracasó. Además de la victoria de Dios sobre Satanás, la sangre derramada de nuestro Creador lava nuestras culpa y vergüenza.

Lee Apocalipsis 1:6 y 1 Pedro 2:9. ¿Qué significan los títulos de los redimidos en estos versículos?

 

Apocalipsis 1:6

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

 

1 Pedro 2:9

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

El objetivo de la misión de Dios no es simplemente arrastrar a la gente que perece hasta un lugar seguro. La salvación de Dios ofrece un estatus nuevo y honorable, porque la imagen de Dios se restaura en nosotros. Los redimidos se convierten en miembros de la realeza (reyes), porque estamos emparentados por sangre con el Rey del Universo mediante la sangre derramada de Jesús. Ahora, como miembros de la familia real, nos unimos a la misión de la familia real en la salvación de otros seres humanos. ¡Esto nos hace sacerdotes! Cristo ha erigido a su iglesia como un “reino”, y a sus miembros individuales los consagró como “sacerdotes”. Ser miembro del Reino celestial es ser sacerdote.

En Apocalipsis 1:7 hallamos la urgencia de la misión: Jesús viene, y las naciones se lamentarán porque están perdidas. Dios se interesa por los que están alejados de él. En consecuencia, el libro del Apocalipsis comienza con la misión de Dios en favor de los seres humanos.

Dios no solo nos creó, sino también nos redimió, y a un precio asombroso. ¿Por qué esta verdad debería darnos tanta esperanza, independientemente de nuestra situación actual?

Comentarios Elena G.W

Al acercarnos al fin de la historia de este mundo, las profecías que se relacionan con los últimos días requieren en forma especial nuestro estudio. El último libro del Nuevo Testamento está lleno de verdades que necesitamos entender. Satanás ha cegado las mentes de muchos, de manera que se han regocijado de encontrar alguna excusa para no estudiar el Apocalipsis. Pero Cristo, por medio de su siervo Juan, ha declarado allí lo que acontecerá en los postreros días, y dice: «Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas». Apocalipsis 1:3.

«Esta empero es la vida eterna —dice Cristo : que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado». Juan 17:3. ¿Por qué es que no comprendemos el valor de este conocimiento? ¿Por qué no arden estas preciosas verdades en nuestro corazón? ¿Por qué no hacen temblar nuestros labios y penetran todo nuestro ser? (Palabras de vida del gran Maestro, p. 103).

[El] Señor obrará mediante los instrumentos humanos que se unen a Cristo. Los que tienen confianza permanente en Cristo, tendrán, corno Enoc, un sentido de la constante presencia de Dios. ¿Por qué sucede que hay tantos que experimentan incertidumbre y se sienten huérfanos? Se debe a que no cultivan la fe en la certidumbre preciosa de que Cristo es el portador de sus pecados. Jesús tomó sobre sí la naturaleza humana en favor de los que habían transgredido la ley, y llegó a ser semejante a nosotros para que pudiéramos tener seguridad y paz eternas. Tenemos un abogado en los cielos, y quienquiera que lo acepte como su Salvador personal, no queda huérfano para soportar la maldición de sus propios pecados (Hijos e hijas de Dios, p. 289).

La Iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el evangelio al mundo. Desde el principio fue el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia. Los miembros de la iglesia, los que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de revelar su gloria. La iglesia es la depositaria de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante la iglesia se manifestará con el tiempo, aun a «los principados y potestades en los cielos». Efesios 3:10…

A través de los siglos de persecución, lucha y tinieblas, Dios ha sostenido a su iglesia. Ni una nube ha caído sobre ella sin que él hubiese hecho provisión; ni una fuerza opositora se ha levantado para contrarrestar su obra, sin que él lo hubiese previsto. Todo ha sucedido como él lo predijo. Él no ha dejado abandonada a su iglesia, sino que ha señalado en las declaraciones proféticas lo que ocurriría, y se ha producido aquello que su Espíritu inspiró a los profetas a predecir. Todos sus propósitos se cumplirán. Su ley está ligada a su trono, y ningún poder del maligno puede destruirla (Los hechos de los apóstoles, pp. 9-11).

Elena G.W

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