Domingo 31 de marzo – GUERRA EN EL CIELO – LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS

LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS “Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra…

 Domingo 31 de marzo – GUERRA EN EL CIELO – LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS

LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS

“Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, y el dragón y sus ángeles combatieron; pero estos no prevalecieron, ni se halló más lugar para ellos en el cielo” (Apoc. 12:7, 8).

Domingo: 31 de marzo

GUERRA EN EL CIELO

Lee Apocalipsis 12:7 al 9. ¿Qué revela este pasaje sobre la libertad que existía en el Cielo y el origen del mal? Cuando Lucifer se rebeló, ¿de qué manera podría haber respondido Dios?

 

Apocalipsis 12:7-9

Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

Estos versículos describen un conflicto cósmico entre el bien y el mal. Satanás y sus ángeles lucharon contra Cristo y, finalmente, fueron expulsados del Cielo. Parece muy extraño que estallara una guerra en un lugar tan perfecto como el Cielo. ¿Por qué ocurrió? ¿Acaso un Dios amoroso creó un ángel demoníaco que inició esta guerra? ¿Hubo algún defecto fatal en este ángel que lo llevó a rebelarse? La Biblia explica claramente el origen del mal. Descorre el telón en este conflicto entre el bien y el mal.

Compara Ezequiel 28:12 al 15 con Isaías 14:12 al 14. ¿Qué pasó por la mente de este ser angélico llamado Lucifer, que lo llevó a rebelarse?

 

Ezequiel 28:12-15

12 Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. 13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. 14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.

 

Isaías 14:12-14

12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. 13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

Dios no creó un diablo; creó a un ser de brillo deslumbrante llamado Lucifer. Este ser angelical fue creado perfecto. Su perfección incluía la libertad de elegir, un principio fundamental del gobierno de Dios, que funciona por amor, no por coerción. El pecado se originó con Lucifer en el Cielo mismo. No hay explicación lógica para que este ángel perfecto permitiera que el orgullo y los celos echaran raíces en su corazón y se revelara contra su Creador.

Lucifer, un ser creado, deseaba la adoración que únicamente pertenecía al Creador. Intentó usurpar el Trono de Dios poniendo en duda su autoridad. Su rebelión condujo a una guerra abierta en el Cielo.

Aunque Dios soportó a Lucifer por mucho tiempo, no podía permitir que echara a perder el Cielo con su rebelión. “Los concilios celestiales alegaron con Lucifer. El Hijo de Dios le presentó la grandeza, la bondad y la justicia del Creador, y la naturaleza sagrada e inmutable de su Ley. Dios mismo había establecido el orden del Cielo; y Lucifer, al apartarse de él, iba a deshonrar a su Creador y a atraer la ruina sobre sí mismo. Pero la advertencia, dada con amor y misericordia infinitos, solo despertó un espíritu de resistencia” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 548).

¿Qué lecciones puedes extraer acerca del carácter de Dios al hacer frente al mal?

Comentarios Elena G.W

En el cielo, antes de su rebelión, Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del amado Hijo de Dios. Su semblante, así como el de los demás ángeles, era apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su porte noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. Sin embargo, Cristo, el amado Hijo de Dios, tenía la preeminencia sobre todas las huestes angélicas…

Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio… Había sido sumamente exaltado, pero eso no despertó en él ni gratitud ni alabanzas a su Creador. Aspiraba llegar a la altura de Dios mismo…

El gran Dios podría haber expulsado inmediatamente del cielo a este archiengañador, pero ese no era su propósito. Daría a los rebeldes una justa oportunidad para que midieran su fuerza con su propio Hijo y sus ángeles leales. En esa batalla cada ángel elegiría su propio bando y lo pondría de manifiesto ante todos. No hubiera sido conveniente permitir que permaneciera en el cielo ninguno de los que se habían unido con Satanás en su rebelión. Habían aprendido la lección de la genuina rebelión contra la inmutable ley de Dios, y eso es irremediable. Si Dios hubiera ejercido su poder para castigar a este jefe rebelde, los ángeles subversivos no se habrían puesto en evidencia; por eso Dios siguió otro camino, pues quería manifestar definidamente a toda la hueste celestial su justicia y su juicio (La historia de la redención, pp.13, 14, 17).

La enseñanza de esta parábola [del trigo y la cizaña] queda ilustrada en el propio trato de Dios con los hombres y los ángeles. Satanás es un engañador. Cuando él pecó en el cielo, aun los ángeles leales no discernieron plenamente su carácter. Esta es la razón por la cual Dios no destruyó en el acto a Satanás. Si lo hubiese hecho, los santos ángeles no hubieran percibido la justicia y el amor de Dios. Una duda acerca de la bondad de Dios habría sido una mala semilla productora de amargos frutos de pecado y dolor. Por lo tanto, el autor del mal fue dejado con vida hasta que desarrollase plenamente su carácter. A través de las largas edades, Dios ha soportado la angustia de contemplar la obra del mal, y otorgó el infinito Don del Calvario antes de permitir que alguien fuese engañado por las falsas interpretaciones del maligno; pues la cizaña no podía ser extirpada sin peligro de desarraigar también el grano precioso. ¿Y no seremos nosotros tan tolerantes para con nuestros semejantes como el Señor del cielo y de la tierra lo es con Satanás? (Palabras de vida del gran Maestro, p. 51).

Elena G.W

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