Hemos sido creadas para parecernos a Dios. De hecho, toda la creación ha sido diseñada para reflejar cómo es él. Pero, de entre todos los seres creados, el ser humano es el portador especial de su imagen.
Hoy, miles de años después de haber creado a la primera mujer, Dios sigue queriendo que reflejemos fielmente su carácter, que seamos un ejemplo para el mundo de cómo es él. Para eso, tenemos que conocerlo bien. No basta con creer que existe y con aceptar lo que nos han dicho de él a lo largo de los años.
Simplemente porque mamá o papá nos han hablado de Dios, simplemente por el hecho de que su nombre haya formado siempre parte de nuestra vida, no significa que lo conozcamos lo suficiente como para reflejar su carácter. Ese es nuestro reto: conocerlo tanto que seamos su viva imagen en lo que hacemos y decimos.
Este reto se parece al que tuvo que enfrentar la veterana actriz Helen Mirren para interpretar el papel protagonista de la película biográfica La reina. Como británica que es, Helen Mirren lleva toda su vida viendo por la televisión y escuchando por la radio a la ya fallecida reina de su país, Isabel II, así que meterse en su piel para llevarla a la gran pantalla era una prueba muy difícil.
Siendo la antigua monarca del Reino Unido un personaje tan conocido en el mundo, cualquier fallo a la hora de interpretarla sería duramente criticado e impactaría en su prestigio como actriz. Así que Helen Mirren tuvo que dedicar muchísimas horas a ver las imágenes y escuchar las grabaciones que existen de Isabel II, puesto que no estaba a su alcance una entrevista personal con ella. Tenía fotografías de la reina por todas partes, donde pudiera verlas, y analizó al detalle toda la información a su alcance sobre ese personaje tan inaccesible, tan recluido en su palacio. El esfuerzo le valió el Óscar a la mejor actriz principal.
En nuestro reto, tenemos una ventaja: Dios no se recluye ni nos es esquivo, sino que está a nuestro alcance y se nos ha reflejado a través de Jesús. Cristo es el modelo perfecto de lo que significa la imagen de Dios. Imitarlo a él es reflejar fielmente a Dios ante el mundo.
La información sobre el gran Personaje al que debemos imitar está a nuestra disposición a través de las páginas de las Sagradas Escrituras. ¿Quieres imitarlo bien? Conócelo bien. Ya sabes cómo y dónde.
“Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen; varón y mujer los creó” (Gén. 1:27).