Jueves 11 de abril – UN LEGADO DE AMOR – ¿AMOR O EGOÍSMO? ESA ES LA CUESTIÓN

¿AMOR O EGOÍSMO? ESA ES LA CUESTIÓN “No temas, que yo estoy contigo. No desmayes, que yo soy tu Dios…

 Jueves 11 de abril – UN LEGADO DE AMOR – ¿AMOR O EGOÍSMO? ESA ES LA CUESTIÓN

¿AMOR O EGOÍSMO? ESA ES LA CUESTIÓN

“No temas, que yo estoy contigo. No desmayes, que yo soy tu Dios que te fortalezco. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isa. 41:10).

Jueves: 11 de abril

UN LEGADO DE AMOR

Lee Juan 13:35 y 1 Juan 4:21. ¿Qué revelan estos pasajes a la luz del desafío de Satanás contra el gobierno de Dios en el Gran Conflicto? ¿Qué nos dicen acerca de la esencia del cristianismo auténtico?

 

Juan 13:35

35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.

 

1 Juan 4:21

21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

El amor era la norma de las comunidades cristianas de los primeros siglos. Tertuliano afirmaba: “Son principalmente las obras de un amor sumamente noble las que llevan a muchos a poner una marca sobre nosotros. Vean, dicen, cómo se aman unos a otros”. (Ver Apología 39 de Tertuliano traducida al inglés por S. Thelwall en https://www.logoslibrary.org/tertullian/apology/39.html).

Una de las mayores revelaciones del amor de Dios se demostró cuando dos pandemias devastadoras asolaron los primeros siglos, en 160 d.C. y 265 d.C. Los cristianos dieron un paso al frente y atendieron a los enfermos y los moribundos. Estas plagas mataron a decenas de miles de personas y dejaron pueblos y ciudades enteras casi sin habitantes. El ministerio desinteresado, abnegado, atento y amoroso de los cristianos tuvo un enorme impacto sobre la población. Con el tiempo, miles, y finalmente cientos de miles, y luego millones del Imperio Romano se hicieron creyentes de Jesús durante estas dos epidemias. El amor, el interés por los demás y la atención abnegada en favor de los enfermos y los moribundos generaron una admiración por estos creyentes y por el Cristo que representaban.

The Rise of Christianity [El surgimiento del cristianismo], de Rodney Stark, es una narración histórica moderna que retrata estos acontecimientos históricos bajo una luz nueva y perfeccionada. En ella describe de qué manera durante la segunda epidemia (260 d.C.) toda la comunidad cristiana, que continuaba siendo fuertemente judeocristiana, se convirtió en un virtual ejército de enfermeros, que satisfacían las necesidades básicas para que la doliente comunidad pudiera sobrevivir. “En el punto álgido de la segunda epidemia, alrededor de 260 d.C., en una carta pascual, Dionisio escribió un largo homenaje a los heroicos esfuerzos de enfermería de los cristianos locales, muchos de los cuales perdieron la vida mientras cuidaban de otros.

“La mayoría de nuestros hermanos cristianos mostraron un amor y una lealtad sin límites, sin escatimar esfuerzos y pensando siempre en los demás. Sin tener en cuenta el peligro, se hicieron cargo de los enfermos, supliendo todas sus necesidades en Cristo, y con ellos partieron de esta vida serenamente felices; porque se contagiaron de otros, atrayendo sobre sí la enfermedad de su prójimo y aceptando alegremente sus dolores” (Rodney Stark, The Rise of Christianity [Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press, 1996], p. 82).

¿Cuál es el claro mensaje para nosotros? ¿Cómo aprendemos a morir al yo para poder manifestar ese mismo espíritu de abnegación? No es fácil, ¿verdad?

Comentarios Elena G.W

Durante toda hora de la estada de Cristo en la tierra, el amor de Dios fluía de él en raudales incontenibles. Todos los que sean dotados de su Espíritu amarán como él amó. El mismo principio que animó a Cristo los animará en todo su trato mutuo.

Este amor es la evidencia de su discipulado. «En esto conocerán todos que sois mis discípulos —dijo Jesús—, si tuviereis amor los unos con los otros». Cuando los hombres no están vinculados por la fuerza o los intereses propios, sino por el amor, manifiestan la obra de una influencia que está por encima de toda influencia humana. Donde existe esta unidad, constituye una evidencia de que la imagen de Dios se está restaurando en la humanidad, que ha sido implantado un nuevo principio de vida. Muestra que hay poder en la naturaleza divina para resistir a los agentes sobrenaturales del mal, y que la gracia de Dios subyuga el egoísmo inherente en el corazón natural (Exaltad a Jesús, 11 de octubre, p. 292).

Este amor, manifestado en la iglesia, despertará seguramente la ira de Satanás. Cristo no trazó a sus discípulos una senda fácil. «Si el mundo os aborrece —dijo—, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su Señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán: si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado». El evangelio ha de ser proclamado mediante una guerra agresiva, en medio de oposición, peligros, pérdidas y sufrimientos. Pero los que hacen esta obra están tan solo siguiendo los pasos de su Maestro (El Deseado de todas las gentes, pp. 632, 633).

Nunca debemos pasar junto a un alma que sufre sin tratar de impartirle el consuelo con el cual somos nosotros consolados por Dios.

Todo esto no es sino el cumplimiento del principio de la ley —el principio ilustrado en la historia del buen samaritano y manifestado en la vida de Jesús. Su carácter revela el verdadero significado de la ley, y muestra qué es amar al prójimo como a nosotros mismos. Y cuando los hijos de Dios manifiestan misericordia, bondad y amor hacia todos los hombres, también atestiguan el carácter de los estatutos del cielo. Dan testimonio de que «la ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma» Salmo 19:7. Y cualquiera que deja de manifestar este amor viola la ley que profesa reverenciar. Por el sentimiento que manifestamos hacia nuestros hermanos, declaramos cuál es nuestro sentimiento hacia Dios. El amor de Dios en el corazón es la única fuente de amor al prójimo (El Deseado de todas las gentes, p. 466).

Elena G.W

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