Jueves 25 de enero – AYUDA DESDE EL SANTUARIO – EL SEÑOR OYE Y SALVA

EL SEÑOR OYE Y SALVA “Claman los justos y el Señor los escucha, y los libra de todas sus angustias”…

 Jueves 25 de enero – AYUDA DESDE EL SANTUARIO – EL SEÑOR OYE Y SALVA

EL SEÑOR OYE Y SALVA

“Claman los justos y el Señor los escucha, y los libra de todas sus angustias” (Sal. 34:17).

Jueves: 25 de enero

AYUDA DESDE EL SANTUARIO

Lee Salmos 3:4; 14:7; 20:1 al 3; 27:5; 36:8; 61:4; y 68:5 y 35. ¿De dónde procede la ayuda en estos pasajes?

 

Salmos 3:4

Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. Selah

 

Salmos 14:7

¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de su pueblo, Se gozará Jacob, y se alegrará Israel.

 

Salmos 20:1-3

1 Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga. Haga memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto. Selah

 

Salmos 27:5

Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto.

 

Salmos 36:8

Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.

 

Salmos 61:4

Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah

 

Salmos 68:5 y 35

Padre de huérfanos y defensor de viudas Es Dios en su santa morada.

35 Temible eres, oh Dios, desde tus santuarios; El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo. Bendito sea Dios.

La figura del refugio y la ayuda espiritual y física aparece notablemente en el contexto del Santuario. El Santuario es un lugar de ayuda, de seguridad y de salvación. El Santuario da cobijo a los atribulados. Dios defiende a los huérfanos y a las viudas, y da fuerza a su pueblo desde su Santuario. Cuando “desde Sion, dechado de hermosura, resplandece Dios” (Sal. 50:2), se proclaman los justos juicios de Dios y surge la bendición del Señor (Sal. 84:4; 128:5; 134:3).

El refugio en el Santuario supera la seguridad que ofrece cualquier otro lugar del mundo, porque en el Santuario Dios habita en persona. La presencia de Dios, y no meramente el Templo como edificio firme, brinda seguridad. Del mismo modo, al ser el monte donde mora el Señor, el monte Sion supera a otros montes, aunque en sí mismo era una colina no muy grande ni elevada (Sal. 68:15, 16; Isa. 2:2).

“Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:15, 16). ¿En qué se parecen estos versículos a lo que describe el salmista acerca del Santuario?

La santidad del Santuario de Dios lleva al salmista a reconocer que toda la humanidad es pecadora y completamente indigna del favor de Dios, y afirma que la liberación se basa únicamente en la fidelidad y la gracia de Dios (Sal. 143:2, 9-12). No hay en nosotros nada que nos dé algún mérito delante de Dios. Únicamente cuando las personas mantienen una relación correcta con Dios mediante el arrepentimiento y la aceptación de su gracia y su perdón pueden invocar la garantía divina de liberación. El servicio del Santuario representaba la salvación que se encuentra en Jesús.

Comentarios Elena G.W

El templo de Dios está abierto en el cielo, e inunda su umbral la gloria de Dios destinada a toda iglesia que ame a Dios y guarde sus mandamientos. Necesitamos estudiar, meditar y orar, Tendremos entonces visión espiritual para discernir los atrios interiores del templo celestial. Percibiremos los temas de los himnos y agradecimientos del coro celestial que está alrededor del trono. Cuando Sión se levante y resplandezca, su luz será muy penetrante y se oirán preciosos himnos de alabanza y agradecimiento en las asambleas de los santos. Cesarán las murmuraciones y quejas por pequeñas desilusiones y dificultades. Mientras apliquemos el colirio áureo, veremos las glorias venideras. La fe penetrará las densas sombras de Satanás y veremos a nuestro Abogado ofreciendo el incienso de sus propios méritos en nuestro favor. Cuando veamos esto tal cual es, como el Señor desea que lo veamos, nos embargará un sentido de la inmensidad y diversidad del amor de Dios (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 368).

Jesús conoce las necesidades de sus hijos y le gusta escuchar sus oraciones. Que sus hijos se aparten del mundo y de todo lo que pudiera apartar los pensamientos de Dios, y que sientan que están solos con el Señor, que su ojo contempla lo más profundo del corazón y lee los deseos del alma, y que pueden hablar con Dios. Con fe humilde, podéis pedir el cumplimiento de sus promesas y sentir que aunque no tenéis nada en vosotros mismos que pudiera serviros para suplicar el favor de Dios, debido a los méritos y la justicia de Cristo podéis acercaros confiadamente al trono de la gracia, para hallar socorro en el momento oportuno. Nada puede fortalecer tanto al alma para resistir las tentaciones de Satanás en el gran conflicto de la vida, como buscar a Dios en humildad, y presentar delante de él vuestra alma en toda su indigencia, a la espera de que él será vuestro Ayudador y Defensor.

Con la fe confiada de un niñito, hemos de acudir a nuestro Padre celestial, contándole todas nuestras necesidades. Siempre está listo para perdonarnos y ayudarnos. La fuente de sabiduría divina es inagotable, y el Señor nos anima a sacar abundantemente de ella. El anhelo que podríamos tener de bendiciones espirituales se describe en estas palabras: «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía». Necesitamos una profunda hambre espiritual por los ricos dones que el cielo puede concedernos.

Oh, que podamos tener un deseo consumidor de conocer a Dios por experiencia, para llegar hasta la cámara de audiencia del Altísimo, extendiendo la mano de fe, y vaciando nuestras almas impotentes sobre Aquel poderoso para salvar. Su bondad amante es mejor que la vida (Dios nos cuida, p. 20).

Elena G.W

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