Satanás, al rebelarse, arrastró consigo a una tercera parte de los ángeles. Éstos se apartaron del
Padre y del Hijo, y se unieron con el instigador de la rebelión. Teniendo presente estos hechos,
debemos obrar con la mayor cautela...
“En el mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33), dice Cristo, pero en mí tendréis paz. Las pruebas a
las cuales son sometidos los cristianos en la tristeza, la adversidad y el oprobio, son los medios
designados por Dios para separar el tamo del trigo. Nuestro orgullo, egoísmo, malas pasiones y
amor de los placeres mundanales, deben ser todos vencidos; por lo tanto Dios nos manda
aflicciones para probarnos, y mostrarnos que existen estos males en nuestro carácter. Debemos
vencer por su fuerza y por su gracia, a fin de participar de la naturaleza divina, habiendo escapado
de la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. “Porque esta leve y momentánea
tribulación -dice Pablo-, produce una eterna gloria, que supera toda comparación. Así, fijamos
nuestros ojos, no en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Porque lo que se ve es temporal, pero lo
que no se ve es eterno” 2 Corintios 4:17, 18 (NRV). Las aflicciones, las cruces, las tentaciones, la
adversidad y nuestras variadas pruebas, son los medios que emplea Dios para refinarnos,
santificarnos y hacernos dignos de su alfolí celestial (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 129,
130).
Una cosa es leer y enseñar la Biblia, y otra cosa es tener mediante la práctica, injertados sus
principios de vida y de santidad en el alma... “Por gracia sois salvos por la fe”. Efesios 2:8. La
mente debería educarse a ejercer la fe antes que a acariciar la duda, la suspicacia y los celos.
Estamos demasiado inclinados a considerar los obstáculos como imposibles de superarse. El tener
fe en las promesas de Dios, el avanzar por fe sin dejarse dominar por las circunstancias es una
lección dura de aprender, y sin embargo es una necesidad impostergable para cada hijo de Dios el
aprender esta lección. Debe cultivarse siempre la gracia de Dios mediante Cristo porque nos es
dada como la única manera de acercarnos a Dios (En los lugares celestiales, p. 111).
Para gloria del Maestro, ambicionad cultivar todas las gracias del carácter. Debéis agradar a Dios
en todos los aspectos de la formación de vuestro carácter. Podéis hacerlo, pues Enoc agradó al
Señor aunque vivía en una época degenerada. Y en nuestros días también hay Enocs.
Permaneced firmes como Daniel, el fiel hombre de estado a quien ninguna tentación pudo
corromper. No chasqueéis a Aquel que os amó de tal manera que dio su propia vida para expiar
vuestros pecados. “Sin mí nada podéis hacer”, dice. Recordad esto. Si habéis cometido errores,
ganáis ciertamente una victoria si los veis y los consideráis señales de advertencia. De ese modo
transformáis la derrota en victoria, chasqueando al enemigo y honrando a vuestro Redentor
(Palabras de vida del gran Maestro, p. 267).