Lucifer, como querubín protector, estaba rodeado de gloria. Sin embargo, este ángel a quien Dios
había creado dotado de poder, llegó a sentir deseos de ser como Dios. Lucifer ganó la simpatía de
algunos de sus compañeros sugiriéndoles pensamientos de crítica hacia el gobierno de Dios. Esa
mala semilla fue esparcida de una manera sumamente seductora; y después de que brotó y se
arraigó en la mente de muchos, recogió las ideas que él mismo había sembrado primero en la
mente de otros, y las presentó ante las cortes más excelsas de ángeles como los pensamientos de
otras mentes contra el gobierno de Dios. Así introdujo Lucifer la rebelión en el cielo mediante
hábiles métodos diseñados por él mismo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario
bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1165).
Cada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan
bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en lugar de
oraciones, no podía sino pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su
corazón fué oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en
palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo, no serán
abandonados al poder de Satanás o a las flaquezas de su propia naturaleza. Son invitados por el
Salvador: “Echen mano ... de mi fortaleza; y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!”
Los espíritus de las tinieblas contenderán por el alma que una vez estuvo bajo su dominio. Pero
los ángeles de Dios lucharán por esa alma con una potencia que prevalecerá. El Señor dice: “¿Será
quitada la presa al valiente? o ¿libertaráse la cautividad legítima? Así empero dice Jehová: Cierto,
la cautividad será quitada al valiente, y la presa del robusto será librada; y tu pleito yo lo pleitearé,
y yo salvaré a tus hijos”. Isaías 49:24, 25 (El Deseado de todas las gentes, p. 224).
"El que no es conmigo contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama". El que está con
Cristo y mantiene la unidad de Cristo, lo entroniza en el corazón y obedece sus órdenes, está a
salvo de las trampas del maligno. El que se une con Cristo, recogerá para sí mismo las gracias de
Cristo, y dará fortaleza, eficiencia y poder al Señor ganando almas para Cristo. Cuando Cristo se
posesiona de la ciudadela del alma, el instrumento humano se convierte en uno con él. Cooperando
con el Salvador, llega a ser el instrumento mediante el cual obra Dios. Entonces cuando venga
Satanás y se esfuerce por tomar posesión del alma, encontrará que Cristo la ha hecho más fuerte
que el hombre fuerte armado (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista
del séptimo día, t. 5, pp. 1067, 1068).