Lunes 4 de diciembre – PABLO EN EL AREÓPAGO – MISIÓN EN FAVOR DE LOS NO ALCANZADOS: PRIMERA PARTE

MISIÓN EN FAVOR DE LOS NO ALCANZADOS: PRIMERA PARTE “El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay…

 Lunes 4 de diciembre – PABLO EN EL AREÓPAGO – MISIÓN EN FAVOR DE LOS NO ALCANZADOS: PRIMERA PARTE

MISIÓN EN FAVOR DE LOS NO ALCANZADOS: PRIMERA PARTE

“El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas” (Hech. 17:24).

Lunes: 4 de diciembre

PABLO EN EL AREÓPAGO

Sin importar dónde estuviera, como Dios lo había comisionado, Pablo predicaba el evangelio. Y eso es exactamente lo que trató de hacer en Atenas.

Lee Hechos 17:18 al 21. ¿Cómo reaccionaron los paganos de la plaza ante las palabras y las preguntas de Pablo?

 

Hechos 17:18-21

18 Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. 19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? 20 Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. 21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.)

Es evidente que, con sus “dioses extraños”, Pablo impresionó a la gente del mercado (Hech. 17:18), por lo que lo llevaron al Areópago, una parte de la ciudad donde se dirimían asuntos legales y religiosos; aunque al parecer Pablo no enfrentó ningún tipo de juicio legal. Por lo visto, querían escucharlo a él y su “nueva doctrina” (Hech. 17:19). Sería difícil ignorar a alguien con la elocuencia, la pasión y la inteligencia de Pablo, aunque promoviera ideas que a aquella gente le parecían muy extrañas.

Hechos 17:21 dice que los atenienses no hacían más que hablar y escuchar sobre las últimas ideas. ¿Lucas los estaba acusando de perezosos? Probablemente, no. Lo más probable es que señalara que eran pensadores y polemistas experimentados. Al fin y al cabo, la sociedad griega generó pensadores como Sócrates, Platón y Aristóteles, filósofos cuya influencia ha llegado hasta nuestros días. Atenas había sido considerada durante siglos el centro del pensamiento intelectual y filosófico. Aunque algunos de estos pensadores no eran ateos, desde luego no en el sentido en que hoy concebimos el ateísmo, muchas de sus ideas filosóficas diferían radicalmente de las enseñanzas del cristianismo. Es difícil, por ejemplo, encontrar en la filosofía de los epicúreos y los estoicos un lugar para algo como un Mesías resucitado.

En Atenas, Pablo había esperado que el Espíritu Santo pudiera utilizar sus conocimientos y sus habilidades oratorias, que había adquirido en su educación con Gamaliel. Pero, en realidad, fue la educación de Pablo en las calles de Atenas lo que el Espíritu Santo pudo utilizar aún más. “Sus más sabios oyentes estaban asombrados al escuchar su razonamiento. Demostró que estaba familiarizado con sus obras de arte, su literatura y su religión” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 195).

Después de la experiencia de Pablo en Atenas con estos paganos y filósofos, escribió a los corintios: “Me propuse no saber nada entre ustedes sino a Jesucristo, y a él crucificado” (1 Cor. 2:2). ¿Qué lección podemos encontrar aquí acerca de que Cristo debe ocupar un lugar central en nuestro mensaje, sin importar a quiénes les estemos predicando?

Comentarios Elena G.W

Los grandes hombres de Atenas no tardaron en enterarse de la presencia en su ciudad de un maestro singular, que estaba presentando a las gentes doctrinas nuevas y extrañas. Algunos de esos hombres buscaron a Pablo, y entablaron conversación con él. Pronto una multitud de oyentes se reunió en torno de ellos. Algunos estaban listos para ridiculizar al apóstol como a uno muy inferior a ellos tanto social como intelectualmente, y ésos dijeron con mofa: «¿Qué quiere decir este palabrero?» Otros, «porque les predicaba a Jesús y la resurrección,» dijeron: «Parece que es predicador de nuevos dioses.»

Entre aquellos que se encontraron con Pablo en la plaza, había «algunos filósofos de los Epicúreos y de los Estoicos;» pero estos, y todos los demás que trataron con él, vieron pronto que tenía un caudal de conocimiento aun mayor que el de ellos. Sus facultades intelectuales imponían el respeto de los letrados; mientras su fervor, su lógico razonamiento y el poder de su oratoria llamaban la atención de todo su auditorio. Sus oyentes reconocieron el hecho de que no era un novicio, sino un hombre capaz de hacer frente a todas las clases de argumentos convincentes en defensa de la doctrina que enseñaba. Así el apóstol permaneció impávido, haciendo frente a sus opositores en su propio terreno, haciendo frente a la lógica con la lógica, a la filosofía con la filosofía, a la elocuencia con la elocuencia (Los hechos de los apóstoles, p. 191).

Mientras Pablo escudriñaba las Escrituras, descubrió que a través de los siglos, «no … muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es: para que ninguna carne se jacte en su presencia.» 1 Corintios 1:26-29. Y así, viendo la sabiduría del mundo a la luz de la cruz, Pablo se propuso «no conocer nada, … sino a Jesucristo, y a este crucificado.» 1 Corintios 2:2 (VM).

En el curso de su ministerio ulterior, Pablo nunca perdió de vista la fuente de su sabiduría y fuerza. Oídlo años más tarde declarar todavía: «Para mí el vivir es Cristo.» Filipenses 1:21. Y otra vez: «Y ciertamente, aun reputo todas las cosas pérdida por el eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo,… para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y la virtud de su resurrección, y la participación de sus padecimientos.» Filipenses 3:8-10 (Los hechos de los apóstoles, pp. 104, 105).

¿Esperamos morar con Cristo en el mundo eterno? Entonces debemos morar con él aquí para que pueda ayudarnos cada vez que se presenten pruebas y tentaciones y nos prepare para su venida en las nubes del cielo… No podemos mantener a Cristo tan apartado de, nuestra vida como lo hacemos, y sin embargo ser idóneos para su compañerismo en el cielo. Él es el todo en el cielo, y debe ser nuestro todo en la tierra (That I May Know Him, p. 119; parcialmente en A fin de conocerle, p. 120).

Elena G.W

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