- marzo 12, 2024
Martes 12 de marzo – SION: EL HOGAR DE TODAS LAS NACIONES – EL ANHELO DE DIOS EN SION
EL ANHELO DE DIOS EN SION “Anhelo y ardientemente deseo los atrios del Señor. Mi corazón y mi carne cantan…
EL ANHELO DE DIOS EN SION
“Anhelo y ardientemente deseo los atrios del Señor. Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Sal. 84:2).
Martes: 12 de marzo
SION: EL HOGAR DE TODAS LAS NACIONES
Lee Salmo 87:1 y 2. ¿Qué hace de Sion un lugar tan apreciado?
Salmo 87:1-2
1 Su cimiento está en el monte santo. 2 Ama Jehová las puertas de Sion Más que todas las moradas de Jacob.
Salmo 87 es un himno que celebra a Sion como la ciudad especialmente elegida y amada por Dios. Los cimientos del Templo de Dios están en el monte Sion (Sal. 2:6; 15:1). En el tiempo del fin, Sion se alzará sobre todos los montes, lo que representa la supremacía soberana del Señor sobre todo el mundo (Sal. 99:2; Isa. 2:2; Miq. 4:1). Salmo 87 se refiere a Sion como “montes”, para resaltar su majestad (Sal. 133:3). Dios ama las puertas de Sion “más que todas las habitaciones de Jacob” (Sal. 87:2); lo que expresa la superioridad de Sion sobre todos los demás lugares de Israel que fueron sitios especiales de reunión del pueblo de Dios en el pasado, como Silo y Betel. De este modo, el salmo afirma que la verdadera adoración a Dios se realiza en el lugar elegido y de la forma prescrita.
Lee Salmo 87:3 al 7. ¿Qué cosas gloriosas se dicen de Sion?
Salmo 87:3-7
3 Cosas gloriosas se han dicho de ti, Ciudad de Dios. Selah 4 Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen; He aquí Filistea y Tiro, con Etiopía; Este nació allá. 5 Y de Sion se dirá: Este y aquel han nacido en ella, Y el Altísimo mismo la establecerá. 6 Jehová contará al inscribir a los pueblos: Este nació allí. Selah 7 Y cantores y tañedores en ella dirán: Todas mis fuentes están en ti.
La gloria de Sion atrae a todas las naciones hacia Dios, y así las fronteras del Reino de Dios se extienden hasta incluir a todo el mundo. Fíjate que Dios no trata a las demás naciones como ciudadanos de segunda, si bien se describe a Sion como el lugar de nacimiento espiritual de todos los pueblos que aceptan al Señor como su Salvador.
El registro de las personas se hacía según el lugar de nacimiento (Neh. 7:5; Luc. 2:1-3). Tres veces el salmo afirma que las naciones nacen en Sion, lo que significa que el Señor les ofrece una nueva identidad y les concede todos los privilegios de los hijos legítimos de Sion (Sal. 87:4-6).
Salmo 87 apunta a la salvación tanto de los judíos como de los gentiles, y a su unión en una iglesia mediante el ministerio redentor de Cristo (Rom. 3:22; 10:12; Gál. 3:28, 29; Col. 3:11). La descripción que hace el salmo de la prosperidad de Sion nos recuerda la visión de Daniel del Reino de Dios convertido en un enorme monte que llena toda la Tierra (Dan. 2:34, 35, 44, 45) y la parábola de Jesús sobre el Reino de Dios que se convierte en un enorme árbol que acoge a las aves del cielo (Mat. 13:32).
La buena disposición de Sion a adoptar a todos los pueblos, ¿de qué manera encuentra su cumplimiento en la gran comisión de la iglesia de predicar el evangelio a toda nación (Mat. 28:18-20)? ¿Cómo encaja esta idea con nuestro llamado a predicar el mensaje de los tres ángeles?
Comentarios Elena G.W
Las naciones de los salvos no conocerán otra ley que la del cielo. Todos constituirán una familia feliz y unida, ataviada con las vestiduras de alabanza y agradecimiento. Al presenciar la escena, las estrellas de la mañana cantarán juntas, y los hijos de los hombres aclamarán de gozo, mientras Dios y Cristo se unirán para proclamar: No habrá más pecado ni muerte»…
«Ciertamente consolará Jehová a Sión: consolará todas sus soledades, y tornará su desierto como paraíso, y su soledad como huerto de Jehová». «La gloria del Líbano le será dada, la hermosura de Carmel y de Sarón». «No te llamarán ya más la ‘Desamparada,’ ni se llamará tu tierra ‘Desierta,’ sino que te llamarán a ti ‘Mi complacencia en ella,’ y a tu tierra ‘Desposada.’… Como la esposa hace las delicias del esposo, así harás tú las delicias de tu Dios». Isaías 66:23; 40:5; 61:1 1; 28:5; 51 35:2; 62:4, 5 (VNC) (Profetas y reyes, pp. 541, 542).
Así el reino de Cristo al principio parecía humilde e insignificante. Comparado con los reinos de la tierra parecía el menor de todos. La aseveración de Cristo de que era rey fue ridiculizada por los gobernantes de este mundo. Sin embargo, en las grandes verdades encomendadas a los seguidores de Cristo, el reino del evangelio poseía una vida divina. i Y cuán rápido fue su crecimiento, cuán amplia su influencia! Cuando Cristo pronunció esta parábola, había solamente unos pocos campesinos galileos que representaban el nuevo reino. Su pobreza, lo escaso de su número, era presentado repetidas veces como razón por la cual los hombres no debían unirse con estos sencillos pescadores que seguían a Jesús. Pero la semilla de mostaza había de crecer y extender sus ramas a través del mundo. Cuando pereciesen los gobiernos terrenales, cuya gloria llenaba entonces los corazones humanos, el reino de Cristo seguiría siendo una fuerza poderosa y de vasto alcance…
Y en esta última generación la parábola de la semilla de mostaza ha de alcanzar un notable y triunfante cumplimiento. La pequeña simiente llegará a ser un árbol. El último mensaje de amonestación y misericordia ha de ir a «toda nación y tribu y lengua» (Apocalipsis 14:6-14) «para tomar de ellos pueblo para su nombre». Hechos 15:14 (La maravillosa gracia de Dios, p. 17).
La constante preocupación de nuestros corazones debería ser: ¿Qué puedo hacer para salvar las almas por las cuales Cristo murió? Alrededor de mí hay almas preciosas, sumidas en la maldad, que van a perecer a menos que alguien trabaje por su salvación. ¿Qué puedo hacer para alcanzar a esas almas errantes, para llevarlas a la gloriosa ciudad de Dios, y presentarlas delante del trono diciendo: «Aquí estoy yo y los hijos que me diste»?.
Dios le ha asignado a cada cual su tarea… Los siervos fieles no perderán su recompensa. Obtendrán la vida eterna y el «bien, buen siervo y fiel» (Mateo 25:23) descenderá como dulce música hasta sus oídos (Cada día con Dios, p. 216).