Martes 2 de mayo – LA HORA DE SU JUICIO

Martes 2 de mayo – LA HORA DE SU JUICIO

LA HORA DE SU JUICIO

“Y hagan esto conociendo el tiempo, que ya es hora de levantarnos del sueño; pues ahora nuestra salvación está más cerca que cuando creímos. La noche está muy avanzada; el día casi ha llegado. Desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de luz” (Rom. 13:11, 12).

Martes: 2 de mayo

LA INSTRUCCIÓN DEL ÁNGEL A DANIEL

Lee Daniel 9:23. ¿Qué instrucción específica da el ángel a Daniel? ¿Por qué esto es importante para entender el significado de la purificación del Santuario en Daniel 8:14?

 

Daniel 9:23

23 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.

 

Daniel 8:14

14 Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.

El ángel claramente instruyó a Daniel: “Entiende, pues, la palabra, y entiende la visión” (Dan. 9:23). ¿Qué palabra y qué visión? Debido a que no se registra ninguna visión en Daniel 9, el ángel Gabriel debió haber estado hablando de la porción de la visión de Daniel 8 que el profeta no entendió, la visión de los 2.300 días (Dan. 8:27).

Gabriel sigue en Daniel 9:24 al 27. ¿De qué acontecimientos de la vida y el ministerio de Jesús está hablando?

 

Daniel 9:24-27

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

La primera parte de esta profecía se refiere al pueblo de Dios, los judíos. “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo”, la nación judía (Dan. 9:24). En la profecía bíblica, un día profético es igual a un año literal (Eze. 4:6; Núm. 14:34). En Daniel y Apocalipsis, cuando hay imágenes simbólicas, generalmente también hay una profecía de tiempo simbólica. Una de las maneras en que podemos estar seguros de que el principio de día-año de la profecía se aplica aquí es que cuando lo usamos en la profecía de Daniel, cada evento en la línea de tiempo se presenta perfectamente (ver la lección de mañana). Si aplicamos este principio, 70 semanas se componen de 490 días. Puesto que un día profético equivale a un año literal, 490 días son 490 años literales.

Gabriel le dice a Daniel que 70  semanas (490 años) están “determinadas” (el significado literal de la palabra hebrea chathak es “cortadas”). ¿Cortadas de qué? Podría ser de la única profecía a la que se alude aquí: los 2.300 días de Daniel 8:14. Estos 490 años, una profecía de tiempo, están directamente relacionados con la profecía del tiempo de Daniel 8:14, la única parte de la visión que quedó sin explicar en Daniel 8 y también la única profecía de tiempo en Daniel 8. Así, podemos ver que Gabriel, con esta profecía, viene a ayudar a Daniel a entender lo que no entendió en el capítulo anterior: los 2.300 días.

Comentarios Elena G.W

El Cielo se inclina para oír la ferviente súplica del profeta. Aun antes que haya terminado su ruego por perdón y restauración, se le aparece de nuevo el poderoso Gabriel y le llama la atención a la visión que había visto antes de la caída de Babilonia y la muerte de Belsasar. Y luego le esboza en detalle el período de las setenta semanas, que había de empezar cuando fuese dada «la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén». Daniel 9:25.

La oración de Daniel fue elevada «en el año primero de Darío» (vers. l), el monarca medo cuyo general, Ciro, había arrebatado a Babilonia el cetro del gobierno universal. El reinado de Darío fue honrado por Dios. A él fue enviado el ángel Gabriel, «para animarlo y fortalecerlo» Daniel 11:1. Cuando murió, más o menos unos dos años después de la caída de Babilonia, Ciro le sucedió en el trono, y el comienzo de su reinado señaló el fin de los setenta años iniciados cuando la primera compañía de hebreos fue llevada de Judea a Babilonia por Nabucodonosor (Profetas y reyes, 408).

Transcurrido «el tiempo» las sesenta y nueve semanas del capítulo noveno de Daniel, que debían extenderse hasta el Mesías, «el Ungido»— Cristo había recibido la unción del Espíritu después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, y el «reino de Dios» que habían declarado estar próximo, fue establecido por la muerte de Cristo. Este reino no era un Imperio terrenal como se les había enseñado a creer. No era tampoco el reino venidero e inmortal que se establecerá cuando «el reino, y el dominio, y el señorío de los reinos por debajo de todos los cielos, será dado al pueblo de los santos del Altísimo»; ese reino eterno en que «todos los dominios le servirán y le obedecerán a él». Daniel 7:27 (El conflicto de los siglos, pp. 346, 347).

En nuestra época, tal como ocurriría en los días de Cristo, puede haber una comprensión e interpretación errónea de las Escrituras. Si los judíos hubieran estudiado las Escrituras con fervor y con oración, su investigación los habría recompensado con un verdadero conocimiento del tiempo, y no solo del tiempo, sino también de la manera en la cual Cristo aparecería. No habrían confundido la gloriosa segunda venida de Cristo con su primer advenimiento. Tenían el testimonio de Daniel; tenían el testimonio de Isaías y de otros profetas, tenían las enseñanzas de Moisés; y ahí estaba Cristo en medio de ellos, y ellos todavía investigaban las Escrituras en busca de evidencias concernientes a su venida…

Y muchos están haciendo la misma cosa hoy, en 1897, porque no tienen experiencia en el mensaje probatorio comprendido en los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Hay quienes investigan las Escrituras en busca de pruebas que digan que esos mensajes se encuentran en el futuro. Captan la verdad de los mensajes pero fallan en darles el lugar que les corresponde en la historia profética… No conocen las señales de la venida de Cristo ni del fin del mundo (El evangelismo, pp. 444, 445).

Elena G.W

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