Martes 9 de abril – FIELES EN MEDIO DE LA PERSECUCIÓN – ¿AMOR O EGOÍSMO? ESA ES LA CUESTIÓN

¿AMOR O EGOÍSMO? ESA ES LA CUESTIÓN “No temas, que yo estoy contigo. No desmayes, que yo soy tu Dios…

 Martes 9 de abril – FIELES EN MEDIO DE LA PERSECUCIÓN – ¿AMOR O EGOÍSMO? ESA ES LA CUESTIÓN

¿AMOR O EGOÍSMO? ESA ES LA CUESTIÓN

“No temas, que yo estoy contigo. No desmayes, que yo soy tu Dios que te fortalezco. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isa. 41:10).

Martes: 9 de abril

FIELES EN MEDIO DE LA PERSECUCIÓN

Durante los primeros siglos del cristianismo, la iglesia cristiana creció rápidamente, a pesar de los encarcelamientos, las torturas y las persecuciones. Los creyentes fieles, totalmente comprometidos con Cristo, llenos del Espíritu Santo, proclamaban su Palabra con poder; y decenas de miles de personas se convertían y su vida cambiaba.

Lee Hechos 2:41; 4:4 y 31; 5:42; y 8:1 al 8. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre los desafíos que enfrentó la iglesia del Nuevo Testamento, y también por qué creció tan rápidamente?

 

Hechos 2:41

41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.

 

Hechos 4:4 y 31

Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.

31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

 

Hechos 5:42

42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.

 

Hechos 8:1-8

1 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel. Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad.

Los discípulos soportaron amenazas (Hech. 4:17), encarcelamientos (Hech. 5:17, 18), persecución (Hech. 8:1) y la muerte misma (Hech. 7:59; 12:2), pero con el poder del Espíritu Santo proclamaron valientemente al Cristo resucitado, y las iglesias se multiplicaron por toda Judea, Galilea y Samaria (Hech. 9:31).

Los bastiones del infierno se sacudían. Se quebraban los grilletes de Satanás. La superstición pagana se derrumbaba ante el poder del Cristo resucitado. El evangelio triunfaba contra todo pronóstico. Los discípulos ya no se escondían en el Aposento Alto. El miedo se dispersó como una sombra que se desvanece.

En su lugar, la fe llenó el corazón de los discípulos. Una visión de su Señor resucitado les dio una nueva razón para vivir. Nuestro Señor no solo les había dado la Gran Comisión (Mar. 16:15), sino también la gran promesa: “ ‘Pero recibirán poder cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo, y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra’ ” (Hech. 1:8).

El evangelio penetró hasta los rincones más remotos de la Tierra (Col. 1:23). Aunque el último de los discípulos, Juan, murió a fines del siglo I, otros recogieron la antorcha de la verdad y proclamaron al Cristo vivo. Plinio el Joven, gobernador de la provincia romana de Bitinia, en la costa norte de la actual Turquía, le escribió al emperador Trajano alrededor del año 110 d.C. La declaración de Plinio es significativa porque fue casi ochenta años después de la Crucifixión. Plinio describió los juicios oficiales que efectuaba para encontrar y ejecutar a los cristianos. Manifestó que “muchas personas de todas las edades, clases y de ambos sexos están siendo puestas en peligro por acusaciones, y esto continuará. El contagio de esta superstición [el cristianismo] se ha extendido no solo en las ciudades, sino también en las aldeas y en los distritos rurales” (Henry Bettenson, Documents of the Christian Church [Nueva York: Oxford University Press, 2011], p. 4).

A pesar de los ataques crueles del diablo, la iglesia cristiana creció rápidamente.

¿Qué podemos aprender de la iglesia primitiva que pueda ayudarnos a nosotros, la iglesia del tiempo el fin?

Comentarios Elena G.W

La persecución que sobrevino a la iglesia de Jerusalén dio gran impulso a la obra del Evangelio. El éxito había acompañado la ministración de la palabra en ese lugar, y había peligro de que los discípulos permanecieran demasiado tiempo allí, desatendiendo la comisión del Salvador de ir a todo el mundo. Olvidando que la fuerza para resistir al mal se obtiene mejor mediante el servicio agresivo, comenzaron a pensar que no tenían ninguna obra tan importante como la de proteger a la iglesia de Jerusalén de los ataques del enemigo. En vez de enseñar a los nuevos conversos a llevar el evangelio a aquellos que no lo habían oído, corrían el peligro de adoptar una actitud que indujera a todos a sentirse satisfechos con lo que habían realizado. Para dispersar a sus representantes, donde pudieran trabajar para otros, Dios permitió que fueran perseguidos. Ahuyentados de Jerusalén, los creyentes «iban por todas partes anunciando la palabra» (Los hechos de los apóstoles, pp. 86, 87).

Si los santos del Antiguo Testamento dieron tan brillante testimonio de lealtad, ¿no deberán aquellos sobre quienes resplandece la luz acumulada durante siglos dar un testimonio aun más señalado con respecto al poder de la verdad? La gloria de las profecías derrama su luz sobre nuestra senda. Los símbolos se encontraron con la realidad en la muerte del Hijo de Dios. Cristo resucitó de los muertos, y proclamó sobre el sepulcro abierto: «Yo soy la resurrección y la vida». Juan 11:25. Envió su Espíritu al mundo para recordarnos todas las cosas. Y por un milagro de su poder, preservó su Palabra escrita a través de los siglos.

Los reformadores cuya protesta nos dio el nombre de protestantes, consideraron que Dios los había llamado a dar al mundo la luz del evangelio, y en su esfuerzo por hacerlo, estaban listos para sacrificar sus bienes, su libertad y aun la misma vida. Frente a la persecución y la muerte, el evangelio se proclamó lejos y cerca. La palabra de Dios fue comunicada al pueblo; y todas las clases, humildes y encumbrados, ricos y pobres, sabios e ignorantes, la estudiaron con avidez por su cuenta. ¿Somos nosotros, en este último conflicto de la gran controversia, tan fieles a nuestro cometido como lo fueron al suyo los primeros reformadores? (Profetas y reyes, p. 462).

La providencia misteriosa que permite que los justos sufran persecución por parte de los malvados, ha sido causa de gran perplejidad para muchos … [Pero] Dios nos ha dado suficientes evidencias de su amor, y no debemos dudar de su bondad porque no entendamos los actos de su providencia. Previendo las dudas que asaltarían a sus discípulos en días de pruebas y oscuridad, el Salvador les dijo: «Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán». Juan 15:20… Los que son llamados a sufrir la tortura y el martirio, no hacen más que seguir las huellas del amado Hijo de Dios (El conflicto de los siglos, p. 44).

Elena G.W

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