Hoy, 8 de marzo, celebro que soy ciudadana de un país (hasta el siglo XIX ninguna mujer lo fue); que puedo votar (hasta el siglo XX ninguna mujer pudo); que fui a la universidad (mi abuela no pudo por ser mujer); que compré casa pidiendo un préstamo solo a mi nombre (hasta la década del setenta del pasado siglo ninguna mujer podía); que puedo dedicarme a lo que yo elija (si quiero elegir profesión); que soy soltera sin que eso me condene a la pobreza; que tengo vida más allá de las paredes de un hogar y las decisiones de un esposo.
El Día Internacional de la Mujer nos recuerda algo que tendemos a olvidar por haber nacido en un buen momento de la historia: que no siempre fue así; que hoy disfrutamos derechos gracias a los valientes que los pelearon, haciendo la sociedad más justa.
El concepto de igualdad se ve en pasajes de la Biblia, a pesar de ser un libro escrito en tiempos muy diferentes a estos. Lucas escribió: “Dios no hace diferencia entre una persona y otra” (Hech. 10:34). Lamentablemente, la sociedad sí: ser blanco no ha sido igual que ser negro; ser esclavo no ha sido igual que ser libre; ser mujer no ha sido igual que ser varón. Pero se ha avanzado mucho en este camino.
Jesús no compartía eso que los varones judíos decían en sus plegarias: “Gracias, Dios, porque no me has hecho mujer”. “Las palabras y acciones de Jesús incorporaron a las mujeres en ámbitos que resultaban nuevos y sorprendentes en el siglo I”.25 Cuando habló con la samaritana, “sus discípulos se asombraron de que hablara con una mujer” (Juan 4:27, RVR95) porque los hombres no hablaban con mujeres fuera del hogar.
En sus parábolas, usaba referencias femeninas para ilustrar valores espirituales. Sentada a sus pies aprendía María, a pesar de que la enseñanza estaba vetada a las mujeres. Jesús dio a las mujeres papeles protagónicos… Él sentó bases que el cristianismo de siglos posteriores no tomó como referencia.
Según Elena de White, “Jesús exige que reconozcamos los derechos de cada ser humano” (Obreros evangélicos, p. 126). Por eso yo celebro a quienes, en el pasado, lucharon para ayudarnos a tener esta perspectiva y a llevarla a la práctica. Y, sobre todo, agradezco a Jesús, que nos dio un claro ejemplo al respecto. Hoy, 8 de marzo, estoy de celebración histórica.
Feliz Día Internacional de la Mujer.
“Dios no hace acepción de personas” (Hech. 10:34, RVR95).
25 Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser, Historia de las mujeres (Barcelona: Crítica, 2009), p. 91.