Miércoles 20 de diciembre – PARA ESTA HORA – ESTER Y MARDOQUEO

ESTER Y MARDOQUEO “Yo te haré luz para los gentiles, y llevarás mi salvación a los confines de la tierra”…

 Miércoles 20 de diciembre – PARA ESTA HORA – ESTER Y MARDOQUEO

ESTER Y MARDOQUEO

“Yo te haré luz para los gentiles, y llevarás mi salvación a los confines de la tierra” (Isaías 49:6, NTV)

Miércoles: 20 de diciembre

PARA ESTA HORA

Lee Ester 4:1 al 14. ¿Por qué en ese momento se consideró apropiado que Ester se identificara como judía?

 

Ester 4:1-14

1 Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor. Y vino hasta delante de la puerta del rey; pues no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio. Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos. Y vinieron las doncellas de Ester, y sus eunucos, y se lo dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas él no los aceptó. Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos del rey, que él había puesto al servicio de ella, y lo mandó a Mardoqueo, con orden de saber qué sucedía, y por qué estaba así. Salió, pues, Hatac a ver a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, que estaba delante de la puerta del rey. Y Mardoqueo le declaró todo lo que le había acontecido, y le dio noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey a cambio de la destrucción de los judíos. Le dio también la copia del decreto que había sido dado en Susa para que fuesen destruidos, a fin de que la mostrase a Ester y se lo declarase, y le encargara que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder delante de él por su pueblo. Vino Hatac y contó a Ester las palabras de Mardoqueo. 10 Entonces Ester dijo a Hatac que le dijese a Mardoqueo: 11 Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días. 12 Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester. 13 Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. 14 Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?

Cuando Mardoqueo se puso en contacto con Ester para pedirle ayuda, ella llevaba varios años casada con Asuero, pero en Persia había una ley: nadie podía acercarse al trono del rey sin invitación expresa del monarca. Cualquiera que no respetara esta regla arriesgaba su vida. Ester, aunque sabía del riesgo que corría, de todos modos entró en la sala del trono sin ser invitada.

La fe de Mardoqueo intentó despertar la fe de Ester. El corazón del libro de Ester se encuentra en las palabras de Mardoqueo a Ester: “Entonces Mardoqueo dijo que respondiesen a Ester: ‘No pienses que por estar en la casa del rey serás la única en librarte entre todos los judíos. Porque si del todo callas ahora, respiro y liberación tendrán los judíos de otra parte; pero tú y la casa de tu padre perecerán. Y ¿quién sabe si no fue para esta hora que has llegado al reino?’ ” (Est. 4:13, 14).

La fe de Ester fue puesta a prueba cuando Mardoqueo apeló a su amor por su pueblo. Nadie sabía que era judía, salvo Mardoqueo, y una vez que tomó la decisión de involucrarse, no dudó en arriesgar su vida.

Su fe en Dios era fuerte, y sabía que, sin la ayuda de Dios, no podría tener éxito. Su respuesta a Mardoqueo revela su fe: “Ve, reúne a los judíos que se hallan en Susa, ayunen por mí y no coman ni beban durante tres días, ni noche ni día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente. Entonces iré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley. Y si perezco, que perezca” (Est. 4:16). Mardoqueo envió esta información a toda la comunidad judía de Susa, y mientras ellos ayunaban y oraban, Ester se preparó para el peligroso momento. “Al tercer día Ester se puso su vestido real y se presentó en el patio interior del palacio del rey, frente al aposento del rey. El rey estaba sentado en su trono real en el aposento regio, frente a la puerta del aposento. Cuando él vio a la reina Ester en el patio, ella obtuvo gracia en sus ojos, y el rey le extendió el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro” (Est. 5:1, 2).

Para los judíos, en una situación como la que se describe arriba, indudablemente la oración acompañaría al ayuno. Es decir, aunque actuaron en beneficio personal, la oración fue fundamental en la respuesta. ¿Qué lección obvia podemos extraer de esto?

Comentarios Elena G.W

La crisis que arrostró Ester exigía presta y fervorosa acción; pero tanto ella como Mardoqueo se daban cuenta de que a menos que Dios obrase poderosamente en su favor, de nada valdrían sus propios esfuerzos. De manera que Ester tomó tiempo para comulgar con Dios, fuente de su fuerza. Indicó a Mardoqueo: «Ve, y junta a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día: yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.» Ester 4:16.

Los acontecimientos que se produjeron en rápida sucesión: la aparición de Ester ante el rey, el señalado favor que le manifestó, los banquetes del rey y de la reina con Amán como único huésped, el sueño perturbado del rey, los honores tributados en público a Mardoqueo y la humillación y caída de Amán al ser descubierta su perversa maquinación, son todas partes de una historia conocida. Dios obró admirablemente en favor de su pueblo penitente; y un contradecreto promulgado por el rey, para permitir a los judíos que pelearan por su vida, se comunicó rápidamente a todas partes del reino por correos montados, que «salieron apresurados y constreñidos por el mandamiento del rey… Y en cada provincia y en cada ciudad donde llegó el mandamiento del rey, los Judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y día de placer. Y muchos de los pueblos de la tierra se hacían Judíos, porque el temor de los Judíos había caído sobre ellos.» Ester 8: 14, 17 (Profetas y reyes, pp. 442, 443).

[Daniel] siguió postrándose delante de Dios «abiertas las ventanas de su cámara». Consideraba la súplica a Dios de tan grande importancia que prefería sacrificar su vida antes que abandonarla. Debido a su insistencia en orar a Dios fue arrojado al foso de los leones. Los ángeles malignos habían cumplido su propósito. Pero Daniel continuó orando aun en el foso de los leones. ¿Sería destruido? ¿Lo olvidaría Dios allí? Oh, no; Jesús, el poderoso Comandante de las huestes celestiales, envió a su ángel para cerrar las bocas de los hambrientos leones a fin de que no dañaran al suplicante hombre de Dios… Satanás y sus ángeles fueron derrotados y se llenaron de ira…

La oración de fe es la gran fortaleza del cristiano y ciertamente prevalecerá contra Satanás. Por eso él insinúa que no necesitamos orar. Él detesta el nombre de Jesús, nuestro Abogado; y cuando acudimos sinceramente a él en busca de ayuda, la hueste satánica se alarma. Cuando descuidamos la oración actuamos de acuerdo con su propósito, porque entonces sus maravillas mentirosas se reciben con más facilidad (Testimonios para la iglesia, t. 1, pp. 266, 267).

Ahora y hasta el fin del tiempo, el pueblo de Dios debiera ser más ferviente, más despierto, no confiando en su propia sabiduría sino en la de su Dirigente. Debieran apartar días para el ayuno y la oración. Quizás no se requiera una abstinencia completa de alimento, pero debieran comer frugalmente de los alimentos más sencillos (Eventos de los últimos días, p. 83).

Elena G.W

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