Sábado 1 de abril – UN MOMENTO DEL DESTINO

UN MOMENTO DEL DESTINO “Entonces miré y vi una nube blanca, y sobre la nube, a uno sentado semejante al…

 Sábado 1 de abril – UN MOMENTO DEL DESTINO

UN MOMENTO DEL DESTINO

“Entonces miré y vi una nube blanca, y sobre la nube, a uno sentado semejante al Hijo del hombre, con una corona de oro en su cabeza, y en su mano una hoz aguda. Y del Santuario salió otro ángel, y clamó a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: ‘Toma tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar, y la mies de la Tierra está madura’ ” (Apoc. 14:14, 15).

Sábado: 1 de Abril

UN MOMENTO DEL DESTINO

Dios siempre habló a su pueblo y le presentó las verdades pertinentes que necesitaba oír en ese momento. Desde la advertencia sobre el diluvio (Gén. 6:7) hasta la primera venida de Jesús (Dan. 9:24-27), pasando por el Juicio Preadvenimiento (Dan. 7:9, 10; 8:14) y los acontecimientos finales antes de la segunda venida de Cristo (Apoc. 12-14), Dios nos ha hablado. En estos últimos días de la historia de la humanidad, ha enviado un mensaje especial al mundo y a su pueblo, destinado a satisfacer la necesidad del momento. Lo representa mediante tres ángeles que vuelan por en medio del cielo llevando este mensaje urgente del tiempo del fin a todo el mundo.

El mensaje de los tres ángeles es el último aviso de misericordia de Jesús, un llamado que nos saca de nuestra propia justicia y nos lleva a confiar en la justicia de Jesús. Sin embargo, como siempre, debemos elegir a Cristo, rendirnos a él y serle obedientes, y las decisiones que tomemos ahora sin duda afectarán las decisiones que tomaremos en la crisis final que tenemos por delante. Ahora es el tiempo de prepararse.

Comentarios Elena G.W

Dios ha dado revelaciones divinas a los seres humanos en todas las edades, para que así pudieran cumplir su propósito de desarrollar gradualmente las doctrinas de la gracia ante la inteligencia. Su forma de impartir la verdad resulta ilustrada por las palabras: «Como el alba está dispuesta su salida». El que se sitúe a sí mismo donde Dios pueda alumbrarlo, avanza, por decirlo así, de la oscuridad parcial del amanecer, hasta el total esplendor del mediodía… Del mismo modo que el sol progresa en su viaje de gracia y amor, como los dorados rayos del día inundan el escenario del cielo y embellecen bosques y montañas, despertando al mundo al dispersar las tinieblas de la noche, así los seguidores de Cristo deberán proseguir en su misión de amor (Hijos e hijas de Dios, p. 337). Se representa a los ángeles volando por en medio del cielo, proclamando un mensaje de advertencia al mundo, y ejerciendo una acción directa sobre la gente que vive en los últimos días de la historia terrena. Nadie oye la voz de esos ángeles, porque son un símbolo que representa al pueblo de Dios que trabaja en armonía con el universo del cielo. Hombres y mujeres esclarecidos por el Espíritu de Dios y santificados por la verdad proclaman sucesivamente los tres mensajes (Mensajes selectos, t. 2, p. 446). Dios ha llamado a su iglesia en este tiempo, como llamó al antiguo Israel, para que se destaque como luz en la tierra. Por la poderosa cuña de la verdad -los mensajes de los ángeles primero, segundo y tercero-, la ha separado de las iglesias y del mundo para colocarla en sagrada proximidad a sí mismo. La ha hecho depositaria de su ley, y le ha confiado las grandes verdades de la profecía para este tiempo. Como los santos oráculos confinados al antiguo Israel, son un sagrado cometido que ha de ser comunicado al mundo. Los tres ángeles de (Apocalipsis 14) representan a aquellos que aceptan la luz de los mensajes de Dios, y salen como agentes suyos para pregonar las amonestaciones por toda la anchura y longitud de la tierra. Cristo declara a los que le siguen: «Sois la luz del mundo» Mateo 5:14. A toda alma que acepta a Jesús, la cruz del Calvario dice: «He aquí el valor de un alma. ‘Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura'». Marcos 16:15. No se ha de permitir que nada estorbe esta obra. Es una obra de suma importancia para este tiempo; y ha de ser tan abarcante como la eternidad. El amor que Jesús manifestó por las almas de los hombres en el sacrificio que hizo por su redención, Impulsará a todos los que le sigan (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 431).

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