Domingo 5 de marzo – LA DEVOLUCIÓN

LA DEVOLUCIÓN Y oí una voz del cielo que dijo: Escribe: ¡Bienaventurados los que de aquí en adelante mueren en…

 Domingo 5 de marzo – LA DEVOLUCIÓN

LA DEVOLUCIÓN

Y oí una voz del cielo que dijo: Escribe: ¡Bienaventurados los que de aquí en adelante mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus fatigas y sus obras les sigan (Apoc. 14:13).

Domingo: 5 de Marzo

EL RICO INSENSATO
Lee Lucas 12:16 al 21. ¿Qué mensaje relevante encontramos para nosotros aquí? ¿Qué fuerte reprensión le dio el Señor al hombre insensato, y cómo debería interpelarnos esto con respecto a nuestra actitud hacia lo que poseemos?

Aunque el mensaje es más amplio que esto, se podría afirmar que esta fue una historia que Jesús contó sobre lo que no se debe hacer en la jubilación. En consecuencia, si una persona deja de trabajar y comienza a gastar su patrimonio acumulado, debe prestar atención y tomarse en serio esta historia. El problema no es trabajar arduamente ni obtener riqueza, especialmente a medida que nos volvemos más viejos y, quizás, más ricos. El problema radica en la actitud que asumimos. Sus palabras “¡Reposa, come, bebe y alégrate!” ( Luc. 12:19 ) expresan el verdadero problema aquí.

“Los ideales de este hombre no eran más elevados que los de las bestias que perecen. Vivía como si no hubiera Dios, ni Cielo, ni vida futura; como si todo lo que poseía fuera de su propiedad y no debiese nada a Dios ni al hombre” (PVGM 202).

Si durante esta etapa de la vida pensamos solo en nosotros mismos e ignoramos las necesidades de los demás y la causa de Dios, estamos siguiendo el ejemplo del rico insensato. No había ninguna indicación en la parábola de Jesús de que el hombre rico fuera perezoso ni deshonesto. El problema estaba en cómo gastaba lo que Dios le había confiado. Debido a que no sabemos el día de nuestra muerte, siempre debemos estar preparados viviendo para llevar a cabo la voluntad de Dios en lugar de seguir una vida egoísta.

La idea general que se da en la Biblia es que una persona trabaja y continúa siendo productiva mientras pueda. Por cierto, es interesante notar que los autores de los grandes libros proféticos de Daniel y Apocalipsis tenían más de ochenta años cuando concluyeron su labor. Esto, en una época en la que la edad promedio de fallecimiento era de unos cincuenta años. Elena de White publicó algunos de sus libros más conocidos y amados, como El Deseado de todas las gentes, después de los setenta años. Por ende, la edad, mientras estemos sanos, no debería implicar que dejemos de ser productivos ni de hacer el bien, en la medida de lo posible.

Jesús aconsejó a los que esperaban su segunda venida que no solo velaran, sino también siguieran trabajando ( Mat. 24:44–46 ).

Más allá de la edad y la cantidad de dinero que tengamos, ¿cómo podemos evitar caer en la trampa de este hombre aquí? Pregúntate: “¿Para qué estoy viviendo?

Comentarios Elena G.W

La solemne advertencia que se dio al necio hombre rico, debería ser suficiente para todos los hombres hasta el fin del tiempo. El Señor dio lección tras lección para apartar a todos del egoísmo y establecer estrechos lazos de compañerismo y hermandad entre los hombres. Él deseaba que los corazones de los creyentes estuvieran entretejidos con fuertes lazos de simpatía para que pudiera haber unidad en él. Juntos han de regocijarse en la esperanza de la gloria de Dios, esperando la vida eterna por la virtud de Jesucristo. Si Cristo mora en el corazón, su amor se difundirá a otros y unirá corazón con corazón… Jesús dio el Espíritu Santo en medida abundante para las grandes emergencias, para ayudarnos en nuestras debilidades, para darnos fuerte consolación, para iluminar nuestros mentes, y para purificar y ennoblecer nuestros corazones. Cristo llega a ser para nosotros sabiduría, justificación, santificación y redención ( Reflejemos a Jesús , p. 95). Los ideales de este hombre no eran más elevados que los de las bestias que perecen. Vivía como si no hubiera Dios, ni cielo, ni vida futura; como si todo lo que poseía fuera suyo propio, y no debiese nada a Dios ni al hombre. El salmista describió a este hombre rico cuando declaró: “Dijo el necio en su corazón: No hay Dios”. Salmo 14:1 . Este hombre había vivido y hecho planes para sí mismo. Él ve que posee provisión abundante para el futuro; ya no le queda nada que hacer, fuera de atesorar y gozar los frutos de sus labores. Se considera a sí mismo como más favorecido que los demás hombres, y se gloria de su sabia administración… Pero “la sabiduría de este mundo es necesaria para con Dios”. 1 Corintios 3:19 . Mientras el hombre rico espera disfrutar de años de placer en lo futuro, el Señor hace planes muy diferentes… No se garantiza lo único que hubiera sido de valor para él. Al vivir para sí había mismo rechazado aquel amor divino que se hubiera derramado con misericordia hacia sus semejantes. De esa manera había rechazado la vida. Porque Dios es amor, y el amor es vida. Este hombre había escogido lo terrenal antes que lo espiritual, y con lo terrenal debía morir ( Palabras de vida del gran Maestro , 202, 203). Si los hombres cumplieran sus deberes como fieles mayordomos de los bienes de su Señor, no habría quién clamara por pan, nadie sufriría privaciones, nadie estaría desnudo y con necesidad. Es la infidelidad de los hombres la que provoca el estado de sufrimiento en el que está sumergida la humanidad. Si tan solo los que han sido hechos mayordomos utilizaran los bienes de su Señor para el propósito con que les fueron dados, no existiría este estado de sufrimiento. El Señor prueba a los hombres recibiendos una abundancia de cosas buenas, así como probó al hombre rico de la parábola. Si somos infieles en las riquezas terrenales, ¿nos quién confiará en las riquezas verdaderas? Los que han soportado la prueba en la tierra, los que han sido hallados fieles, los que obedecieron las órdenes del Señor de ser misericordiosos y de usar sus medios para el avance de su reino, oirán de los labios de su Dueño: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco ha sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” Mateo 25:21 ( Reflejemos a Jesús , p. 219).

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