Lunes 6 de marzo – LA DEVOLUCIÓN

LA DEVOLUCIÓN Y oí una voz del cielo que dijo: Escribe: ¡Bienaventurados los que de aquí en adelante mueren en…

 Lunes 6 de marzo – LA DEVOLUCIÓN

LA DEVOLUCIÓN

Y oí una voz del cielo que dijo: Escribe: ¡Bienaventurados los que de aquí en adelante mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus fatigas y sus obras les sigan (Apoc. 14:13).

Lunes: 6 de Marzo

NO PUEDES LLEVARLA CONTIGO

Alguien preguntó una vez al famoso evangelista Billy Graham qué era lo que más le asombraba de la vida, ahora que era viejo (Graham tenía sesenta años en ese momento). ¿La respuesta de Graham? “Su brevedad”.
No hay duda, la vida pasa rápido.

¿Qué enseñan los siguientes pasajes acerca de la vida humana aquí? Salmo 49:17; 1 Timoteo 6:6, 7; Salmo 39:11; Santiago 4:14; Eclesiastés 2:18–22.

La vida no solo pasa rápido, sino además no te llevas nada cuando mueres; al menos, en cuanto a bienes materiales que hayas acumulado. (¿El carácter? Esa es otra historia…) “Porque cuando muera no llevará nada, ni su gloria descenderá con él” (Sal. 49:17); lo que significa que lo deja para que otro lo reciba. Quién lo obtendrá, claro está, depende de los planes que se hagan con antelación.

Aunque, por supuesto, no todo el mundo tiene una propiedad per se, la mayoría, especialmente porque ha trabajado a lo largo de los años, ha acumulado algo de capital. En definitiva, lo que sucederá con esa riqueza después de que muera es realmente una pregunta importante que la gente debería hacerse.

Para quienes tengan posesiones al final de la vida, sin importar cuán grandes o pequeños puedan ser nuestros bienes, la planificación patrimonial puede ser nuestro último acto de mayordomía, de administrar cuidadosamente aquello con lo que Dios nos ha bendecido. Si no tienes un plan patrimonial que hayas establecido en un testamento o un fideicomiso, las leyes del Gobierno estatal o civil pueden entrar en juego (todo esto depende, por supuesto, de dónde vivas). Si mueres sin testamento, la mayoría de las jurisdicciones civiles simplemente traspasan tus bienes a familiares, ya sea que los necesiten o no, ya sea que hagan un buen uso del dinero o no, y ya sea que hayas optado por darles una parte a esas personas o no. La iglesia no recibirá nada. Si eso es lo que quieres, bien; si no, necesitas hacer planes de antemano.

Para explicarlo de forma sencilla, podemos decir que debido a que Dios es el Dueño de todo (ver Sal. 24:1), sería lógico concluir desde una perspectiva bíblica que cuando hayamos terminado con lo que Dios nos ha confiado debemos devolverle a él, el Dueño legítimo, lo que nos queda, una vez satisfechas las necesidades de nuestros seres queridos.

La muerte, como sabemos, puede llegar en cualquier momento, en forma inesperada, incluso hoy. ¿Qué pasaría con tus seres queridos si murieras hoy? ¿Qué sucedería con tu patrimonio? ¿Se distribuiría como a ti te gustaría?

Comentarios Elena G.W

El libro del Eclesiastés fue escrito por Salomón en su vejez, después de que había probado plenamente que todos los placeres que puede dar la tierra son vanos e insatisfactorios. Él muestra allí cuán imposible es que las vanidades del mundo satisfagan los anhelos del alma. Su conclusión es que es sabio disfrutar con gratitud de las buenas dádivas de Dios y hacer lo que es correcto, pues se traerán a juicio todas nuestras obras. Es triste la autobiografía de Salomón. Nos proporciona la historia de su búsqueda de la felicidad. Se dedicó a investigaciones intelectuales; complació su amor al placer; llevó a cabo sus planes de empresas comerciales. Estuvo rodeado por el fascinante esplendor de la vida cortesana. Tenía a su disposición todo lo que el corazón carnal podía desear; sin embargo, resume su experiencia, en este registro: [se cita Ecl. 1:14-2:11]… Salomón tenía un gran conocimiento, pero su sabiduría era necedad, pues no sabía cómo mantenerse moralmente independiente, libre de pecado, con un carácter firme, modelado a la semejanza divina. Salomón nos relata el fruto de su investigación, sus intensos esfuerzos, su perseverante indagación. Declara que su sabiduría es una vanidad completa (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1183). [T]odo hálito, toda palpitación del corazón es una evidencia del completo cuidado que tiene de todo lo creado Aquel en quien “vivimos, y nos movemos, y somos”. Hechos 17:28. No es en virtud de alguna fuerza inherente que año tras año la tierra produce sus abundantes cosechas y que continúa su movimiento alrededor del sol. La mano de Dios dirige los planetas, y los mantiene en su puesto en su ordenada marcha a través de los cielos. “Él saca por cuenta su ejército: a todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud”. Isaías 40:26. En virtud de su poder la vegetación florece, aparecen las hojas y las flores se abren. Es él quien “hace a los montes producir hierba”, por su poder los valles se fertilizan. Todas las bestias de los bosques piden a Dios su alimento, y toda criatura viviente, desde el diminuto insecto hasta el hombre, dependen diariamente de su divina Providencia. Según las hermosas palabras del salmista: “Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo. Les das, recogen; abres tu mano, hártanse de bien”. Su Palabra controla los elementos, él cubre los cielos de nubes y prepara la lluvia para la tierra. “El da la nieve como lana, derrama la escarcha como ceniza”. “A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos”. Salmo 147:8, 16; 104:27, 28; Jeremías 10:13 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 107, 108). Todos los que quieran conservar sus nombres en el libro de la vida, deberían ahora, en los pocos días que restan de su vida, afligir sus almas ante Dios con dolor por el pecado y con verdadero arrepentimiento. Debe realizarse un escudriñamiento profundo y fiel del corazón. La liviandad y el espíritu frívolo a los cuales se entregan tantos profesos cristianos deberían desecharse. A todos los que quieran subyugar las malas tendencias que pugnan por obtener la supremacía, les aguarda una ruda lucha. La obra de preparación es una tarea individual (Hijos e hijas de Dios, p. 357).

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