Viernes 16 de febrero – PARA ESTUDIAR Y MEDITAR – TU AMOR ES GRANDE HASTA LOS CIELOS

TU AMOR ES GRANDE HASTA LOS CIELOS “Te alabaré entre los pueblos, Señor; cantaré de ti entre las naciones. Porque…

 Viernes 16 de febrero – PARA ESTUDIAR Y MEDITAR – TU AMOR ES GRANDE HASTA LOS CIELOS

TU AMOR ES GRANDE HASTA LOS CIELOS

“Te alabaré entre los pueblos, Señor; cantaré de ti entre las naciones. Porque tu amor es grande hasta los cielos, y hasta las nubes tu fidelidad” (Sal. 57:9, 10).

Viernes: 16 de febrero

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El camino a Cristo, “Nuestra necesidad de Cristo”, pp. 15-20. En los salmos, las voces del pueblo de Dios se unen como una sola para repetir el estribillo: “Su amor es para siempre”, en celebración del amor eterno de Dios (Sal. 106:1; 107:1; 118:1-4, 29; 136). “No alabar a Dios significaría olvidar todos sus beneficios, no apreciar los dones de Dios. Únicamente quien alaba no olvida. Pensar en Dios y hablar de él no implica necesariamente alabarlo. La alabanza comienza cuando uno reconoce la majestad y las obras de Dios y responde en adoración a su bondad, su misericordia y su sabiduría” (Hans LaRondelle, Deliverance in the Psalms, p. 178). El significado de la confesión solemne de la misericordia perdurable de Dios adquiere un significado aún más profundo cuando recordamos que la hesed de Dios (es decir, su bondad y su fidelidad relacionadas con el Pacto) se mantiene firme e inmutable en medio del pecado humano y la rebelión contra Dios. “Hemos pecado contra él, y somos indignos de su favor; sin embargo, él mismo ha puesto en nuestros labios la más maravillosa de las súplicas: ‘¡No nos deseches! ¡No deshonres tu trono glorioso! ¡Haz honor a tu nombre! ¡Acuérdate de tu pacto con nosotros! ¡No lo invalides!’ Cuando vamos a él confesando nuestra indignidad y pecado, él se ha comprometido a atender nuestro clamor. El honor de su Trono está empeñado en el cumplimiento de su palabra a nosotros” (Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 114). La experiencia de que Dios ha sido misericordioso con él (Sal. 103:2) anima al salmista a decir que “el Señor hace justicia y derecho a todos los oprimidos” (Sal. 103:6). De esta manera, el objetivo final del testimonio personal del salmista, y de la alabanza de la misericordia de Dios en su vida, es transmitir seguridad a otros acerca de la bondad amorosa de Dios, para que ellos también puedan abrir su corazón a Dios y recibir su gracia salvífica y alabar a Dios (Sal. 9:11, 12; 22:22-27; 66:16).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
  1. ¿Qué conclusiones prácticas extraes del hecho de que la misericordia de Dios es eterna, para la salvación de las personas? ¿Por qué esto no significa que se pueda seguir pecando, dado que la misericordia de Dios es eterna?
  2. ¿Cómo conciliamos el perdón de nuestros pecados por parte de Dios con la idea del juicio de Dios sobre el pecado?
  3. ¿Cómo se conectan las expresiones de la misericordia de Dios en el Nuevo Testamento con las de Salmos? (Efe. 2:4, 5; 1 Tim. 1:16; Tito 3:5; Heb. 4:16)?

Comentarios Elena G.W

«Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias». Salmo 103:1-4.

Dios nos ha dado el don del habla para que podamos relatar a otros cómo él nos trata, para que su amor y compasión pueda conmover a otros corazones, y que de otras almas puedan elevarse también alabanzas a Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. El Señor ha dicho: «Vosotros sois mis testigos». Isaías 43:10. Pero todos los que son llamados a testificar por Cristo, deben aprender de él a fin de ser testigos eficientes. Como hijos del Rey celestial, deben educarse para dar testimonio en voz clara y distinta, y de tal manera que nadie pueda recibir la impresión de que les cuesta hablar de la misericordia del Señor (Consejos para los maestros, p. 230).

Por nosotros [Jesús] soportó la agonía del Huerto de Getsemaní…  Oh, ¿por qué todo este sufrimiento, esta ignominia y torturante agonía? Fue para que mediante el sacrificio de sí mismo pudiera revelarse su amor, para que pudiera apartar a los hombres de los caminos del pecado. Después de que hayamos costado tanto al Salvador, ¿lo dejaremos ahora? ¡Oh, no, no! Fiel es el que ha prometido; sus brazos están extendidos para recibir en su corazón de amor a los creyentes arrepentidos, con toda la ternura del afecto divino. En Jesús tenemos un amigo perdurable e inmutable, y aunque todas las perspectivas terrenales fracasen y todo amigo terrenal resulte traicionero, él sigue siendo fiel.

Sus siervos son tan queridos para él como la niña de sus ojos. En la prueba, en la necesidad, en la perplejidad y en la angustia, no estamos solos; a cada paso, en tono seguro y consolador, él nos pide: «Sígueme» «Nunca te dejaré ni te desampararé (Manuscript Releases, t. 12, p. 115).

La historia bíblica sostiene al corazón que desmaya con la esperanza de la misericordia divina. No necesitamos desesperarnos cuando vemos que otros lucharon con desalientos semejantes a los nuestros, cayeron en tentaciones como nosotros, y sin embargo recobraron sus fuerzas y recibieron bendición de Dios. Las palabras de la inspiración consuelan y alientan al alma que yerra. Aunque los patriarcas y los apóstoles estuvieron sujetos a las flaquezas humanas, por la fe obtuvieron buen renombre, pelearon sus batallas con la fuerza del Señor y vencieron gloriosamente. Así también podemos nosotros confiar en la virtud del sacrificio expiatorio y ser vencedores en el nombre de Jesús. La humanidad fue humanidad en todas partes del mundo, desde el tiempo de Adán hasta la generación actual; y a través de todas las edades el amor de Dios no tiene comparación (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 19).

Elena G.W

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