Lunes 13 de marzo – CÓMO ADMINISTRARSE EN TIEMPOS DIFÍCILES

CÓMO ADMINISTRARSE EN TIEMPOS DIFÍCILES “Ofrece a Dios sacrificios de alabanza, y paga tus votos al Altísimo, e invócame en…

 Lunes 13 de marzo – CÓMO ADMINISTRARSE EN TIEMPOS DIFÍCILES

CÓMO ADMINISTRARSE EN TIEMPOS DIFÍCILES

“Ofrece a Dios sacrificios de alabanza, y paga tus votos al Altísimo, e invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Sal. 50:14, 15).

Lunes: 13 de Marzo

CONFÍA EN DIOS, NO EN TUS RECURSOS

El rey David debería haber sabido, por la experiencia de su mejor amigo, Jonatán, que cuando estás en una relación de pacto con Dios no importa si tienes pocos hombres o muchos; Dios puede darte la victoria. En 1 Samuel 14:1 al 23, la Biblia registra la historia de cómo el hijo de Saúl, Jonatán, y su escudero derrotaron a toda una guarnición de filisteos con la ayuda de Dios. Pero, a pesar de esta experiencia y muchas otras en la historia del pueblo de Dios, cuando llegaron tiempos difíciles para el rey David, este permitió que Satanás lo tentara a confiar en su propia fuerza e inventiva.

Lee 1 Crónicas 21:1 al 14. ¿Por qué decidió David contabilizar a Israel o contar a sus soldados? ¿Por qué su comandante Joab le aconsejó que no lo hiciera?

Ten en cuenta que fue idea de Satanás contar a los soldados. Él tentó a David a confiar en su propia fuerza en vez de depender de la providencia de Dios en su defensa. Joab, el comandante del ejército de Israel, trató de persuadir a David de que no contara a Israel porque había visto a Dios obrar en favor de Israel, pero David exigió que el censo siguiera adelante. Sus acciones acarrearon calamidad a la nación, como revela el texto.

Nadie jamás confió en Dios en vano. Siempre que luches por el Señor, prepárate. Y prepárate bien. Hay una cita, atribuida a un gobernante británico, Oliver Cromwell (1599–1658), quien antes de una batalla arengó a su ejército: “¡Confíen en Dios, muchachos, y mantengan la pólvora seca!” En otras palabras, haz todo lo posible para tener éxito, pero, al final, date cuenta de que solo Dios puede darte la victoria.

En nuestro contexto inmediato, es muy tentador confiar en el poder del Gobierno o en nuestras cuentas bancarias, pero en cada crisis que se menciona en la Biblia, cuando el pueblo confiaba en Dios, él honraba su confianza y proveía para él.

Deberíamos estar usando el tiempo presente para arreglar las cuentas con Dios, saldar deudas y ser generosos con lo que recibimos. En palabras de la antigua canción evangélica: “Si alguna vez necesitamos al Señor antes, obviamente lo necesitamos ahora”.

 

¿Cómo logramos el equilibrio correcto entre hacer lo posible, por ejemplo, para tener seguridad financiera y, al mismo tiempo, confiar en el Señor en todo?

Comentarios Elena G.W

David, en su prosperidad, no conservó esa humildad de carácter y confianza en Dios que caracterizó la primera parte de su vida. Contempló con orgullo las mejorías al reino, y contrastó su condición entonces próspera con su escaso número y poca fuerza cuando él ascendió al trono, atribuyéndose la gloria. Complació sus sentimientos ambiciosos al ceder a las tentaciones del diablo de enumerar a Israel, para poder comparar su debilidad anterior con su estado ahora próspero bajo su propio gobierno. Esto era desagradable para Dios, y contrario a su mandato expreso. Llevaría a Israel a confiar en su fuerza numérica, en vez de confiar en el Dios vivo David ya estaba convencido de que había cometido un gran pecado contra Dios antes de que terminara completamente la tarea de censar a Israel. Vio su error, y se humilló ante Dios confesando su gran pecado de contar neciamente al pueblo. Pero su arrepentimiento fue demasiado tardío. El Señor ya había impartido a su fiel profeta la orden de dar un mensaje a David y ofrecerle que escogiera el castigo por su transgresión. David todavía demostró que tenía confianza en Dios. Eligió caer en las manos de un Dios misericordioso antes que ser dejado al cruel arbitrio de hombres perversos (Spiritual Gifts, t. 4a, p. 92; parcialmente en Comentarios de Elena G. de White en el Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1145). Por su propio ejemplo el Salvador ha demostrado que sus seguidores pueden estar en el mundo y con todo, no ser del mundo. No vino para participar de sus ilusorios placeres, para dejarse influir por sus costumbres y seguir sus prácticas, sino para hacer la voluntad de su Padre, para buscar y salvar a los perdidos. Con este propósito, el cristiano puede permanecer sin contaminación en cualquier circunstancia. No importa su situación o condición, sea exaltada o humilde, manifestará el poder de la religión verdadera en el fiel cumplimiento del deber. No es fuera de la prueba, sino en medio de ella, donde se desarrolla el carácter cristiano. Expuestos a las contrariedades y la oposición, los seguidores de Cristo son inducidos a ejercer mayor vigilancia y a orar más fervientemente al poderoso Auxiliador. Las duras pruebas soportadas por la gracia de Dios, desarrollan paciencia, vigilancia, fortaleza y profunda y permanente confianza en Dios. Este es el triunfo de la fe cristiana que habilita a sus seguidores a sufrir y a ser fuertes; a someterse y así conquistar; a ser muertos todo el día y sin embargo vivir; a soportar la cruz y así ganar la corona de gloria (Los hechos de los apóstoles, p. 373). Si os allegáis a Dios para obtener ayuda y sabiduría, él no frustrará nunca vuestra fe... Puede argüirse que el Señor da sabiduría especial a aquellos a quienes han sido confiadas responsabilidades importantes. Es cierto que, si andan humildemente con él, les dará ayuda para su obra; y os la dará para la vuestra, si la buscáis con el mismo espíritu. Si el Señor, en su providencia, os ha impuesto importantes responsabilidades, os hará idóneos para llevarlas, si acudís a él con fe a fin de obtener fuerza para cumplirlas. Cuando pongáis vuestra confianza en él y dependáis de su consejo, él no os abandonará a vuestro juicio finito para que hagáis planes imperfectos y fracaséis (Obreros evangélicos, p. 432).

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