El llamado de Cristo al sacrificio y a una entrega sin reservas significa la crucifixión del yo. Para
obedecer este llamado debemos tener una fe incondicional en él como Ejemplo perfecto, y una clara
comprensión de que hemos de representarlo ante el mundo. Quienes trabajen para Cristo han de
hacerlo a la manera de él. Han de vivir su vida. Su invitación a una entrega incondicional ha de ser
suprema para ellos. No han de permitir que vínculo o interés terrenal alguno les impida rendirle el
homenaje de sus corazones y el servicio de sus vidas. Perseverante e incansablemente han de trabajar
con Dios para salvar las almas que perecen del poder del tentador.
Los que están así relacionados con Cristo aprenden constantemente de él, al pasar por las etapas
sucesivas de progreso en la experiencia cristiana. Se les presentan dificultades y perplejidades para
que puedan conocer más perfectamente la voluntad y el camino de Cristo. Pero oran y creen, y por la
práctica su fe aumenta (Alza tus ojos, p. 233).
No todo es suave en la vida del cristiano. Se le presentan duros conflictos; lo asaltan severas
tentaciones. "El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne". Mientras
más cerca lleguemos al fin de la historia de esta tierra, más engañosos e Insidiosos serán los ataques
del enemigo. Sus ataques se harán más violentos y más frecuentes. Los que se oponen a la luz y la
verdad, se volverán más endurecidos y apáticos, y más mordaces contra los que aman a Dios y guardan
sus mandamientos.
La influencia del Espíritu Santo es la vida de Cristo en el alma. No vemos a Cristo ni le hablamos,
pero su Espíritu Santo está tan cerca de nosotros en un lugar como en otro. Obra en cada uno que
recibe a Cristo y mediante él. Los que conocen la morada interior del Espíritu revelan los frutos del
Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe (Comentarios de Elena G. de White en
Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, pp. 1111, 1112).
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también
seréis manifestados con él en gloria. Colosenses 3:2-4.
Debemos tener un concepto más amplio del Salvador, como "Señor y Cristo". "Todo poder" se le ha
dado para que a su vez lo dé a los que creen en su nombre. Apenas reconocemos su derecho a nuestro
homenaje y obediencia, y a nuestra creciente fe en él...
Sométase a la disciplina de Cristo. Déjese conducir por su Palabra. Preste atención a esta instrucción
suya: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas". Mateo 11:29.
Insto a las iglesias en todas partes que hagan una obra cabal, teniendo en vista la eternidad, mediante
la confesión y el abandono del pecado. "Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han
sido dadas por su divino poder". 2 Pedro 1:3. ¿Qué significa esto?...
"Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria". 2 Corintios 3:18 (Cada día con Dios, p. 288).