- abril 24, 2024
Miércoles 24 de abril – EL LUCERO DE LA REFORMA – DEFENDAMOS LA VERDAD
DEFENDAMOS LA VERDAD “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea…
DEFENDAMOS LA VERDAD
“Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15).
Miércoles: 24 de abril
EL LUCERO DE LA REFORMA
Lee Salmos 19:7 al 11; 119:140 y 162; y Jeremías 15:16. ¿Qué actitudes similares tuvieron David y Jeremías hacia la Palabra de Dios, que fueron, en realidad, la piedra angular de la Reforma?
Salmos 19:7-11
7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. 8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. 9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal. 11 Tu siervo es además amonestado con ellos; En guardarlos hay grande galardón.
Salmos 119:140 y 162
140 Sumamente pura es tu palabra, Y la ama tu siervo.
162 Me regocijo en tu palabra Como el que halla muchos despojos.
Jeremías 15:16
16 Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.
Cada uno de los reformadores se “regocijaba” en la Palabra de Dios. Se “alegraban” en hacer la voluntad de Dios. “Amaban” su Ley. Una de las verdades fundamentales más significativas de la Reforma fue el gozo que producía el estudio de las Escrituras. El estudio de la Biblia no era una tarea laboriosa. No era un ejercicio legalista. No era un requisito rígido, sino un deleite.
Mientras estudiaban las Escrituras, eran transformados por el poder del Espíritu Santo. “El carácter de Wiclef es un testimonio del poder educador y transformador de las Santas Escrituras. A la Biblia debió él todo lo que fue. El esfuerzo hecho para comprender las grandes verdades de la Revelación imparte lozanía y vigor a todas las facultades. Expande la mente, aguza las percepciones y madura el juicio. El estudio de la Biblia ennoblecerá, como ningún otro estudio, el pensamiento, los sentimientos y las aspiraciones. Da constancia en los propósitos, paciencia, valor y perseverancia; refina el carácter y santifica el alma. Un estudio serio y reverente de las Escrituras, al poner la mente de quienes se dedicaran a él en contacto directo con la mente del Todopoderoso, daría al mundo hombres de intelecto más robusto y más activo, como también de principios más nobles, que los que pueden resultar de la más hábil enseñan- za de la filosofía humana” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 101).
Lee 2 Timoteo 2:1 al 3. ¿Qué consejo dio el apóstol Pablo a Timoteo en lo referente a compartir la Palabra de Dios?
2 Timoteo 2:1-3
1 Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. 2 Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. 3 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.
La verdad de la Palabra de Dios y el gozo de la salvación en Cristo llenaban tanto el corazón de los reformadores que tenían que compartirlos. John Wycliffe dedicó su vida a traducir la Palabra de Dios al inglés solo por dos razones: el Cristo viviente lo transformó mediante la Palabra y el amor de Cristo lo motivó a compartir con los demás lo que había aprendido con otros.
Antes de Wycliffe había muy poco de la Biblia en inglés. Aunque falleció antes de que Roma llegara a él, sin inmutarse el papado desenterró sus restos, los quemó y arrojó sus cenizas a un río. Pero, así como el agua dispersó esas cenizas, así también la Palabra de Dios, el agua de vida, se extendió a lo largo y ancho como resultado de su obra. Así lo usó Dios: “El lucero de la Reforma”.
Comentarios Elena G.W
En el siglo XIV surgió en Inglaterra «la estrella matutina de la Reforma». John Wycliffe fue el heraldo de la Reforma, no solo para Inglaterra, sino para toda la cristiandad.
En ellas [Wycliffe] encontró lo que antes había buscado en vano. Vio allí una revelación del plan de salvación, y a Cristo como el único Abogado del hombre. Descubrió que Roma había abandonado el sendero señalado por la Biblia para seguir las tradiciones humanas. Se entregó a sí mismo al servicio de Cristo, y se decidió a proclamar las verdades que había descubierto.
La mayor obra de su vida fue la traducción de las Escrituras al inglés. Esa fue la primera traducción completa de la Biblia a ese idioma que se haya hecho jamás… [Lla gente de Inglaterra recibió la Biblia en su propio idioma. De ese modo la luz de la Palabra de Dios comenzó a proyectar sus brillantes rayos en medio de las tinieblas. Una mano divina estaba preparando el camino para la gran Reforma (La historia de la redención, pp. 353, 354).
El valor del agente humano se estima de acuerdo con la capacidad que tiene el corazón para conocer y comprender a Dios. «Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo». 2 Timoteo 2:1-3. El mayor beneficio posible se obtiene por medio del conocimiento de Dios. «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado». Juan 17:3.
Este conocimiento es la fuente secreta de la cual fluye todo poder. Es a través del ejercicio de la facultad de la fe que se nos habilita para recibir y practicar la Palabra de Dios (Fundamentals of Christian Education, p. 341).
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. Jeremías 15:16.
[S]e abrió ante mí la Palabra de Dios y la vi rodeada de una luz hermosísima y sorprendente. Fueron pasando página tras página, y leí las misericordiosas invitaciones y palabras de súplica a buscar la gloria y la voluntad de Dios, y todas las demás cosas serían añadidas Buscad primeramente conocer a Dios antes que nada. Escudriñad las Escrituras. Alimentaos de las palabras de Cristo, que son espíritu y vida, y vuestro conocimiento aumentará y se expandirá. Estudiad vuestra Biblia. No estudiéis la filosofía contenida en muchos libros, sino estudiad la filosofía de la Palabra del Dios viviente. Otras producciones literarias tienen poca importancia cuando se comparan con esta. No pongáis en vuestra mente tantas cosas vulgares que no satisfacen. En la Palabra de Dios se despliega un rico banquete ante vosotros. Es la mesa del Señor, abundantemente provista, donde podéis comer y satisfaceros (A fin de conocerle, 14 de julio, p. 201).