Miércoles 28 de febrero – REY ETERNO DE PODER INCOMPARABLE – ¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR! “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la…

 Miércoles 28 de febrero – REY ETERNO DE PODER INCOMPARABLE – ¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra angular. Obra del Señor es esto, es una maravilla a nuestros ojos” (Sal. 118:22, 23).

Miércoles: 28 de febrero

REY ETERNO DE PODER INCOMPARABLE

Lee Salmos 2; 110:1 al 3; 89:4 y 13 al 17; y 110:1, 2, 5 y 6. ¿Qué nos enseñan estos textos acerca de Cristo como Rey?

 

Salmos 2

1 ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán Unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás. 10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. 11 Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. 12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira.

 

Salmos 110:1-3

1 Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; Domina en medio de tus enemigos. Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, En la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora Tienes tú el rocío de tu juventud.

 

Salmos 89:4 y 13-17

Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones. Selah

13 Tuyo es el brazo potente; Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra. 14 Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro. 15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro. 16 En tu nombre se alegrará todo el día, Y en tu justicia será enaltecido. 17 Porque tú eres la gloria de su potencia, Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.

 

Salmos 110:1-2 y 5-6

1 Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; Domina en medio de tus enemigos.

El Señor está a tu diestra; Quebrantará a los reyes en el día de su ira. Juzgará entre las naciones, Las llenará de cadáveres; Quebrantará las cabezas en muchas tierras.

La descripción de Dios como Padre del Mesías apunta a la coronación del rey cuando este fue adoptado en el Pacto de Dios (Sal. 2:7; 89:26-28). Salmo 2:7 prevé la resurrección y la exaltación de Cristo como el amanecer del nuevo Pacto eterno y del sacerdocio real de Cristo (Hech. 13:33-39; Heb. 1:5; 5:5). El Mesías se sienta a la diestra de Dios como alguien que posee honor y autoridad sin precedentes (Sal. 110:1; Hech. 7:55, 56). “Además, la interacción entre el Señor y el ‘ungido’ (Mesías) sugiere incluso una intención de identificar a este Mesías davídico con el Señor mismo. […] Si el que está sentado a la diestra es el Señor, entonces, el Señor es el Mesías, ya que este último también es visto a la diestra [ver Salmo 110:1, 5]” (Jacques Doukhan, On the Way to Emmaus [Clarksville, MD: Lederer Books, 2012], pp. 26, 27).

Finalmente, Cristo tendrá la victoria absoluta sobre sus enemigos. Hacer de los enemigos un “estrado” es una imagen que refleja la costumbre de los antiguos reyes del Cercano Oriente de colocar sus pies sobre el cuello de sus enemigos derrotados para demostrar el dominio total sobre ellos. Sin embargo, la vara de Cristo no es aquí una herramienta de terror (Sal. 2:9; 110:2).

La vara (“bastón”) la llevaban originalmente los líderes tribales como símbolo de la tribu (Núm. 17:2-10). La vara de Cristo procede de Sion, porque él representa al pueblo de Sion. Su vara es un símbolo del juicio divino, que pone fin al dominio del mal y representa el reinado sin rival de Cristo (Apoc. 2:27; 12:5). Incluso los reyes impíos tienen la oportunidad de arrepentirse y someterse al Mesías (Sal. 2:10-12).

Una representación gráfica de la victoria final de Cristo se encuentra en la escena previa al Advenimiento en Daniel 7, que muestra que, después de que se da el juicio “en favor de los santos del Altísimo” (Dan. 7:22), se establece su Reino, “cuyo reino es reino eterno” (Dan. 7:27). Gracias a la Cruz, la promesa del Reino está asegurada.

Se promete una bendición a todos los que confían en el Rey, y el pueblo se regocija en el reinado soberano y justo del Mesías (Sal. 2:12; 89:15-17).

Qué agradable es saber que, sí, al final, el bien triunfará sobre el mal, se hará justicia, y el dolor y el sufrimiento serán vencidos para siempre. ¿De qué manera debería consolarnos esta verdad ahora que, desde una perspectiva humana, el mal parece prosperar?

Comentarios Elena G.W

Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Salmo 110:1.

El amor del Padre hacia una raza caída es insondable, indescriptible y sin parangón. Este amor lo indujo a consentir dar a su Hijo unigénito para que muriera, a fin de que el hombre rebelde pudiera ser puesto en armonía con el gobierno del cielo, y pudiera salvarse de la penalidad de la transgresión. El Hijo de Dios depuso su trono real, a fin de hacerse pobre por causa de nosotros, para que por medio de su pobreza nosotros fuéramos enriquecidos. Llegó a ser «varón de dolores» para que pudiéramos participar de su eterno regocijo… Dios permitió que su amado Hijo, lleno de gracia y de verdad, descendiera de un mundo de indescriptible gloria a otro mundo viciado y agostado por el pecado, entenebrecido con las sombras de la muerte y la maldición…

Por su humanidad, Cristo tocaba a la humanidad; por su divinidad, se asía del trono de Dios (La maravillosa gracia de Dios, p. 79).

Cuando Cristo vuelva a la tierra, los hombres no le verán como preso rodeado por una turba. Le verán como Rey del cielo. Cristo volverá en su gloria, en la gloria de su Padre y en la gloria de los santos ángeles. Miríadas y miríadas, y miles de miles de ángeles, hermosos y triunfantes hijos de Dios que poseen una belleza y gloria superiores a todo lo que conocemos, le escoltarán en su regreso. Entonces se sentará sobre el trono de su gloria y delante de él se congregarán todas las naciones. Entonces todo ojo le verá y también los que le traspasaron. En lugar de una corona de espinas, llevará una corona de gloria, una corona dentro de otra corona. En lugar de aquel viejo manto de grana, llevará un vestido del blanco más puro, «tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos». Marcos 9:3. Y en su vestidura y en su muslo estará escrito un nombre: «Rey de reyes y Señor de señores». Apocalipsis 19: 16 (El Deseado de todas las gentes, pp. 688, 689).

El reino de la gracia de Dios se está estableciendo, a medida que ahora, día tras día, los corazones que estaban llenos de pecado y rebelión se someten a la soberanía de su amor. Pero el establecimiento completo del reino de su gloria no se producirá hasta la segunda venida de Cristo a este mundo…

Las puertas del cielo se abrirán otra vez y nuestro Salvador, acompañado de millones de santos, saldrá como Rey de reyes y Señor de señores. Jehová Emmanuel «será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre». «El tabernáculo de Dios» estará con los hombres y Dios «morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios». Zacarías 14:9; Apocalipsis 21:3 (El discurso maestro de Jesucristo, p. 93).

Elena G.W

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